viernes, 21 de febrero de 2025

El Capitán América de Mark Gruenwald & Ron Lim: calles envenenadas

 

Portada de Ron Lim & Jim Lee

Durante los diez años que el guionista Mark Gruenwald guió los pasos del Centinela de la Libertad colaboró con un buen puñado de dibujantes, de un nivel más que aceptable, con los que dio salida a varias de las sagas más famosas del personaje: Paul Neary, Kieron Dwyer, Ron Lim, Rik Levins o Dave Hoover fueron los principales, a los que acompañaron muchos otros realizando fill-ins necesarios para cumplir con las fechas de entrega, etapas intermedias, complementos mensuales o números especiales. 

Ron Lim es un veterano dibujante todavía en activo que en el cambio de década entre los ochenta y los noventa del siglo pasado se hizo muy popular en Marvel Comics gracias sobre todo a su versión de Estela Plateada y a su asociación con Jim Starlin a la hora de dar salida a la Trilogía del Infinito. Sin ser nunca reconocido como uno de los grandes artistas de Marvel –y con razón, ya que su trabajo siempre ha tenido serias limitaciones, sobre todo a la hora de dotar de una mayor expresión corporal y facial a sus personajes y con tendencia a repetir demasiado a menudo las mismas poses e incluso secuencias en su narrativa-, hay que reconocerle sus virtudes, como su dinamismo a la hora de narrar la mejor acción superheroica o su rapidez en el tablero de dibujo, lo que lo hacía un profesional de lo más fiable para una colección regular. 

El USAgente de Ron Lim

Tengo que reconocer el cariño que le tengo al Lim de esa época –en los últimos tiempos su trabajo me parece más acartonado, con un acabado más basto y sin congeniar con ninguno de los entintadores con los que ha colaborado-. Probablemente porque en ese momento, la década de los noventa, en la que el cómic de superhéroes entró en una de sus etapas más oscuras, dibujó a dos de mis personajes favoritos, Estela Plateada y Spiderman. Me hacían gracia sus figuras tan tochas, su uso de las líneas cinéticas para marcar los movimientos de los héroes y, sobre todo lo demás, sus Kirby dots –y es que nadie ha plasmado el poder cósmico en la página como Lim-. 

A priori Lim parecía un dibujante de lo más apropiado para el Capi de Gruenwald, que en ese momento protagonizaba una colección sobre todo basada en la acción y la aventura más superheroica, con un guionista que de vez en cuando acusaba una falta alarmante de ideas -¿Steve Rogers rejuvenecido hasta volver a la adolescencia?- pero que en la mayoría de sus historias demostraba una enorme profesionalidad, con ganas de introducir nuevos personajes secundarios que aportaran algo diferente a la colección –tanto villanos como aliados- y siendo siempre coherente con la personalidad de su protagonista, así como con su papel dentro del Universo Marvel –Gruenwald siempre ha sido considerado uno de esos guionistas respetuosos con la continuidad, gran conocedor de la historia del Universo Marvel y muy capaz de sacarle todo el partido posible-. 

Pin-Up de Ron Lim con los principales secundarios de la serie Captain America

El primer número de Lim en la colección es el Captain America #366 USA, con fecha de portada de enero de 1990 –su entintador sería el desconocido para mí Dan Bulanadi-. Todavía tardaría un par de meses en convertirse en el dibujante titular de la serie, ya que esa primera toma de contacto se debió a una ayuda necesaria para que Kieron Dwyer pudiera acabar la saga que se desarrollaba en ese momento, Actos de Venganza –Dwyer puede presumir de haber participado en varias de las aventuras más conocidas del personaje, como la sustitución de Steve Rogers por John Walker como Capitán América o el divertido homenaje a Indiana Jones que supuso La búsqueda de la Gema de Sangre-. 

Otra característica que es imprescindible mencionar para describir esta etapa es la existencia de los conocidos como complementos. Se trataba de una historia adicional a la principal que se narraba en unas pocas páginas finales en cada tebeo y que, si bien estaban también guionizadas por Gruenwald, se encontraban dibujadas por otro profesional diferente al titular de la serie. Esto comenzó a partir del Captain America #358 USA, con Mark Bright (Iron Man) ocupándose de la primera aventura en solitario del USAgente, personaje recién creado por el guionista. A partir del #367 USA le sustituiría un jovencísimo Mark Bagley, que había entrado a Marvel gracias a un concurso de talento que había ganado -sus primeras páginas le servirían al guionista para traer a primera línea a la Sociedad Serpiente, con un Cobra reconvertido en líder del equipo y para ir profundizando en varios de los villanos de la serie-. 

Por esta época el Capi se movía en un trineo aéreo

En estos primeros números de Lim en la colección todavía hay una deuda que pagar en forma de subtramas a la etapa anterior, que tenía a un villano nuevo como Calavera al servicio de uno clásico como el Cráneo Rojo original y al Capi enfrentándose a enemigos sacados de la franquicia mutante, como Magneto o la Reina Negra del Club Fuego Infernal. Aunque lo más interesante es la reconversión de una antigua villana como Iguana en nueva compañera de aventuras del Primer Vengador, lo que iría evolucionando hacia una relación romántica entre ambos. 

Calles envenenadas es la gran saga de esta etapa de la colección: el Capi decide involucrarse de forma personal en una guerra de bandas que sacude las calles de Nueva York por la entrada de una nueva droga de diseño llamada Hielo, llegando a contagiarse por accidente en una redada. La reacción con el suero del supersoldado provoca que Steve Rogers pierda cada vez más la cordura, convirtiéndose en un paranoico violento de lo más peligroso. El guionista aprovecha para enfrentar al héroe a Daredevil, Iguana o la Viuda Negra, pero también a villanos como Bullseye, ya que Kingpin tiene mucho que decir en un asunto que le afecta directamente, ya que supone un ataque a su dominio de las calles de Manhattan. El final de la saga viene acompañado de varios giros argumentales interesantes, como la fusión de las tramas con las propias que traían de la mano a Cráneo Rojo y Calavera o con la eliminación del suero del supersoldado del torrente sanguíneo del Capi, única solución posible para su cura y que nos traería una serie de números en los que el Centinela de la Libertad solo podía depender de su entrenamiento, en una trama que recuerda con mucha fuerza a la despedida del guionista de la colección algunos años después en la saga titulada Último combate

El incipiente romance entre Steve Rogers y Rachel Leighton

La Sociedad Serpiente hereda el protagonismo en la siguiente saga, cuando Iguana, que había pertenecido a ellos, es sometida a un juicio interno una vez es sabido que su interés en el Capitán América va más allá de lo tolerable, por lo que acaba sentenciada a muerte. 

Es una etapa curiosa en la que Gruenwald todavía es capaz de seguir profundizando en su héroe, descubriendo qué le hace ser quién es y poniéndolo a prueba una y otra vez. Pero también es una etapa en la que hay alguna que otra idea de lo más discutible, como que de repente sea un problema para el Capi el hecho de que el suero del supersoldado sea en realidad una droga, por lo que rechaza volver a integrarlo en su cuerpo –un absurdo, porque ese mismo razonamiento invalidaría por completo cualquier tipo de medicamento-. 

Por otro lado, la vida civil de Steve Rogers ha desaparecido casi por completo y solo se relaciona con los colaboradores que le acompañan tanto en su servicio ciudadano como en su presidencia de los Vengadores –ni siquiera tiene una vivienda propia, ya que reside donde los Héroes Más Poderosos de la Tierra tengan su sede-. Estos forman el núcleo duro de los secundarios de la serie, con la excepción de algún héroe con el que el Capi acaba cruzándose –aquí hay que destacar por fuerza la presencia del coronel John Jameson, que ejercía como piloto-. 

El Capitán América se encuentra con el mismísimo Tío Sam

También es imposible dejar de lado la maniobra editorial de los complementos, que disminuían el número de páginas de la historia principal a cambio de ofrecer tramas secundarias cuando no historias completamente diferentes, la mayoría de ellas protagonizadas por el USAgente, que en ese momento formaba parte de los Vengadores Costa Oeste. En vez de integrarse unas con otras como hubiera sido lo normal y se venía haciendo toda la vida, se optó por mantener el mismo guionista pero cambiando al dibujante, dando la sensación de separación entre ambas. 

Al final, tras la etapa de Ron Lim en la colección del Capitán América, queda una buena saga, Calles envenenadas, que resulta entretenida y bien resuelta, con sus puntos flacos pero con un nivel general agradable, más algún que otro número individual repleto de acción y aventura superheroica, con Steve Rogers enfrentado a villanos ajenos a su colección. Merece la pena también destacar el Captain America #383 USA, que con fecha de portada de marzo de 1991 –y qué portada, realizada por Lim pero entintada por el mismísimo Jim Lee- celebraba el cincuenta aniversario del personaje, que se veía inmerso en una aventura un tanto extraña y loca en la que acababa encontrándose con varias de las figuras más importantes de la tradición norteamericana. 

La colección avanzaba con paso firme hacia cierta indiferencia por parte de los aficionados, pero todavía era capaz de sacarse de la manga alguna que otra historia interesante, como es el caso que nos ocupa.

Capitán América Vs Bullseye, por Ron Lim

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