Me ha llamado la atención estas líneas de la escritora de origen uruguayo que se publicaron en la revista dominical XL Semanal –a la que ya he citado varias veces con motivo de diferentes artículos de Pérez-Reverte- el pasado fin de semana y que ilustra muy bien a mi parecer varios de los problemas generales que tenemos en nuestro país: una España partida en dos donde la mayoría de los que la habitamos somos tan incultos que no podemos ni pensar por nosotros mismos; donde se lleva una ideología como si se fuera de un equipo de futbol –manque pierda manque gane- y donde lo políticamente correcto hace un daño devastador, enmascarando la terrible situación actual y apartándonos a los unos de los otros.
Cuesta creer cómo hay gente que escribe estas cosas; que se dicen en voz alta incluso y para lo poco que sirve.
A un click, el artículo de Carmen Posadas.
El pensamiento en “pack”
Yo soy de los que piensan que es una verdadera pena que, después de que España hiciera una transición modélica en la que todos fueron capaces de dejar a un lado sus reproches, después de treinta y tantos años de gran cambio social en el que este país se ha transformado en uno de los más modernos del mundo, después de todo esto, y aun antes de que la crisis asomara su negra patita, lo cierto es que ya planeaba sobre nuestras cabezas la alargada sombra de las dos Españas irreconciliables. No es mi costumbre hablar de política. Tampoco ahora voy a hacerlo porque, como le pasa a mucha gente, también yo estoy desencantada de las derechas y de las izquierdas. De lo que sí quiero hablar, sin embargo, es de uno de los efectos colaterales de la polarización que se está produciendo en los medios de comunicación de una u otra tendencia por la que los comentaristas de derechas son cada vez más de derechas y los de izquierdas, cada vez más de su onda, sin matices de ningún tipo. Lo que quiero decir es que vivimos unos tiempos en los que parece que lo que impera es el pensamiento en pack. Si soy de izquierdas, tengo que estar, necesariamente, a favor del aborto, de la ley de memoria histórica, de la retirada de los crucifijos de las escuelas, de la causa saharaui, de la legalización de los inmigrantes y de la prohibición de la fiesta de los toros. Si soy de derechas, además de estar en contra de todo lo que acabo de mencionar, he de apoyar a muerte a los internautas que abogan por las descargas ilegales y estar a favor de endurecer las penas para menores que cometan delitos, por ejemplo. ¿Por qué? ¿No puedo acaso ser de izquierdas y amar la fiesta de los toros? ¿No es compatible ser progre y a la vez estar en contra del aborto? ¿Y qué tiene de raro estar de acuerdo con la legalización de los inmigrantes, pero no con la ley de memoria histórica? Los partidos y las inclinaciones políticas no son una secta, ni siquiera una religión con sus dogmas de fe y, no obstante, algunos comentaristas y tertulianos parecen empeñados en hacernos comulgar con la idea de que hay que tener creencias monolíticas en temas que nada tienen que ver con la política, sino con la libertad personal o las convicciones más íntimas. Y de lo que no se dan cuenta es de que a nosotros, los ciudadanos de a pie, no nos gusta el pensamiento en pack. Que la libertad personal está por encima de colores políticos y que lo único que consiguen con su actitud es restar credibilidad a sus comentarios, que de otro modo serían mucho más interesantes. Lo más peligroso de esta actitud, a mi modo de ver, es el efecto que pueda tener en los jóvenes. Porque el pensamiento en pack no permite el sano intercambio de ideas, tampoco la posibilidad de decir: «Yo estoy de acuerdo con esto, pero no con lo otro». Formarse es aprender a tener criterio, es tener dudas y no certezas. Porque la duda es mucho más fecunda que la certeza. Y, además, ¿certeza de qué o de quiénes? ¿Por qué tengo que abrazar la fe monolítica de otro? ¿No es mucho más lógico que cada uno tome de una idea lo que le parece razonable y rechace lo que no? Una de las grandes paradojas de esta sociedad supuestamente abierta en la que vivimos es que ciertos tics del pasado vuelven a asomar y ni siquiera nos damos cuenta. Es como la peste de lo políticamente correcto que vino a sustituir a la tan denostada censura y resulta mucho más amordazadora que aquélla. Porque contra la censura estaba bien visto rebelarse, puesto que venía impuesta desde fuera, pero la corrección política no es otra cosa que autocensura. Miedo a decir lo que uno piensa y a no estar en sintonía con la `moral´ al uso, cuando a veces esa moral es completamente estúpida y pseudoprogre. «Pienso, luego existo», decía René Descartes, y la frase es tan tópica que de tanto repetirla parece que ya no dice nada. Y, sin embargo, de eso se trata: de pensar, de no dar por cierto nada de lo que nos dicen. Que sólo los tontos leen a sus iguales para que los reafirmen en lo que ya piensan de antemano. Que es mucho más fructífero tener, como quien dice, un self service de ideas y tomar de cada uno lo que nos resulte más interesante o inspirador.
XL Semanal nº1164, publicado el 14 de Febrero de 2010.
Completamente de acuerdo. En cualquier caso, creo que eso se fomenta desde la parte más alta de la sociedad a la más baja. Se fomenta y se quiere que sea así. Si un político contradice a otro, en seguida la oposición le atacará diciendo que el partido está dividido. Si se fomenta un pensamiento único desde el órgano de decisión supremo de la sociedad, el parlamento, pues ya me dirás qué se puede esperar del resto de la población, que al fin y al cabo, acepta lo que le digan los medios de comunicación, que es su única vía de contacto con el poder político. Medios de comunicación que son de todo menos imparciales y que, por lo general, transmiten el mensaje tal cual sale de la boca de los políticos, cosa que no debería ser así. Zapatero o Rajoy saben perfectamente que si repiten una de las ideas con las que tratan de martillear a la sociedad 200 veces en los medios aparecerán 200 veces. En función del medio que escuche cada ciudadano, recibirá el mensaje de uno u otro 200 veces. Misión completatada. Tenemos una sociedad taladrada y moldeada al antojo de la clase política.
ResponderEliminarEl periodista no es un simple mensajero, para eso ya están los medios de propaganda de cada partido. Ala, ya me he quedado agusto.
¡Un abrazo!
Cuesta creer que con la historia que tenemos en los últimos 100 años todavía no hayamos aprendido a hacer algunas cosas bien y que todavía exista el bipartidismo, la censura y un alto nivel incultural, por no hablar del conformismo inaudito que invade a la sociedad y la inoperancia ante los males que la aquejan.
ResponderEliminarA veces los periodistas me producís un sentimiento de profunda lástima, condenados a un intrusismo profesional bestial y a tener que elegir uno u otro bando para poder sobrevivir. Por no hablar de la televisión, medio de divulgación estrella que os ha sido completamente arrebatado.
No vamos bien, no.
Si, tienes razón. La cuestión es que los medios de comunicación al igual que los partidos políticos se han comercializado por decirlo de alguna forma. Cada uno abarca un sector de la población que consume sus informativos o que lo votan en el caso de la política, y poco valen los ideales. Cada uno juega su papel y hace su paripé. Por tanto, hacer o decir cosas que contradiga lo que sus consumidores esperan de ellos es algo que no se pueden permitir, y que tampoco les interesa.
ResponderEliminarPero no nos engañemos, la política y los medios de comunicación no son más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos. No podemos quejarnos de los medios y la política como si fuesen marcianos que corrompen todo... es sólo una parte de nosotros mismos. Cambiarlo sólo depende de nosotros.
¿Cambiarlo? Se aceptan sugerencias.
ResponderEliminarEl nivel de "comercialización" de todo lo que nos rodea -o de "industrialización", se podría decir- no sólo del periodismo o la política; sino del entretenimiento, del trabajo, de las leyes; es tan grande que ya es demasiado tarde.
No es cuestión de ser apocalíptico, ni nada parecido, sino de tomar conciencia. En The Wire -una serie que si no conoces te recomiendo mucho- se hartan de decir que, si estas en el juego, tienes que jugar según las reglas.
Las reglas pueden cambiar, pero el juego, ése no cambia, sigue siendo el mismo. No vamos a tener una televisión mejor; ni una industria del cine; ni unos políticos adecuados ni un periodismo imparcial. Podremos lidiar con alguna que otra cosa, pero no podremos cambiarlo. Nunca.
Así nos va.
En eso no estoy de acuerdo contigo. Las sociedades evolucionan, a veces para bien, a veces para mal. Es la responsabilidad de todos que la nuestra evolucione en el camino adecuado. Porque si nos quejamos aquí, piensa en Italia, por ejemplo. ¿Qué futuro les podría esperar a los italianos si no pensasen que pueden cambiar las cosas? Es difícil cambiar el status quo, pero hay que luchar con las armas de cada uno. En la revolución no siempre está la solución jaja.
ResponderEliminarSe puede!
No lo veo yo nada claro.
ResponderEliminarCitas el ejemplo de Italia. Lo mismo le pasa a Grecia con su creciente crisis económica y nosotros vamos detrás. No van a poder salir de eso. Nunca. Y ojalá me equivoque, pero lo veo negro.
Ya estamos hablando de un problema cultural, como sociedad. Y eso no lo veo posible que cambie. En primer lugar, porque los que están arriba no lo están por idealismos, sino por intereses personales, por lo que nunca forzarán un cambio que les perjudique a ellos mismos. Las piedras y el propio tejado y todo eso.
Y en segundo lugar por nosotros mismos. Demasiado que perder y muy poco que ganar. La situación de trabajo en nuestro país es insostenible desde hace tiempo y me parece inaudito que todavía no haya habido ninguna protesta grave ni huelga general.
Cuando tenemos tantos estamentos que fallan y muy pocos que sirvan para algo, ¿a dónde quieres ir? ¿Qué vas a cambiar?
Está claro que te he pillado con el pie cambiado hoy jaja. No voy a darte ninguna fórmula mágica para que el mundo sea mejor. Eso no existe. Pero yo creo que todos sabemos más o menos qué es lo que tenemos que hacer. Yo siempre he pensado que la evolución social arranca desde los elementos más básicos, es decir, los ciudadanos hasta los más altos, poder jurídico, constitucional, judicial, etc, etc. Porque de hecho, esos estamentos están conformados por ciudadanos. Es por tanto que creo que el cambio no tiene que venir desde arriba, sino desde abajo.
ResponderEliminarEsto siempre resulta complicado, porque quien maneja en gran parte el destino de la ciudadanía son los altos estamentos, que como dijiste anteriormente no tienen ningún interés en que la situación cambie. Otra razón más para que el cambio venga desde abajo y no desde arriba.
Sí, la educación en españa es una mierda. Todos estamos de acuerdo, pero es la responsabilidad de cada individuo la que debe compensar ese déficit. Yo salí del colegio sabiendo nada de inglés. Bueno,ahora estoy estudiando inglés e incluso francés y estoy mejorando poco a poco.
Todos los días trato de informarme de la actualidad e interesarme por las novedades políticas y demás. Estudio animación constantemente, trato de pensar en la forma de conformar una industria de animación y de cine más rentable, porque al fin y al cabo es el sector en el que muevo yo.
Siempre me ha parecido muy cínico y muy cómodo el culpar "al gobierno" de los problemas de la sociedad. No esperes que nadie haga lo que ni siquiera uno está dispuesto a hacer por sí mismo.
No sé, es mi forma de ver este tema, pero igual hay otras tantas de miles jeje
un abrazo
Si estoy totalmente de acuerdo con tu posición en este enriquecedor debate.
ResponderEliminarDoy por hecho que existe una gran multitud de personas que, como tú mismo, se esfuerzan no sólo por formarse y estar al tanto de lo importante, sino incluso de intentar hacer las cosas bien. Lo mejor que se pueda, dando lo mejor de uno mismo. Esta gente existe, de verdad.
Lo que ocurre es que llegar a un puesto lo suficientemente importante como para que puedas tener cierta influencia exige traicionar todos los principios anteriores.
Se que es un punto de vista algo cínico y pesimista -veo demasiados capítulos de House M.D.- pero creo que también es de lo más realista.
Necesito dormir más...