martes, 20 de septiembre de 2011

True Blood. Cuarta temporada


La vuelta del verano significa para muchos aficionados a la televisión norteamericana el regreso de una de las series más exitosas de la cadena privada HBO y al mismo tiempo una de las más difíciles de encasillar, explicar o simplemente contar de qué va.

La mezcla de sentido del humor negro, personajes estrafalarios, situaciones inverosímiles y efectos especiales de serie B crean una de las historias más freaks del momento. Es uno de esos casos claros y tópicos de la amas o la odias. True Blood no es la mejor serie del verano –probablemente, si somos sinceros con nosotros mismos, ni siquiera es buena- pero es una de las más seguidas y sin duda, es única en el panorama de series actual.

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En la temporada anterior Sookie Stackhouse asumía su origen mágico –se trata de un hada, aunque todavía no queda claro ni el alcance de sus poderes ni porqué puede leer las mentes- y marchaba junto con su hada madrina –así, tal cual- al país de las hadas. El primer capítulo de la cuarta temporada de True Blood es de lo más delirante que he visto este año en televisión –junto con la escena del penúltimo capítulo en la que Erik arranca un corazón humano del pecho de un hombre y  empieza a sorber de él como si de un batido se tratase-. En el País de las Hadas todo el mundo es feliz comiendo unos frutos luminosos. Allí Sookie encuentra a su abuelo, que desapareció misteriosamente cuando ella era una niña. Pronto la cosa se torna más oscura de lo que parece en un principio y tras un escape desesperado vuelve de nuevo a Bon Temps, descubriendo que ha pasado más de un año de tiempo real desde que se fue.

Este hábil giro de guión nos permite reencontrarnos con los personajes de siempre en una nueva situación, de modo que pronto irán reencontrándose de nuevo y enfrentándose a nuevos males y amenazas. Pero si hay algo que reprochar a la serie y que ya ocurría en la anterior temporada, es la cantidad de subtramas sin apenas interés para el espectador. Y es que los personajes secundarios de la serie tienen cierto cariño por parte del público y eso hace que cada uno de ellos disfrute de parte del metraje, propiciando muchas veces que sus historias personales no lleguen a nada o se resuelvan de modo un tanto precipitado. Muchas vueltas sobre algunos temas para luego dejarlos totalmente de lado.

En lo que a la historia principal se refiere, la llegada de Sookie vuelve a reactivar ese triángulo amoroso entre ella misma y los dos vampiros más poderosos del lugar: Eric es el más viejo y por lo tanto el más fuerte, pero Bill ha sido ascendido por la comunidad vampírica a Rey del territorio. Por otro lado, una médium con un don especial para interactuar con los muertos –interpretada por Fiona Shaw, la Tía Petunia de la saga Harry Potter- será capaz de contactar con el espíritu de una poderosa bruja cuya muerte se debió a los vampiros –delirante las escenas de la Inquisición española, que eran vampiros, en la Logroño de la época-. El enfrentamiento entre las brujas y los vampiros será la trama principal de esta temporada y sus consecuencias de la que irán manando el resto de historias de los secundarios, aunque relacionarlos entre sí cada vez es más difícil: Tara vuelve a la ciudad tras convertirse en una luchadora de inclinaciones lésbicas y se ve arrastrada a dicho aquelarre por su primo Lafayette y su novio Jesús, que es un brujo hispano. El propio Lafayette es un médium muy poderoso, pero como no controla su don le traerá más problemas que otra cosa.

Sam ha rehecho su vida una vez más y pasa el tiempo en compañía de otros cambia formas como él. Su hermano Tommy sigue a su vera y por fin veremos el desenlace de esta subtrama familiar que tantos problemas le ha traído al dueño del Merlotte´s. Sam también se relacionará con Alcide, el enorme hombre lobo amigo de Sookie que le ofrece su ayuda de vez en cuando.

Jason sigue siendo el personaje más desaprovechado, aunque es uno de los que goza de más minutos y de situaciones más absurdas, por lo que acabas riéndote de lo que le ocurre al pobrecillo. Con su nuevo trabajo como ayudante del sheriff –que tiene un problema de consumo de drogas- será secuestrado por la familia de panteras para hacerle uno de ellos y acabará en medio de la relación de su mejor amigo Hoyt y la vampiro Jessica, discípula de Bill.

¿Quién queda? Eric perderá la memoria y se enamorará perdidamente de Sookie en una caracterización algo ridícula del vampiro pero que tiene algunos momentos muy graciosos, como cuando se carga accidentalmente a la hada madrina de Sookie. Seguimos teniendo nuevos datos sobre la organización vampira y cómo Bill en su nuevo papel debe lidiar con ellos y tiene pinta de que en futuras entregas esto se irá desarrollando un poco más.

Hombres lobo, vampiros, brujas, hadas, hombres pantera, cambia formas, médiums, magos demoníacos, fantasmas del otro lado; mucho sexo y mucha acción, humor del grueso, violencia… Con semejantes ingredientes el resultado final no puede ser perfecto, pero es muy sabroso y hasta adictivo. Y el falso final de temporada nos deja un último capítulo a modo de epílogo que promete muchas cosas interesantes para el verano que viene, recuperando a varios personajes conocidos de anteriores capítulos.

Lo dicho: llega el veranito y a uno le apetece playa, sol, tintito de verano y su ración semanal de True Blood, que sin ser ninguna maravilla engancha y entretiene cosa mala. El año que viene, más de lo mismo. 

2 comentarios:

  1. Es una de las pocas series que he dejado de ver. Tras la primera temporada, la olvidé. No me atrajo demasiado.

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  2. Le ha pasado a mucha gente, es una serie muy especial para un público determinado.

    O la amas o la odias, pero no hay términos medios.

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