Verónica Mars. Tercera -y última- temporada

No hay dos sin tres. Verónica vive sus últimas aventuras en una temporada que intentó ofrecer lo mismo que las anteriores, pero de una manera distinta que atrajera a más audiencia. Lástima que no lo consiguiera.

Las claves, a un click.

Tres por el precio de uno
Ya no hay un solo misterio central que sea el hilo conductor de la serie. Está claro que eso a Verónica la tira de un pie. Ahora vamos a tener TRES, y uno inmediatamente detrás del otro, para que no de tiempo a aburrirse. Y tras la marcha del antiguo novio de la protagonista, pues nada, traemos a otro que le ponga ojitos y le haga la competencia a Logan, que además de tener una renta casi infinita, está como una regadera. Y el instituto, ya está muy visto. Ahora toca ir a la universidad, pero con todos los personajes anteriores, que el pueblo de Neptune tiene de todo y nadie se quiere marchar.

Así habrá que pillar a un violador psicópata que campa a sus anchas por el campus de la universidad y que además, no contento el indeseable, se dedica a rapar a sus víctimas. Y también habrá que dilucidar si el decano se ha suicidado y por qué. Y además, ¿quién puso una cámara escondida en la habitación de Verónica cuando estaba tan atareada con su nuevo novio?

Si le sumamos el "nuevo" empleo del padre de Verónica como sheriff, los problemas de los colegas de universidad, los estudios, el nuevo triángulo amoroso entre los principales personajes…. ¡Ya tenemos nueva-vieja ración de Verónica Mars!

Aún así, no fue suficiente
Y es verdad. Los cambios no fueron novedosos, al menos no lo suficientes para atraer a más gente aparte de los fieles seguidores que pelearon por su no retirada de la parrilla televisiva. Si bien la anterior temporada nos ofreció un final algo precipitado y quizás un poco increíble –por favor, el chaval ese iba a planear todo eso, si era el pringao del instituto- en esta no parecen arreglarse las cosas, simplemente se limita a repetir la misma fórmula en distinto escenario, si bien ésta ya estaba casi agotada. Aunque se nota algo más de profundidad en los sentimientos de Verónica y en su relación con el peligro –es que todo el mundo le tiene una manía a la niña- tampoco es algo muy reseñable.

Salvando las clases de criminología o como quiera que se llame esa asignatura –que parece que no tiene más materia, sólo esa- poco más se puede destacar, quizás que la revolución de verdad iba a comenzar en el siguiente año con la incorporación de Verónica al FBI. Revolución que nos quedamos sin ver, debido a la cancelación –prematura- de una serie que empezó fuertísimo y se fue desinflando poquito a poco.