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Portada del tomo de la colección de Panini |
Jack Kirby volvió a Marvel en 1975 por tercera vez en su carrera tras pasar los cinco años anteriores trabajando para DC Comics en exclusiva. Aunque en la Distinguida Competencia había conseguido interesantes mejoras contractuales, la verdad es que sus ideas más personales no consiguieron llamar la atención del público, al menos no tanto como los encargos de la editorial (Kamandi, ¡el último chico de la Tierra! es un buen ejemplo de esto último).
En su vuelta a La Casa de las Ideas Kirby se aseguró un contrato a la altura, tanto en la parte económica como en la creativa, convirtiéndose en uno de los artistas con mayor libertad dentro de la empresa. Pero hay que tener en cuenta que el término libertad creativa nunca, nunca, está por encima de los intereses de los editores y de la propia compañía, por lo que Kirby tuvo que llegar a sus propios acuerdos. Por ejemplo, trabajó con dos personajes con los que ya estaba de sobra familiarizado, el Capitán América, al que había ayudado a crear junto a Joe Simon en la II Guerra Mundial y Pantera Negra, que había nacido de su colaboración con Stan Lee cuando ambos dieron vida al Universo Marvel a mediados de la década de los sesenta. También dio inicio a proyectos nuevos como la personal adaptación de 2001, una odisea del espacio, en el que Marvel estaba interesado, pero no fue hasta la salida del primer número de The Eternals, concretamente en julio de 1976, cuando Kirby pudo entregarse a sus verdaderos intereses artísticos.
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Desviantes, humanos y Eternos |
Ya en su etapa en The Mighty Thor (Y ahora… ¡Galactus!) Kirby había jugado con las diferentes mitologías que habían dado origen a los panteones de dioses más conocidos, como el nórdico o el griego. Su interés en crear una nueva mitología no hizo más que crecer y ya en DC lo intentó con los Nuevos Dioses, si bien estos conceptos no triunfaron entre los aficionados hasta muchos años después, pese al enorme trabajo de Kirby en su caracterización. Los Eternos no es sino un nuevo intento del Rey de los Cómics por crear su propia mitología, si bien esta vez los resultados fueron bien diferentes. Su nueva serie era más asequible y comprensible por parte del aficionado que el lío que se montó con los Nuevos Dioses y todas las series que había que seguir para enterarse de algo. Sin embargo, la suerte de los personajes fue totalmente diferente: los Eternos han pasado más que desapercibidos a lo largo de los años dentro de Marvel Comics, con pequeños intentos aquí y allí por regenerar el interés del público y con resultados muy pobres. Una prueba irrefutable de esto es que en los volúmenes sucesivos que han ido protagonizando nunca han conseguido superar las diecinueve entregas que duró la serie regular de Kirby –a la que hay que sumar un Annual-.
Entrando en harina, lo que Kirby plantea aquí es su propia interpretación, pasada por el filtro de su enorme amor por el género de la ciencia-ficción y su conocimiento de las claves de la narrativa del comic-book, de una serie de teorías seudocientíficas de la época en la que se jugaba con la idea de que las antiguas civilizaciones de la humanidad, como por ejemplo la inca o la egipcia, habían tenido su origen en una serie de contactos con inteligencias extraterrestres que habían abandonado la Tierra no sin antes dejar su legado en ella.
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El space jockey de Kirby |
Los Celestiales, seres de enorme poder y tamaño de origen incierto provenientes del espacio exterior –y uno de los pocos conceptos volcados en esta serie que sí que han perdurado con fuerza en la historia del Universo Marvel-, llegaron a la Tierra hace millones de años para jugar genéticamente con los antepasados de los seres humanos, dando lugar a tres razas bien diferentes, cada una de las cuales evolucionó a su propio ritmo. El hombre tal y como lo conocemos comparte así origen con los Eternos, seres de perfección física y enormes poderes mentales y con los Desviantes, cuya inestabilidad genética los hacen cambiar de forma física, dando lugar a las más extrañas deformaciones. Los Celestiales han visitado la Tierra en tres ocasiones y es la llegada de la Cuarta Hueste, con la intención de juzgar la vida inteligente que habita el planeta, la que sirve como origen de esta serie. Hasta ahora las tres razas han vivido separadas y los hombres no han sabido nada de las otras dos a excepción de los mitos y leyendas que ha ido creando cuando se han cruzado de forma fortuita con estos seres extraordinarios.
Este es uno de los juegos favoritos de Kirby: ligar la presencia de Desviantes y Eternos al origen de varias de las historias que han acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Por ejemplo, fue Ikaris el responsable de llevar a buen puerto al Arca de Noé; Duende sirvió como inspiración a William Shakespeare y lo mismo hizo Sersi cuando convirtió en cerdos a los acompañantes de Ulises en su vuelta a Ítaca. Los Desviantes, gracias a su apariencia monstruosa, son la fuente original de los mitos en torno a los demonios, ya que además suelen habitar en las profundidades –el hundimiento de Lemuria en las aguas del Atlántico sur no fue sino el resultado de la venida a la Tierra de la Segunda Hueste, para poner fin a los desmadres de los Desviantes, que habían conseguido sojuzgar a la humanidad-.
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El eterno Ajax, por Jack Kirby |
Los Eternos es una obra muy personal de Jack Kirby, con una enorme cantidad de conceptos nuevos vertidos en los primeros números. El Rey siempre ha tenido una imaginación portentosa, ha sido un gran amante de la ciencia-ficción y en esta serie pudo dar salida a esos diseños fantásticos, sobre todo de tecnología y escenarios futuristas, que tan bien se le han dado siempre y que lo han hecho famoso –me ha llamado mucho la atención del primer número de Los Eternos las influencias que podemos encontrar en el Space Jockey del Alien de Ridley Scott-. Es claramente una serie fuera de su tiempo, donde Kirby al principio parece dar el protagonismo a un Eterno, el mencionado Ikaris –cuyo diseño es algo sobrecargado, hay que reconocerlo- pero al que pronto relega en favor de otros Eternos que va presentando conforme van avanzando los números. La llegada de la Cuarta Hueste de los Celestiales a la Tierra obliga tanto a Eternos como a Desviantes a darse a conocer a la opinión pública, trayendo consigo todo tipo de enfrentamientos.
Resulta curioso el hecho de que, teniendo en cuenta que durante una década Kirby trabajó en dar consistencia al Universo Marvel, en su mayor momento de libertad creativa prefiriera mantener a sus creaciones lejos de él. Sin duda esto tuvo que ver en la aceptación de la serie entre el público y aunque Marvel le presionó para que rectificara, Kirby no lo hizo hasta el segundo año de la colección, quizás demasiado tarde si su intención era agradar al público –durante el primer año Kirby metió una mención a Los Cuatro fantásticos en una charla universitaria y convirtió en agentes de SHIELD a un grupo de especialistas enviados por los Estados Unidos para estudiar a los Celestiales, un mero gesto sin ningún efecto sobre las tramas de la serie. Cuando finalmente cedió a las presiones de la editorial, lo hizo en una saga claramente alargada de unos tres episodios en los que algunos de los Eternos más importantes se enfrentaban cara a cara con Hulk, pero no el verdadero, sino un robot con la apariencia de Hulk que había conseguido un poder increíble-.
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Espectacular doble página de Kirby para Los Eternos |
Los inicios de la colección, que son los más interesantes, son un vaivén constante, una lluvia de conceptos diferentes que gozan de un dibujo a un buen nivel y salpicados aquí y allá por la mejor acción que tan bien sabía narrar Kirby. Ese desorden puede alejar a muchos lectores, pero tiene una espontaneidad y una fuerza que luego se va perdiendo conforme la serie se vuelve más mainstream, más superheroica, cuando Kirby ya decide apostar por Ikaris como protagonista absoluto y deja de lado conceptos tan curiosos como el ritual de la Unimente, en el que se fusionan todos los cuerpos y psiques de la raza entera de los Eternos. Sin ir más lejos, el primer Annual de la colección es ya el típico enfrentamiento físico por las calles de Nueva York entre la Eterna Thena y dos Desviantes a los que ha tomado bajo su protección contra una amenaza que es capaz de conjurar enemigos sacados de la corriente temporal.
A Kirby, que ejerce de guionista y dibujante, le asiste a las tintas John Verpoorten en los primeros cuatro episodios y luego Mike Royer, al que el propio Kirby contrató como entintador y que le acompañó durante muchos años en el tablero de dibujo –él es el encargado de escribir el prólogo a la recopilación de esta serie-. El color de Glynis Wein completa el equipo artístico, al que hay que añadir a Marv Wolfman en calidad de editor.
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Los Eternos y la Unimente |
Panini ha recopilado estos números en una Colección Los Eternos en nueve volúmenes con motivo del próximo estreno de la película de Marvel Studios que los adapta a la gran pantalla. En ella encontraremos hitos modernos de los personajes, como la miniserie de Gaiman y Romita Jr., o la gran saga que Roy Thomas orquestó cuando era guionista de Thor con el objetivo de integrarlos de manera definitiva en el Universo Marvel de toda la vida (La llegada de los Eternos y El fin de los Eternos) y que es la continuación natural de lo narrado por Kirby. Tomos en tapa dura de los cuales son los dos primeros los que recopilan toda la aportación del Rey a los personajes, incluyendo algún extra en forma de artículo sobre el artista o sus propias declaraciones sobre la obra, que fueron publicadas en los cómics cuando estos vieron la luz.
La serie acabó de forma
abrupta en el número diecinueve en enero de 1978 cuando Kirby decidió no
renovar su contrato con Marvel. La
última vez que abandonó la compañía lo había hecho como una de las grandes
estrellas del medio, pero tras cinco años en los que su estrella había decaído
su vuelta no se sintió como un triunfo, al menos no por parte de toda la
plantilla de la editorial, que no se lo pusieron nada fácil. El hecho de que
sus tebeos no acabaran de despegar entre el público hizo que las condiciones de
renovación fueran a la baja, al menos en la parte creativa, planteándole que se
limitara al tablero de dibujo –Kirby había evitado a toda costa participar en
nada que hubiera creado con Stan Lee, a excepción de su novela gráfica sobre
Estela Plateada-. Alicaído, decepcionado con el medio y con sus propios
compañeros y aquejado cada vez más de diferentes problemas físicos derivados de
su trabajo, como una vista cada vez más cansada y continuos dolores de espalda,
Kirby decidió fichar por el estudio de animación de Hanna-Barbera, que en ese momento estaba produciendo precisamente
una serie sobre Los cuatro fantásticos. Kirby no volvería a trabajar para Marvel nunca más.
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Portada de Jack Kirby para The Eternals #1 USA |
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