Publicada en 2020, se trata de la continuación directa de El asesinato de Sócrates (2016), la anterior novela de su autor, en la que se nos trasladaba a un periodo concreto de la Grecia clásica, aquel en el que vivieron Sócrates y su discípulo más avanzado, Platón, y aquel en el que tuvo lugar un importante cambio de poder cuando Esparta ganó la guerra a Atenas, pasando a ser la potencia dominadora y acabando de paso con una de las épocas de mayor esplendor de la ahora capital griega.
Situada unos años después, son los hijos de los protagonistas de la anterior novela los que toman ahora el testigo. Altea, hija de Perseo, una de las pocas mujeres que asisten como alumnas a la escuela platónica; su hermano Eurímaco, que se encuentra en una encrucijada personal tras haber perdido a su propia familia; y Platón, al que podemos considerar como hijo espiritual de Sócrates, que tendrá que decidir si se juega su prestigio e incluso su seguridad personal si quiere llevar a cabo su sueño más ambicioso: el de educar a un líder que permita un modelo de gobierno que se rija por sus principios de justicia y sabiduría.
Marcos Chicot conserva las trazas que llevaron a su anterior novela a convertirse en una de las más vendidas del género histórico al que pertenece, jugando a mezclar hechos y personajes reales con otros sacados directamente del mundo de la ficción y dando así salida a una historia interesantísima en la que dos familias de Esparta y Atenas, unidas por una serie de lazos invisibles, vivirán de primera mano los cambios sociales y políticos de su tiempo.
En ese aspecto, aquellos que disfrutaron con El asesinato de Sócrates lo harán con su continuación, ya que no hay variaciones en el estilo, si bien es cierto que hay un mayor número de tramas y personajes, por lo que resulta de lo más entretenida. Platón vivirá en primera mano el cautiverio cuando intente llevar a cabo su proyecto en Siracusa, lo que hoy es Sicilia, una vez el tirano que dominaba la región con mano de hierro pase a mejor vida y sea su hijo el que herede el título; gracias a Altea y Perseo tendremos un asiento de primera fila para conocer la vida en la Atenas de la época, donde las rivalidades en la Asamblea rivalizan con las propias del campo de batalla y donde las mayores traiciones pueden producirse en el mismo corazón del hogar; Eurímaco nos llevará a la primera línea de batalla, ya que la supremacía de Esparta no es solo puesta a prueba por el resurgimiento de Atenas, sino por la aparición de una nueva potencia militar capaz de sembrar el caos en el mundo griego, a cuya cabeza se encuentra uno de los líderes militares más importantes de su época, Epaminondas -la hegemonía de Tebas sobre sus ciudades vecinas no duró mucho tiempo, pero instauró una serie de innovaciones en la forma de hacer la guerra que fueron más que aprovechadas por un soldado que la vivió de primera mano y que llegaría a ser rey de Macedonia, conocido desde entonces como Filipo II, padre de uno de los conquistadores más importantes de la historia de la humanidad-.
El asesinato de Platón es una novela interesante que aúna a la perfección tramas más mundanas con otras más trepidantes y atrevidas; en la que podemos encontrar momentos de calma que muestran el día a día en una ciudad como Atenas o Esparta con otros de lucha y muerte. Y que apuesta por una parte divulgativa sin que esta sea aburrida o se sienta metida con calzador ya que hay espacio de sobra para que el lector se fije no solo en las principales ideas y tesis de Platón, sino en las artes de la época que incluían la pintura, la escultura o la creación de cerámicas, de la que Perseo es un gran artesano.
Desconozco si Chicot ha manifestado o no la idea de continuar utilizando a los filósofos de la Grecia clásica como puntales de su reconstrucción de la época histórica en la que vivieron, pero es evidente que en esta última novela publicada hasta la fecha se plantan algunas semillas que podrían utilizarse perfectamente para tal fin. Filipo II de Macedonia engendró a Alejandro Magno, uno de los grandes genios militares de la historia de la humanidad, que durante buena parte de su juventud tuvo como preceptor a Aristóteles, que durante un breve periodo de tiempo estudió en la academia platónica -tanto Filipo como Aristóteles aparecen brevemente en esta novela-. Además, este es un rasgo que me gusta especialmente de esta serie histórica, ya que Chicot no convierte a los filósofos cuyo nombre otorga título a las novelas en los protagonistas absolutos del relato, siendo en muchos momentos una importante figura secundaria de las tramas, pero secundaria, al fin y al cabo.
ACTUALIZACIÓN: a fecha de
publicación de este post, el autor ya ha confirmado la publicación de su
siguiente novela, El asesinato de
Sócrates.
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