miércoles, 28 de julio de 2010

El equipo A, de Joe Carnahan

En 1983 se estrenaría en la NBC americana esta serie protagonizada por cuatro ex combatientes de Vietnam que habían sido encarcelados por un delito que no habían cometido. Tras fugarse de la prisión, deciden trabajar como mercenarios y soldados de fortuna. Cuatro años duró en antena las andanzas de tan peculiar grupo, que pronto se convirtió en una de las emisiones más recordadas de la década de los ochenta y en especial en nuestro país, donde hasta hace muy poco siempre ha estado emitiéndose una y otra vez.

Apenas treinta años después llega el remake de la mano de Hollywood y como tal les ha salido: impersonal, demasiado nostálgico y casi sin ninguna gracia. En plena crisis de ideas en la meca del cine, las adaptaciones de viejos éxitos televisivos se han unido a la corriente de renovar todo aquello que ya haya triunfado alguna vez, sean series, películas –americanas la mayoría, pero muchas extranjeras- libros, cómics, programas o lo que sea, hasta atracciones de feria. En el caso que nos ocupa no es diferente a la cantidad de películas parecidas que abundan en cartelera: se coge un concepto conocido que se actualiza a los tiempos que corren –las guerras de Irak o Afganistán- se escogen algunos actores conocidos para darle enjundia al proyecto como Liam Nesson (Furia de titanes, Crónica de un engaño) para interpretar a Hannibal Smith o Bradley Cooper (Resacón en Las Vegas) para dar cuerpo a un carismático Fénix (Faceman en el original, je). Se inventa una historia que contente a los aficionados de toda la vida repleta de guiños a la serie en forma de cameos, frases o situaciones conocidas, eso sí, nada complicado, un guión repleto de acción y efectos especiales, explosiones por todas partes y situaciones surrealista de lo imposibles que son, donde todo ocurre por que sí y sin mediar explicación alguna y donde el sentido del humor es pieza clave, ya que o se va al cine a dispuesto a reírse con las sobradas ideadas por Smith o no hay nada que hacer.

Importante también es el papel del director, en este caso su segunda película y cuya dirección y peso dentro de la producción es prácticamente nulo. Un mero ejecutor para este tipo de producciones, que lo mismo les da contratar a alguien de renombre que no. Como si se la dan a Brett Ratner o a Ron Howard, todos son iguales.

La historia se podría vender como una especie de precuela de la serie de televisión pero ambientada en nuestros días. Cómo se conocen y se forma el grupo y la misión por la que son condenados a prisión, así como los intentos del Equipo por limpiar su nombre. Una trama bastante absurda llena de secuencias para comentar: si la huida inicial en helicóptero es descacharrante, lo del tanque ya no tiene ni nombre. A ratos recordaba al peor James Bond.

Hay alguna cara más conocida dando vueltas como pollos descabezados por el metraje: una desaprovechadísima en todos los sentidos Jessica Biel o Patrick Wilson –que hacía de Búho Nocturno en Watchmen-. De los dos protagonistas restantes, Quinton Jackson como un existencialista Baracus –con razón le tenía miedo a volar- y Sharlto Copley (el protagonista de District 9) como un gracioso Murdock, más loco que de costumbre.

En resumen, puro cine veraniego, nada destacable, que en algunos momentos entretiene gracias a la acción y al carisma de Nesson y Cooper pero de lo que nos acabamos cansando mucho antes de que acabe la peli. Olvidable nada más salir del cine si tienes suerte o cuando se te acaben las palomitas, por muchos minutos que queden para el final.

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