Cartas a Julieta, de Gary Winick

Aunque su director esté más acostumbrado a comedias románticas, su última producción tiene mucho de romántica, por lo que contiene los sabidos tópicos, pero no es para nada una comedia tonta al uso.

En Verona van a pasar sus vacaciones Sophie y Victor, recién comprometidos. Como él está muy ocupado con la inauguración de su restaurante, deciden adelantar el viaje como si de una luna de miel se tratara. Pero una vez allí el impetuoso chef estará más pendiente de conocer a sus proveedores y de aprender nuevas recetas de cocina que de la propia Sophie, a la que le sobra tiempo en la ciudad. Allí conocerá a un club que se dedica a responder todas las cartas que los turistas dejan en el balcón donde residió la Julieta del clásico de Shakespeare. Dispuesta a ayudarlas, encontrará por casualidad un sobre con cincuenta años de antigüedad que nunca había sido contestado. La misiva que escribe Sophie hace que una anciana y su joven nieto realicen el viaje desde Londres para iniciar una alocada búsqueda del amor perdido tantos años atrás, contando con la ayuda de Sophie, que aunque tiene aspiraciones literarias, se dedica a realizar investigaciones para The New Yorker.

No hace falta contar mucho más para adelantar cómo va a ser la película. Por esta parte es bastante predecible, pero el hecho de estar ambientada en un lugar paradisíaco y la complicidad entre sus actores hacen que se pase rápido y se disfrute con una película simpática, de segundas y nuevas oportunidades.

La protagonista está interpretada por Amanda Seyfried (por cierto, la Lilly Kane de Veronica Mars), en el papel más favorecedor que le he visto nunca y su prometido por Gael García Bernal (A ciegas), algo neurótico obsesionado con las excelsas particularidades culinarias de la dieta mediterránea. De la anciana en busca de su amor perdido se ocupa Vanessa Redgrave (El día de los trífidos) y de su nieto, renuente al principio de su aventura, Christopher Egan (el joven David en la serie de una única temporada Kings) haciendo de estirado inglés –Sophie es americana, por supuesto-.

Previsible, pero al menos correcta y entretenida.