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Cartel promocional de la primera temporada de The Last Of Us |
The Last of Us es uno de esos videojuegos que acaban siendo conocidos incluso para aquellos que nunca jugamos a videojuegos. Ya sea gracias a la calidad que atesoran o a la repercusión que en un momento dado acaban teniendo, la verdad es que conocemos parte de su argumento, de sus personajes, e incluso de su jugabilidad o de sus polémicas. Sin entrar en detalles, claro, pero sabemos de qué va The Last of Us: así a bote pronto, salió en 2013, de la mano de la misma compañía de Uncharted; una trama de supervivencia postapocalíptica en tercera persona, con toques de terror; tuvo una secuela, la cual desconozco si mantuvo o no el nivel de su primera parte. Y, sobre todo, era uno de esos juegos donde la narrativa era una parte muy importante.
Con tal bagaje, no tengo manera de discernir si la serie de televisión llevada a cabo por la HBO, estrenada en enero de 2023, y de la cual se han emitido dos temporadas, de nueve y siete episodios respectivamente, es una buena o una mala adaptación -ni siquiera si es fiel o no al espíritu del juego, independientemente de la calidad de esta-. Lo que sí puedo es comentar sobre las expectativas en torno al máximo responsable de llevar a cabo el proyecto, un Craig Mazin que triunfó hace unos años como creador y guionista de la estupenda -y multipremiada- Chernobyl (2019). El hecho de que el creador original del videojuego, Neil Druckman, estuviese implicado en primera línea en el desarrollo de la serie también sumaba enteros a las ganas de verla.
El panorama televisivo actual tiene poco o nada que ver con el de hace unos años, ni siquiera en una cadena acostumbrada al éxito como la HBO. El estreno del último episodio de Juego de Tronos marcó un antes y un después, dando salida a una época donde cada vez es más difícil que una serie se convierta en la serie de la que todo el mundo habla. The Last of Us puede haberse acercado todo lo posible, pero su repercusión ha quedado muy lejos de los grandes fenómenos de antaño, como prueban hechos irrefutables como que su segunda temporada haya tardado dos años en estrenarse o que el número de episodios haya decrecido en su segunda tanda.
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Bella Ramsey y Pedro Pascal como Ellie y Joel |
Lo que sí ha conseguido mantener la HBO a lo largo del tiempo en estas grandes historias para televisión es su personal sello de calidad: el diseño de producción de la serie brilla con fuerza -maquillaje, decorados, abundantes escenas rodadas en exterior-; los acabados de los efectos especiales están realmente bien conseguidos y, en general, la definición y desarrollo de los personajes protagonistas está cuidada con mimo. Incluso la banda sonora, orquestada a cuatro manos entre David Fleming y el ganador del Oscar Gustavo Santaolalla, es remarcable, con todo el juego narrativo y emocional que dan los acordes de las guitarras, sobre todo en su segunda temporada -la empresa Elastic fue la encargada de los estupendos créditos iniciales-.
Gran parte de la notoriedad de la serie se debe a la elección de su actor protagonista, Pedro Pascal, uno de los profesionales más de moda en Hollywood en la actualidad y cuyo despegue artístico tuvo lugar bastante tarde, precisamente en una de las primeras temporadas de Juego de Tronos, en la que interpretó a Oberyn Martell, la Víbora Roja. Desde entonces ha sabido gestionar su carrera de una manera inteligente, sin abandonar los papeles principales, pero sin hacerle ascos a papeles secundarios. Sus protagonistas en Narcos y, sobre todo, en The Mandalorian lo situaron como uno de los actores más cotizados en televisión, sin dejar de lado sus apariciones en pantalla grande, la mayoría de las veces en grandes producciones -como la reciente Gladiator 2 (2024) o la futura nueva versión de Los 4 Fantásticos que se estrena este mismo verano-.
Pascal es un actor que demuestra cierta versatilidad en sus trabajos. Indudablemente atractivo, tiene una característica especial que lo hace ideal para interpretar a Joel, uno de los dos protagonistas de The Last of US, un tipo duro y resolutivo capaz de las peores acciones: cae fenomenalmente bien a todo el mundo. Ahora mismo es uno de los actores más cotizados del momento precisamente por esto, lo que le viene que ni pintado a su personaje, que no llega ni a antihéroe.
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Los efectos del Cordyceps |
Bella Ramsey, la actriz elegida para dar vida a Ellie, también se dio a conocer gracias a Juego de Tronos, donde interpretó brevemente a uno de esos personajes que se convirtieron por derecho propio en uno de los favoritos del público: la joven de diez años a cargo de la Casa Mormont, Lyanna Mormont. Más allá de la necesaria química que debe demostrar -y demuestra- en pantalla con Pascal, con el que comparte la mayoría de los minutos del metraje, hace un buen trabajo a la hora de alternar los momentos del relato en los que tiene que aparecer como una adolescente que apenas sabe nada de la vida, por lo que todo es un fantástico descubrimiento para ella, con aquellos otros en los que la inocencia ha quedado destruida y ha dado paso a un personaje nuevo, más duro, resentido e incluso trágico. Además, ha tenido que lidiar con una serie de críticas de lo más desagradables por parte de un sector del público con serios problemas para disfrutar de historias de ficción en el que un personaje femenino con un papel determinante en la trama no encaja con su definición previa de lo que debe ser una mujer. Por lo que he leído, esto es algo a lo que el videojuego también tuvo que enfrentarse en su momento así que, estando su creador plenamente integrado en el proceso creativo de su traslación a la pequeña pantalla, no hay ninguna duda de cómo debe o no ser el personaje, sobre todo de cara a los fans de la Play.
Otro aspecto que suele cuidar mucho la HBO en sus series estrella es el elenco de secundarios. Esto a veces puede provocar cierta distracción en el espectador, sobre todo en la primera temporada, que tira en muchos momentos del viejo recurso del villano de la semana, para lo que viene que ni pintado un rostro conocido de la televisión -en su concepción es más episódica, mientras que la segunda tiene claramente un desarrollo argumental más lineal, centrado más si cabe en la principal trama-. Entre los que tienen un mayor tiempo en pantalla y los que no, hay una enorme cantidad de actores conocidos, muchos de ellos habituales de la propia HBO: Anna Torv (Fringe), Melanie Lynskey (Yellowjackets)¸ Rutina Wesley (True Blood), Robert John Burke (Gossip Girl), Jeffrey Wright (Westworld), John Hannah (Spartacus), el sueco Christopher Heyerdahl (Hell on Wheels), Scott Shepherd o Joe Pantoliano -por su impacto en la segunda temporada, merece un comentario aparte la aparición de Kaitlyn Dever interpretando a Abby, una joven actriz que me ha gustado mucho tanto en Justified como, sobre todo, en Dopesick, y que todavía tiene mucho que decir en esta historia-.
The Last of Us se desarrolla en un mundo postapocalíptico en el que un virus de origen vegetal, un hongo, es capaz de contagiar a los seres humanos y esclavizarlos, matándolos en el proceso, convirtiéndolos en una especie de híbrido humano-planta e integrándolos en una mente colmena cuyo único propósito es seguir expandiéndose a otros seres vivos hasta que no quede ningún ser humano original. La caracterización de estos bichos, monstruos con pinta humanoide, es que son especialmente rápidos y salvajes y si ya tenemos en cuenta que transmiten su ¿enfermedad? a mordiscos, en el fondo estamos hablando de una serie de zombies de toda la vida, al estilo de lo que fue en su momento 28 días después (2002) o Amanecer de los muertos (2004). Si la serie además no se conforma con ser un producto de acción al uso repleto de carreras, tiros y explosiones, sino que presta cierta atención al contexto social en el que los supervivientes sobreviven, eso la emparenta directamente con The Walking Dead. Y eso son ya palabras mayores, porque la comparación es inevitable y no siempre a favor de la serie de HBO.
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Cartel promocional de la segunda temporda de The Last of Us |
The Walking Dead es un auténtico fenómeno televisivo nacido de las páginas del cómic de mismo nombre. No es solo que su serie principal estuviera en antena durante más de una década, con unas cifras de audiencia extraordinarias, sino que es uno de esos productos de entretenimiento que han calado con mucha fuerza en el imaginario colectivo y que todavía perdura en nuestros días gracias a varios spin-off que siguen emitiéndose con una salud de hierro en la cadena AMC -el primer episodio de la serie creada por Frank Darabont apareció a finales del año 2010-. Es por esto por lo que una de las principales críticas que recibe la adaptación de The Last of Us es que, simplemente, ya lo hemos visto todo antes -y varias veces, y en algunos casos, incluso mejor-. Esto no tiene por qué restarle a la serie creada por Mazin, pero es innegable que ha estado ahí en el debate desde que se estrenaron sus primeros episodios –quizás esta última carga algo más las tintas en el terror de monstruos de lo que lo hace la serie basada en los cómics de Robert Kirkman-.
De lo que sí puede presumir la producción de la HBO es de que al menos un episodio de cada una de las dos temporadas que se han emitido hasta ahora se encuentra entre lo mejor que se pudo disfrutar ese año en televisión -en su primera temporada, The Last Of Us estuvo nominada a tres Globos de Oro y cinco Premios Emmy, pero no se llevó ninguno a casa-. Long, Long Time, el tercer episodio de la primera temporada, el protagonizado por Nick Offerman, narra la historia de una pareja que se conoce en plena pandemia y que sobrevive en la casa de uno de ellos, preparada exprofeso para cualquier tipo de guerra o eventualidad. Hasta cierto punto un alto en el camino de los protagonistas, pero bien bonito y que desató las lágrimas del respetable, así como los elogios de la crítica -a mí me fascinó el uso del tiempo narrativo para contar toda una vida en un episodio de apenas cincuenta minutos-.
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Diseño de los monstruos infectados en The Last of Us |
Ya en su segunda temporada, el segundo episodio, Through the Valley, es uno de esos despliegues de fuerza que hace la HBO de vez en cuando, pero que además tiene una importancia capital dentro de las tramas de la serie, a lo que hay que sumar que, al menos en mi caso, supuso una sorpresa total, algo inaudito en los tiempos que corren, repletos de spoilers y de adelantos, muchas veces de las propias productoras. Una sensación para recuperar, que un capítulo te deje con la boca abierta, más propio de una season finale que de un episodio intermedio -a cambio, hay que reconocer que, si bien el interés no ha decaído en esta segunda temporada, sí que cuenta una historia no solo diferente, sino también más tópica que en su primera tanda de episodios y que concluye con uno de esos cliffhanger de manual, de los que no suelen gustar demasiado-.
En definitiva, The Last of Us se consolida en su segunda temporada como una de esas series que hay que seguir, en medio de una vorágine de estrenos anuales en todas las cadenas de streaming, pero al mismo tiempo siembra algunas dudas en torno a la originalidad de sus tramas, con algunos episodios que han ralentizado tanto el ritmo que aconsejan su visualización semanal para no aburrir al personal. Eso no quita que haya sido renovada para una tercera temporada sin problemas, donde además se espera una mayor atención al personaje de Abby, interpretado por Kaitlyn Dever. El diseño de producción brilla a un gran nivel, lo que no hace más que confirmar el compromiso por parte de la HBO para con el proyecto. Falta saber cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que se estrene su tercera temporada, visto lo mucho que tardó en aparecer la segunda, y que sus creadores confirmen en cuántas tienen previsto la adaptación de lo ya mostrado en los videojuegos -y ya puestos, aunque dependerá de las audiencias, si la HBO estará o no dispuesta a continuar la historia más allá-.
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La actriz Kaitlyn Dever interpreta a Abby |
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