Spartacus: Blood & Sand. Primera Temporada

La cadena por cable Starz se había caracterizado hasta ahora por la emisión de cine de estreno desde su fundación en 1994. En los últimos tiempos ha dedicado parte de su presupuesto a la realización de producciones propias. Gracias al reciente éxito de una de sus últimas series –Spartacus- está pendiente del estreno de varios grandes proyectos, como la adaptación en forma de miniserie de la famosa novela de Ken Follet Los pilares de la Tierra.

Creada por Steven S. DeKnight –productor televisivo que ha participado en numerosas series de televisión, como Smallville o las relacionadas con Josh Whedon (Buffy, Angel y Dollhouse)-, y con Sam Raimi (Arrástrame al infierno) como uno de los principales productores, las premisas de la serie son claras: volver a contar la historia de Espartaco, un tracio esclavo y gladiador que inició una revuelta en la Roma clásica en el año 71 a. C. pero muy alejado de la versión romántica que filmó Stanley Kubrick. Con altas dosis de violencia extrema, escenas de sexo sin ningún tipo de censura y con un lenguaje todo lo malsonante que se pueda imaginar, en esta primera temporada sabremos cómo Spartacus fue capturado por los romanos y consiguió sobrevivir el tiempo suficiente para llegar a un Ludus en la ciudad de Capua, un lugar de entrenamiento de gladiadores para el disfrute tanto de la plebe como de los más altos cargos de la política.

Por lo tanto aquí lo importante son las cámaras lentas –tanto en cruentas escenas de lucha como en las plácidas escenas en las alcobas- y los litros y litros de sangre que cubren toda la pantalla, con un cierto toque en la realización de serie B, donde el uso del croma y de los efectos especiales es más que evidente. Destacan las interpretaciones del matrimonio dueño del Ludus, Batiatus y Lucretia –una espectacular Lucy Lawless, vista por última vez en este blog dando vida a un cylon en Battlestar Galactica- o de Peter Mensah (Avatar) como el doctore a cargo del entrenamiento de los gladiadores. Todos los hombres están mazados y esculpidos y todas las mujeres son bellísimas, tienen cuerpos de infarto y siempre van escasas de ropa o semidesnudas –algún rostro conocido de la televisión, como el de Erin Cummings (Dollhouse)-.

Pero en el fondo es una serie tramposa, que abusa del morbo y de la provocación sin sentido. Históricamente no está muy contrastada, pero eso tampoco es lo importante. Mientras la trama central se va desarrollando de forma muy lenta, el resto de metraje de cada capítulo –son trece entregas de una hora de duración más o menos cada una- se rellena con este tipo de escenas, ya sean sexuales o de auténtica masacre. Aunque algo positivo sí que hay que destacar y eso es la continua huida hacia delante. Los responsables del producto saben lo que ofrecen y lo que el público quiere, que además les ha respondido muy bien. Y eso es lo que hay: diversión y entretenimiento garantizados, aderezados con violencia y sexo y con vueltas de guión inverosímiles cuyas soluciones siempre son las mismas: a luchar y a matarse los unos a los otros. Si el capítulo Piloto fue en su momento vilipendiado –y es verdad que es de los peores- la última entrega que se emitió la semana pasada puede ser sin duda de los mejores, situándose como un claro ejemplo de lo que puede ofrecer esta serie: un buen ritmo por capítulo, una trama que avanza sin descanso y que no teme las consecuencias, aunque eso implique quitarse de en medio a la mitad de los actores. Y es que hay momentos en que palma hasta el apuntador en esta serie.

Aunque una segunda temporada fue aprobada de inmediato tras el estreno de la primera, su actor protagonista está teniendo ciertos problemas de salud –cáncer, creo, pero va por buen camino- lo que ha paralizado la producción. No se si les perjudicará mucho mientras dure la novedad, pero me parece que están trabajando en algún tipo de miniserie ambientada en la época donde no sea necesaria la presencia de Spartacus. A las gallinas de los huevos de oro no hay que dejarlas descansar.

Una Preview sobre la serie, aquí.