miércoles, 14 de diciembre de 2011

Canción de hielo y fuego Vol. IV: festín de cuervos, de George R. R. Martin

En el año 2007 se publicó en España el cuarto volumen de una de las sagas más ambiciosas de fantasía heroica de la historia de la literatura, tan solo dos años después de que apareciera por primera vez en el Reino Unido. Apenas un mes después vio la luz en Estados Unidos, donde se convirtió en número uno de la prestigiosa lista del New York Times Best Seller, la primera vez que una novela de la saga lo conseguía. Aunque volvió a competir en las principales categorías de los premios de fantasía y ciencia-ficción más conocidos, de los cuales ya había ganado varios en ediciones anteriores, esta vez solo se quedó en nominaciones.

En comparación con los volúmenes ya publicados, Martin introduce ciertos cambios que vale la pena reseñar y que ligan esta novela de una nueva forma con la siguiente entrega, recientemente publicada en Estados Unidos: A Dance with Dragons.


Aunque las explicaciones llegan al final, en forma de epílogo, la verdad es que en mi opinión las hubiese preferido por adelantado en forma de prólogo del autor. La lectura de este volumen puede llegar a desconcertar en cierta medida ya que, aunque continúa directamente de los hechos acaecidos en las últimas páginas del volumen anterior, con el devenir de los capítulos uno no puede dejar de preguntarse por el destino de determinados personajes, muchos de ellos imprescindibles para las tramas, de los cuales apenas tenemos conocimiento en casi mil páginas de libro. Martin cuenta que con lo que llevaba trabajado sus editores apostaban por la división del cuarto volumen en dos partes, dejando un gran continuará en el medio y llevando al tiempo las múltiples tramas que va arrastrando la historia, con una cantidad de personajes a los que cada vez cuesta más seguir sin ayuda de unos apéndices actualizados –es que son tantas las muertes, nacimientos, bodas y apariciones especiales que en verdad se antoja una tarea titánica acordarse de todo en cada momento-.

El caso es que Martin no quedó contento con la solución –no entiendo muy bien por qué- y prefirió entregar dos libros que se desarrollaran al mismo tiempo cronológicamente pero cada uno de ellos centrado en unos personajes concretos y en unas zonas geográficas específicas del continente de Westeros. De ese modo, en Festín de cuervos nos encontramos ante un país que ha sido diezmado por la guerra y que se ha cobrado multitud de bajas, muchas de ellas reyes y dirigentes imprescindibles para sus respectivos ejércitos.

Sin ánimo de hacer un repaso minucioso al anterior volumen, el más intenso de los cuatro que he leído hasta ahora, digamos que tanto Joffrey como su abuelo Tywin han sido asesinados; y que de los aspirantes al trono sólo queda Stannis Baratheon, que se ha parapetado en el Muro de Hielo, donde Jon Snow ha sido elegido Lord Comandante. Su hermanastro Robb, el Rey en el Norte, también fue asesinado junto con su madre Catelyn aunque ésta aparecía de forma milagrosa y con un cliffhanger de los más gordos que recuerdo en las últimas páginas de Tormenta de espadas.

Ya dedicados a Festín de cuervos, las tierras del sur centrarán la prosa de Martin, que si bien continúa fiel a narrar desde el punto de vista de un personaje cada vez –doce diferentes en este caso- en esta ocasión le ha dado por innovar en los nombres, por si la cosa no era ya complicada antes.


El Prólogo, donde de nuevo se repetirá la costumbre de acabar mal para alguien, nos introduce un nuevo lugar que había pasado bastante desapercibido hasta ahora: la Ciudadela donde se forjan los maestres que sirven a los reyes. Allí fijará su destino uno de los personajes centrales de este libro: Sam The Slayer, el gordito simpático amigo y compañero de Snow al que le ha sido encomendada una difícil misión y a través del cual seguiremos escuchando los incesantes rumores de las profecías que vaticinan el regreso de los dragones a Westeros, toda una subtrama que queda aún lejos de quedar resuelta.

Tres nuevos personajes también nos introducirán de lleno en una nueva lucha por el trono, esta vez el liderato de los kraken de las Islas del Hierro. Su soberano ha muerto en extrañas circunstancias y será a través de los ojos de su hermano, una especie de sumo sacerdote de su dios marino; su hija Asha –hermana del malogrado Theon- y de Victarion, el hermano menor del rey y uno de los guerreros más feroces de la flota que seguiremos de cerca la sucesión al trono y la increíble misión que de ahí saldrá y cuyo destino no es otro que las lejanas tierras más allá de los mares del este.

Para acabar con los desconocidos, tenemos que hablar de Dorne, situada al sur del continente y máximo soporte de los Lannister para mantener el trono, ya que el nuevo rey Thomen se ha casado con una princesa de los Dorne, como era el deseo del difunto Tywin. Sin embargo el juicio contra Tyrion Lannister acabó con un combate mortal entre Clegane la Montaña y el príncipe Doran, donde ambos se aniquilaron el uno al otro. Las consecuencias pronto se dejaron sentir en Dorne, donde algunos de sus más importantes personalidades claman venganza. El capitán de la Guardia Areo; un miembro de la guardia del rey de King´s Landing encargado de la protección de la princesa Myrcella, alojada como huésped de honor en Dorne y la propia hija del difunto, Arianne Martell, se convertirán en piezas fundamentales para un nuevo complot que empezará como algo muy local pero que acabará siendo de vital importancia para el devenir de la política en el continente.

Son siete los personajes que hemos visto ya –seis nuevos prácticamente- y toca volver a los viejos conocidos: desde la capital la Reina Regente Cersei Lannister irá poco a poco cavando su propia tumba en su empeño de convertirse en la gobernante del reino. Sus decisiones son discutibles pero su dolor por la muerte de su padre y de su hijo, el temor a perder a otro, el odio hacia su hermano deforme y el desprecio hacia su otro hermano, antiguo amante y padre de sus criaturas, la harán tomar caminos cada vez más peligrosos que amenazan con traerle la ruina. Jaime Lannister empezará también junto a su hermana, pero pronto partirá en busca de los lugares donde todavía quedan guerreros que se resisten al nuevo rey. Jaime es un personaje cuya evolución ha sido muy marcada, pero llena de lógica. La pérdida de su mano derecha, aquella con la que manejaba la espada, le ha cambiado de por vida y descubrir las traiciones en el seno de su propia familia lo ha amargado todavía más si cabe. Refugiado en su papel de comandante de la Guardia del Rey, todavía le queda mucho que decir al heredero de Casterly Rock. El que sea uno de los personajes más impredecibles también lo hace uno de los más interesantes.


Arya Stark se ha revelado como uno de los personajes más viajeros.  En mi opinión todavía sigue siendo en muchos momentos algo cargante y sigo sin saber por dónde irán las tramas a su alrededor. Si al final del anterior volumen la dejábamos embarcada y alejándose del continente y de todo lo que había conocido, ahora la encontramos bajo una nueva identidad –y van ya unas cuantas- en la costa de Braavos, en el este, siendo novicia de un culto antiguo donde deberá olvidar su antigua identidad, algo que no le resultará nada fácil y que, al final, le traerá horribles consecuencias. Todo por seguir esas enigmáticas palabras, valar morghulis, que han ido rigiendo su vida en los últimos meses.

Al contrario que su hermana menor, el personaje de Sansa Stark ha ido ganando en intensidad y en importancia, desde que su destino quedara ligado al de Petyr “Meñique” Baelyr al reino en las montañas de Eyrie. También bajo una nueva identidad como hija bastarda del antiguo maestro de moneda, ahora protector del reino, Sansa verá la oportunidad de reclamar lo que por derecho le pertenece, que no es otra cosa que el trono de Winterfell. Aunque tiene pinta de que todavía quedan muchos planes por desvelar en esta conjura, sobre todo con Petyr maquinando.

Ya solo queda un personaje por reseñar. Y es que si el primer libro era de Eddard Stark, el segundo de Tyrion y el tercero de Jon Snow, éste cuarto volumen pertenece a la doncella de Tarth, mujer guerrera, tan fea como valerosa y uno de los pocos personajes idealistas que van quedando: Brienne de Tarth. Dedicada a sus votos hechos a una mujer a la que ella cree muerta, Brienne se dedicará en cuerpo y alma a seguir la pista de Sansa Stark desde King´s Landing hacia el norte y sobreviviendo a peligrosas compañías, traicioneras emboscadas, inhóspitos pueblos arrasados por la guerra y en definitiva a todos los peligros que se enfrenta una mujer en una tierra asolada que se ha convertido en un festín de cuervos. Resulta incluso irónico que ella no sepa que va tras los pasos de la hermana equivocada, algo que el lector intuye casi desde las primeras páginas. De paso aprovecha Martin para unir esta trama con otras que dejamos inconclusas en el anterior libro, sobre todo aquello que tiene que ver con el destino final de personajes como Sandor Clegane o Catelyn Stark, así como la troupe de misteriosos justicieros que acompañaban al sacerdote de la luz roja. Algo que se relaciona directamente, aunque los protagonistas no lo sepan todavía –pero sí el lector sagaz- con la misión de Sam Tarly en el oeste.

Una vez más el autor entrega una novela ardua en su lectura y en su comprensión, pero muy entretenida y emocionante, pese a que hay que reconocer que supone un claro bajón en comparación con la anterior entrega, todo épica, giros de guión sorprendentes y en definitiva, mucho más apasionante; al tiempo que supone la aceptación de que todavía queda muchísimo por contar, en especial teniendo en cuenta que son muchos los personajes queridos por los lectores y llenos de carisma de los que apenas se mencionan unas pocas líneas y de los cuales sabremos más en la siguiente entrega que, ojo, no será consecutiva sino que se desarrollará a la vez que Festín de cuervos, si tenemos en cuenta la cronología. Algo que también habrá que recordar es que el protagonista del Prólogo, que parece morir pero al mismo tiempo resulta que se encuentra con Sam al final de la novela ¿Qué significa esto? ¿Tendrá alguna importancia?

Son muchas las respuestas que todavía debe Martin a su público, que está resultando ser todo lo paciente que se le puede pedir. No queda mucho margen para dejarlo todo atado y bien atado –tres entregas, son siete en total- y la decepción puede ser mayúscula. Pero de momento la cosa avanza bien, a su ritmo lento, pausado, lleno de detalle y de realismo, con una curiosa mezcla entre novela histórica medieval y de fantasía y sobre todo con una capacidad innata, que se renueva constantemente, para sorprender al lector en el devenir de la historia. Martin sabe jugar sus cartas y lo hace muy bien.

Ya queda menos para el final. Valar morghulis


2 comentarios:

  1. Hace poco terminé de leer los libros de esta saga que sin duda también me ha encantado. Excelente análisis y crítica, es cierto que es más lento que los otros, pero no por ello deja de ser bueno.

    Un par de apuntes: Tommen no se casa con una princesa de Dorne, en realidad los Lannister dependen de los Tyrell (Tommen se casó con Margaery), y la Montaña que Cabalga no peleó contra el príncipe Doran (el padre de Arianne Martell), sino contra Oberyn Martell (la Víbora Roja).

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  2. Gracias Johnny por las aclaraciones.

    La verdad es que incluso recién leídos son difíciles de reseñar teniendo en cuenta la enorme cantidad de personajes que maneja Martin.

    Ánimo y continúa con la saga, que todavía te queda uno por leer.

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