sábado, 20 de agosto de 2011

Super 8, de J. J. Abrams


Imperdonable el retraso con el que se ha estrenado esta película en España, máxime si tenemos en cuenta el éxito que ha tenido en Estados Unidos tanto de crítica como de público. Dejando lo lado la incomprensible gestión de la distribución en nuestro país, la mayoría de reseñas de la historia coincidían en una serie de puntos: el homenaje nada encubierto del director a un tipo de cine que se hacía en los años ochenta y que probablemente le enganchó a esto de por vida y cuyo máximo exponente no es otro que Steven Spielberg (Indiana Jones, Munich) que seguro que quedó encantado con el guión del propio Abrams, ya que le ha prestado el dinero y su famoso nombre –así como los efectos especiales de Industrial Light & Magic, solo faltaba la música de John Williams, aunque hay que reconocer que el trabajo de Michael Giacchino no se le queda atrás-.

Tras el remake de Star Trek y algunas producciones para televisión –tras el final de Perdidos y el fracaso de Undercovers su serie bandera no es otra que Fringe- y cine –el marketing viral que ya usara antes del estreno de Cloverfield ha sido de nuevo una pieza esencial en la promoción de esta película- Abrams se centró en este proyecto junto con Spielberg, dando vida a algunas ideas que la emparentan mucho con E. T., tales como una panda de críos como protagonistas, una dosis necesaria de drama en un ambiente muy familiar, un misterio que va creciendo gracias a una criatura de la que se muestra muy poco y de la que tenemos imágenes con cuentagotas –todo lo contrario de lo que suelen ser las películas de monstruos hoy en día-, una ambientación exquisita en un pequeño pueblo de Ohio en el año 1979 y las necesarias dosis de aventura, acción y romance para entregar un producto que, pese a que ya hemos visto antes, se encuentra tan bien envuelto que es agradable e incluso deseable encontrárselo en una sala de cine.

La nostalgia puede jugar un papel esencial en los más veteranos, porque es verdad que antes se hacían las películas así y no tengo reparos en admitir que se hacían mejor y todo ese guiño que se hacen así mismo Abrams y Spielberg con esa trama secundaria de los chavales rodando su propia película amateur de zombies es una delicia. Sin duda lo mejor de la película es lo bien caracterizados que están la pandilla de amigos, que recuerda mucho a Los Goonies y que no paran de soltar buenos y graciosos diálogos y de meterse en los más variopintos problemas.

Me ha gustado mucho esta incursión de Abrams en el universo de Spielberg, al que dota de sus neuras –es el rey del marketing actual y de las referencias escondidas, como cameos de amigos, bebidas inexistentes que podemos encontrar en todas sus producciones o juegos con los nombres, como por ejemplo el del ayudante del sheriff y padre del protagonista- y que filma con un estilo muy clásico, alejado de las cámaras en constante movimiento y de los efectos superfluos de sonido e iluminación. Un trabajo muy artesanal donde los efectos especiales pasan desapercibidos y con varias secuencias muy buenas, destacando la inicial con el descarrilamiento del tren.

Como curiosidad, en el fantástico trailer que lanzaron hace un tiempo aparecen una serie de escenas que no he visto en la película. Esto es más habitual de lo que parece, pero siempre me hace desear por una versión del director más extensa en duración que la estrenada en cines. Ya veremos si hay suerte. 

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