lunes, 6 de junio de 2011

El temor de un hombre sabio, de Patrick Rothfuss

« Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz».
Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona.
He tenido más nombres de los que nadie merece.

Los Adem me llaman Maedre. Que, según como se pronuncie,
puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido

Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía.
Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado.
Los he comprado y he pagado por ellos.

Pero crecí siendo Kvothe. Una vez mi padre me dijo que significaba «saber».

He robado princesas a reyes agónicos.
Incendié la ciudad de Trebon.
He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo.
Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar.
He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día.
He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.

Quizá hayas oído hablar de mí. 
»

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Con estas palabras iniciaba Kvothe el relato de su vida en el primer volumen de las Crónicas del Matarreyes, titulado El nombre del viento y del que ya hablé aquí. Cuatro años después de su publicación y del éxito, Patrick Rothfuss nos obsequia con la segunda parte de lo que será una trilogía; el segundo día de tres en los que un personaje de leyenda pondrá su verdadera historia por escrito, gracias a las hábiles manos de un cronista que ha sabido ver más allá de las noticias de su muerte y ha sido capaz de encontrarlo en una posada remota, de la que es dueño y regente bajo el disfraz de un común lugareño llamado Kove. Pero no es sólo el escriba el único testigo de las prodigiosas hazañas de su niñez: el ayudante del posadero, un joven apuesto y espabilado a los ojos de los mortales, no es sino una criatura del mundo de las hadas, llamado Bast y cuya relación que Kvothe no es otra que la de alumno y maestro.

Con su peculiar estilo sobrecargado, pausado y detallista, Rothfuss retoma su historia en el mismo punto donde la dejó: con un joven de apenas dieciséis años que no para de asombrar a sus coetáneos con sus progresos en la Universidad de la magia a la que asiste. Su enemistad con Ambrose, un joven de la más alta nobleza, le harán vivir una serie de peripecias que llamarán demasiado la atención, por lo que se verá obligado a tomarse unos meses sabáticos lejos de los muros de la Universidad. Gracias a su talento como músico, Kvothe será recomendado para trabajar a las órdenes del Maer, uno de los grandes señores del Reino, que anda necesitado de ayuda para cortejar a una dama.

Por supuesto las aventuras de Kvothe irán en un crescendo constante, de modo que conseguirá descubrir una conspiración para asesinar a su señor; hacer de Celestina; liderar una banda de mercenarios en busca de los bandidos y asesinos que asolan los caminos reales; se enfrentará con el mundo de lo sobrenatural y de las hadas y viajará a un lejano país de antiguas tradiciones donde será instruido en el arte de la lucha cuerpo a cuerpo y la espada. Y todo eso realizando las más increíbles acciones, agrandando su leyenda a cada paso que va, esparciendo los rumores a su alrededor y empezando a ser conocido por todos los territorios.

Los aciertos de esta novela se encuentran en un lenguaje detallado y en varios hallazgos de su autor que le dan un toque en verdad original, en un género muy trillado a estas alturas. Aunque existen seres de fábula, la magia que dominan los eruditos tiene más que ver con las ciencias físicas y químicas que con la fantasía pura y dura; así los nombres cobran una gran importancia, de hecho los magos más poderosos son aquellos que dominan esta técnica, que les permite conocer los elementos y doblegarlos a su voluntad, ya sean la tierra, el fuego o el viento –de ahí el título del primer volumen-.

En la última parte del libro, cuando Kvothe viaja al país de los Adem, todo esto se enriquece con una cultura que bebe mucho de las influencias orientales, con todo lo que tiene que ver alrededor del arte marcial que practican, ya sea con o sin armas. Las diferentes pruebas que debe de pasar nos retrotraen a las historias de los elegidos, pero el autor lo complica todo y lo lleva a un terreno más personal cuando representa las costumbres de los Adem –tremendamente sinceros y honestos, de carácter reservado, celosos de su intimidad y seguidores del Lethani, una filosofía que gobierna todos los aspectos de su existencia- y sobre todo su habla, una complicada forma que mezcla los signos de las manos con palabras y expresiones del rostro más bien parcas.

Aun así hay que reconocer que Rothfuss repite los mismos errores que lastraban a su anterior trabajo. En primer lugar, Kvothe es el protagonista absoluto de la novela y es desde su punto de vista que se nos narra todo –hay que recordad que en realidad se trata de sus memorias- y eso hace que el resto de personajes a su alrededor vayan sucediéndose sin demasiado interés y sin el desarrollo necesario para que se hagan imprescindibles para el lector. Al menor el personaje principal está bien desarrollado, aunque son demasiadas las cualidades que posee, dejando en evidencia a la mayoría de personajes literarios que han ido poblando las sagas de fantasía heroica los últimos años.

Al mismo tiempo el autor siente predilección por su criatura y se demora demasiado en determinadas situaciones, contrastando con otras que apenas nos muestra. Esto se nota mucho al principio de El temor de un hombre sabio: la historia, que continúa donde se quedó el primer volumen, consume aproximadamente una tercera parte del libro sin variar un ápice el escenario ya conocido de la Universidad y por lo tanto la misma situación; de repente Kvothe debe partir hacia el otro extremo del reino y un viaje que se antoja apasionante –donde debe superar peligros varios y salvar la vida- se nos escatima, de igual manera que ocurre cuando es requerido en una Corte Judicial por brujería y queda absuelto, algo que el narrador se niega a explicar.

El principio de esta novela no es fácil, por continuista con la anterior y si no se cuenta con un lector paciente la cosa puede acabar mal y antes de tiempo, ya que la historia va mejorando por momentos según avanza Kvothe en su camino. Ya sólo queda esperar a ver cuánto tiempo tardará su autor en publicar la tercera y última parte de la historia –siempre y cuando no ocurra como con Canción de hielo y fuego, que se alargó sobre la marcha-.

8 comentarios:

  1. Pues tendré que hacer un pequeño esfuerzo y acabar "El nombre del viento" que no me disgustaba, pero no me animaba demasiado a seguir y lo dejé a la mitad porque quería leer otros que me gustaban más. A ver si ahora me atrapa y me meto en otra saga. Gracias por el empujón de ánimo.

    Un saludo :)

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  2. Gracias a ti por comentar.

    No es una saga fácil. Durante muchas páginas hay que ser paciente y confiar en que la cosa se va poniendo mejor y más interesante.

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  3. Pues a mí me encantó. Hace varios meses que lo acabé y lo echo de menos todos los días. Estoy a la espera del segundo en Español... Hacía tiempo que un libro no me daba tanto. Estupendo!

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  4. Pues no le debe de quedar mucho para salir publicado por aquí.

    Si te gustó el primero, la espera te habrá valido la pena.

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  5. Realmente me encanto, encontré lo que hace tanto tiempo estaba esperando y espero que llegue pronto la segunda parte a Argentina. Mis felicitaciones al autor. saludos

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  6. Me alegro que te gustara, yo me resigno a que la tercera parte no tarde muchos años.

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  7. No he leído una sola reseña negativa de este libro. Creo que lo leeré pronto.

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  8. Es un buen indicativo de la calidad del mismo. Si te gustan los libros de fantasía, te lo recomiendo.

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