Nada me gustaría más que proclamar a los cuatro vientos que con esta película tenemos de vuelta a uno de los mejores directores de cine fantástico y de terror, tras más de diez años sin acercarse a un estudio de cine. Por desgracia tiene algo de decepcionante y de impersonal este título elegido por Carpenter para su regreso, donde si bien cumple con un mínimo de calidad y de entretenimiento, el producto final no deja de ser tópico y bastante olvidable.
Su estreno se produjo en septiembre del año pasado en el Festival de Toronto y en España todavía no ha llegado al gran público –su paso por el Festival de Sitges tan solo vino a poner de acuerdo a todos los que pudieron verla: que no era nada especial-. De momento tiene pinta de convertirse en una de esas películas que acaban estrenándose directamente en DVD.
Kristen –interpretada por la joven Amber Heard- es recluida en un psiquiátrico tras prender fuego a una casa y graves signos de desorientación. Allí coincidirá con otras chicas con las que participa en un ensayo clínico experimental dirigido por el doctor Stringer, al que interpreta el británico Jared Harris –tenía un pequeño papel en Benjamin Button; en la primera temporada de Fringe y uno mucho más jugoso en la actual Mad Men-. Pronto la joven Kristen notará presencias extrañas y cuando sus compañeras empiecen a desaparecer una tras otra, escapar se convertirá en su única opción.
Dejando de lado que lo poco que sale en pantalla Harris es de lo mejor; Amber Heard quizás luce demasiado palmito entre un reparto donde los demás personajes femeninos poco pueden hacer, con unos papeles demasiado esquemáticos. La chica no lo hace mal, pero tampoco se luce. Y es que la historia, en realidad, tampoco da para más.
Comentaba lo de impersonal porque Carpenter rueda un guión de otros –de los hermanos Rasmussen, conocidos en su casa- bastante sencillo, lleno de tópicos y que recurre demasiado a sustos y efectos de sonido para pillar al espectador desprevenido. Eso lo aleja y mucho del estilo del director, que intenta darle su toque pero se nota que no acaba de conseguirlo. La película ambientada en los sesenta y el hospital donde se desarrolla toda la trama son buenos recursos para que Carpenter vaya creando la atmósfera adecuada, aunque echemos mucho de menos su labor en la banda sonora –Mark Kilian, otro desconocido para mí-.
No era Carpenter el adecuado para este proyecto, que se queda a medias entre producto para adolescentes de consumo rápido y película de terror clásica. No se hace pesada y cuando empiezan las carreras la cosa se anima bastante, incluso su final, que se veía venir, no es que esté mal resuelto: es que ya lo habíamos visto –y la primera vez sí me gustó, mucho más-.
Lo dicho: una decepción porque esperábamos que el maestro volviera de su retiro forzoso y demostrará una vez más quién es el jefe en esto del terror y lo que nos encontramos es un producto que podría haber realizado cualquier otro. Es entretenida, pero olvidable. Una verdadera lástima.




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