Acaba de llegar a las librerías la reedición de Miedo veinte años desde que viera la luz por primera vez. Un trabajo autobiográfico en el que el guionista David Muñoz narraba su terrible experiencia con el acoso escolar. El bullying también es un tema central de su última obra, Territorio, publicada el año pasado y realizada en colaboración con el artista Miguel Robledo en un largo proceso creativo que les ha llevado siete años dibujar y unos nueve en llevar a cabo.
La idea central de Territorio se podría resumir como el encuentro, dos décadas después, de una víctima de acoso escolar y su principal verdugo en una situación de poder inversa en la que el primero tiene todas las de ganar. El autor de La casa de los susurros lanza aquí una pregunta al lector sobre qué cree que pasaría y si tendría sentido o no la palabra “venganza”.
Sin embargo, la historia va mucho más allá, con varias capas de lectura diferentes, ya que se encuentra ambientada en un tiempo futuro –alrededor del 2070- y en un lugar extraño, un planeta alienígena habitado por una raza inteligente de semejanza física a los armadillos terrestres con la que la humanidad lleva varios años en guerra.
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Página de Miguel Robledo y uso del color en Territorio |
El capitán Noguera es uno de los responsables de mantener la paz en un sector del planeta enemigo. Cuando el soldado Castro se incorpora a su unidad para cubrir una baja, lo reconoce como uno de sus torturadores en su época de instituto –secuencias que se muestran al lector con toda su crudeza en modo flashback-. Esto produce una fuerte impresión en el protagonista, un eficiente mando militar intermedio a unos pocos días de volver a casa con su mujer y su hija que es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de la verdadera realidad tras el papel que juega el ejército al que pertenece.
De ese modo la trama principal se va desarrollando alrededor de otros temas más propios del bélico y que también tienen su traslado a nuestro mundo real actual, desde la ocupación de territorio enemigo con fines colonialistas hasta las consecuencias del pacifismo, pasando por los objetores de conciencia en tiempos de guerra o de las tropelías que llegan a cometer los soldados en el campo de batalla, ya sea con la conveniencia o no de sus superiores.
Una historia compleja que se desenvuelve con naturalidad y que atesora en su interior alguna que otra secuencia bélica estupendamente ejecutada por Robledo, que se destapa aquí con su trabajo más importante hasta la fecha, pese a tener una larga experiencia en otros campos relacionados con el dibujo como pueden ser la ilustración o la animación.
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Composición de página con pocas viñetas y sin borde exterior |
El formato elegido para presentar Territorio ha sido el del álbum europeo, aunque con un mayor número de páginas del habitual -136 según la web de Astiberri, casa del guionista donde ha publicado sus últimos trabajos y donde además ha ido recuperando algunos más antiguos que en su momento fueron publicados por otras editoriales, como la mencionada Miedo o Sordo, ambientada justo al acabar la guerra civil española-.
Esto permite a Robledo brillar con un diseño de página en el que caben pocas viñetas que además ocupan todo el espacio de la misma, llegando sus ilustraciones hasta el mismo borde de la página. Con un acabado no demasiado definido ni abundante en el detalle, aunque case a la perfección con el estilo europeo de la ciencia-ficción –a veces hay cierto regusto al cómic japonés en algunas de sus figuras y no he podido evitar acordarme de animes como Evangelion-; y un uso del color muy acertado en tonos apagados –verdes, ocres, algo de amarillo- que se iluminan con una mayor intensidad en las secuencias más violentas, sobre todo cuando intervienen los disparos y las explosiones.
Hay también un enorme trabajo detrás de caracterización y no solo del personaje central. Los armadillos antropomórficos con los que se enfrentan los soldados humanos; la tecnología y el armamento moderno que permiten la supervivencia y la lucha en otro planeta o los paisajes alienígenas sobre los que se combate muestran un gran trabajo del dibujante, que completa el tomo con varias ilustraciones a toda página.
Territorio es un estupendo cómic que plantea al lector una serie de
dilemas de sobra conocidos en torno a la guerra, pero añadiendo además una capa
extra de lectura al fusionarlo con una trama muy personal a priori ajena a lo
que se está contando, pero que encaja sin dificultad y que acerca la historia a
los personajes, haciéndola muy humana y real, pese al entramado de
ciencia-ficción bélica. Su parte gráfica es estupenda, con una edición acorde y
cuidada en su diseño. Para Robledo marca el inicio tardío de una carrera en el
largo, mientras que Muñoz sigue demostrando una enorme capacidad para generar
historias con un punto diferente y sorprendente.
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Impactante splash-page de Miguel Robledo para Territorio |
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