jueves, 29 de julio de 2010

Los X-Men de Grant Morrison: Nuevos X-Men

Portada del número #1, de Frank Quitely
Los mutantes se han resentido de nuevo tanto en ventas como en calidad y popularidad. Ni siquiera la última saga de Alan Davis ha conseguido revitalizar una franquicia que pide a gritos savia nueva –como curiosidad, el propio Davis volvería años después junto con su amigo Chris Claremont para protagonizar una vuelta al clasicismo del supergrupo. Ya comenté esta corta pero intensa etapa aquí mismo-. Joe Quesada está asumiendo las riendas de la compañía, que se encuentra gracias a él sumergida en una política donde la novedad y los autores implicados tienen más importancia que otros elementos como son la coherencia interna del propio Universo Marvel o de la continuidad del mismo.

Para revitalizar a los mutantes, Quesada recurre a un Grant Morrison que viene de triunfar en DC tanto en las colecciones más mainstream (Batman) como en las más personales –Los Invisibles-. El popular guionista presenta un Manifiesto que será conocido con su propio nombre –el Manifiesto Morrison en este mismo blog, aquí- y donde hace un breve y certero resumen de las claves por las que los X-Men han perdido su lugar predominante en la editorial. Contando con la complicidad del Editor Jefe de Marvel, Morrison se lanza a un lavado de cara que, ahora sí y sin ser simple palabrería publicista, supone un cambio radical en la franquicia, con ideas novedosas, planteamientos modernos, un cambio profundo en el estilo y la forma de narrar las aventuras del marginal grupo de superhéroes y, en resumen, una de las etapas más importantes en toda la historia del grupo.

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Para darle más énfasis a su nuevo estilo, Morrison desembarca en la segunda colección más importante de la Patrulla-X, aquella que iniciaran Claremont y Jim Lee (Superman Por el Mañana; Batman Silencio) más de diez años atrás y le cambia el nombre: a partir de ahora serán los Nuevos X-Men –por si no quedaba claro-. Morrison lleva las riendas del título desde el año 2001 hasta entrado el 2004 y concretamente desde el número 114 USA hasta el New X-Men 154 USA. Al principio contando con la inestimable colaboración de su amigo Frank Quitely, el rediseño de personaje es rompedor. Tomando sin ningún pudor las influencias del reciente éxito cinematográfico de la primera película protagonizada por los mutantes, el grupo protagonista del título –Lobezno, Cíclope, Jean Grey, la Bestia, Emma Frost y el profesor Xavier- deja de lado los uniformes coloristas y chillones y se enfundan en cuero y chaquetas. Lobezno por no llevar no usa ni camiseta y de Emma Frost ni hablamos, no lleva ni ropa. La Mansión, la tecnología que podemos encontrar tras sus muros, el visor de Cíclope o el Pájaro Negro... Todo es diferente, pasado por el prisma de lo moderno y rompedor. Morrison da mucha importancia a los diálogos y a la labor de sus dibujantes. Renuncia a usar cuadros de texto e incluso bocadillos de pensamiento, tan sólo los propios diálogos. Esto, una vez acabada su etapa y releída, ha demostrado ser crucial ya que, cuando trabaja con Quitely o con otro gran narrador el resultado final es inmejorable. Pero si, por el contrario, el dibujante deja mucho que desear, la cosa cambia a peor.

Un error imperdonable
Y es que este ha sido quizás el mayor error de un equipo –editorial y artístico- que se antoja imperdonable, ya que podríamos estar hablando sin dudarlo de una de las mejores etapas de los mutantes en toda su historia, comparada sin temor con el mejor Claremont. El dibujante titular a priori, Quitely, es incapaz de entregar cuatro números seguidos, por lo que necesita un sustituto. El elegido es Ethan Van Sciver, bastante potente y sin muchos peros que añadirle. El problema llega cuando el sustituto necesita a su vez un sustituto y además de emergencia, por lo que se recurre a un Igor Kordey que entrega unas páginas mediocres. Además de estos tres profesionales, pasarán por la colección en determinado momento John Paul Leon, Phil Jimenez, Keron Grant, Bachalo, Silvestri o Leinil Francis Yu (Ultimate Lobezno Vs Hulk) que se encargó del Annual publicado en el año 2001 –el último de este tipo por un largo periodo de tiempo-. Demasiados dibujantes, demasiado diferentes entre sí que rompen con la unidad gráfica de la serie y que, al principio de la misma, no son capaces ni de organizarse por arcos argumentales, encontrándonos con números intermedios con un estilo diferente al del resto. Un caos de organización por parte de Marvel y un descuido por parte de los artistas, una oportunidad perdida de haber situado estos 41 números en el olimpo de las Grandes Sagas, al lado del Thor de Simonson, el Daredevil de Miller o la propia Patrulla-X de Claremont y Byrne. 

Cassandra Nova (New X-Men 114 – 126 USA + Annual 2001 USA)
Los primeros tres números de la colección dibujados por Quitely bien podría ser el inicio de etapa o de serie más espectacular que he tenido el gusto de leer. En tan sólo 72 páginas Morrison le da la vuelta a la tortilla mutante y crea un nuevo status de la nada, se saca de la manga un villano terrible que acojona de verdad, crea un personaje nuevo para el grupo y se pasa por la piedra a millones de mutantes. Tal cual.
La Escuela de Xavier es ahora un colegio de verdad donde los protagonistas se han convertido en profesores y se ven obligados a enseñar a una infinidad de alumnos con los más estrafalarios superpoderes. El principal desencadenante de esta saga comienza con la certeza de que los mutantes son la nueva especie destinada a dominar la tierra. El ser humano como tal está condenado a desaparecer a favor de las mutaciones, que ya han pasado de manifestarse solo como determinados poderes y habilidades y se han convertido en grotescos cambios físicos y psíquicos. Cassandra Nova es una misteriosa villana ligada al pasado de Xavier que pretende cambiar el curso natural de las cosas.

Morrison demuestra una profesionalidad envidiable en estos números. Aunque tiene carta blanca para hacer y deshacer a su antojo, no renuncia al pasado de sus personajes y hace uso del mismo. De ese modo, La Bestia está terriblemente preocupada por los recientes cambios de aspecto que ha sufrido, pasando a un estado más lupino, más animal. El matrimonio entre Jean y Scott se tambalea debido a que Cíclope no ha sido capaz de superar su posesión con Apocalipsis –ocurrió en la mencionada etapa anterior de Alan Davis-. Y así con cada uno de ellos. Esto le sirve al guionista para realizar una apuesta clara por el melodrama y el culebrón, con multitud de referencias sexuales entre los protagonistas, bromas de mal gusto y situaciones nuevas. Se crea un interesante triángulo amoroso entre Jean, Scott y Emma, que va a por todas. Logan no tiene reparo en acostarse con cualquiera de mutuo acuerdo, como con Dominó. La Bestia, en este aspecto, tiene algún que otro problema más grave.
Si a eso le añadimos una cantidad de ideas curiosas que va soltando Morrison aquí y allá a lo largo de los números y a una labor gráfica de Quitely soberbia –los personajes no se resienten del estilo feo con los que lo dibuja el escocés- llenos de detalles y composiciones modernas y con diseños muy chulos. Lobezno sigue fumando como un campeón, Cíclope posee lentillas de cuarzo de rubí -¿cómo no se le había ocurrido a nadie antes?- la Bestia necesita usar un cajón de arena, Jean viste wonderbra o Emma se ha hecho la cirugía estética. Pequeñas ideas sueltas que dan una gran consistencia al conjunto total de una serie que comienza con un ataque devastador a la comunidad mutante, lo que propicia la salida del anonimato de la condición del propio Xavier y de la existencia de su Escuela para Jóvenes Talentos. En el Annual, que para colmo está dibujado por Yu en formato apaisado, esto es que hay que leerlo en horizontal, se introduce a una corporación genética que busca implantar en el hombre las habilidades de los mutados y a un nuevo mutante, Xorn, con un sol por cerebro –literal-.

La saga se reparte en varios números que cuentan con la colaboración más o menos afortunada de Van Sciver y de Kordey. Quitely regresa en dos ocasiones para encargarse de un mes en el que en todos los cómics de la editorial se obviaron los diálogos y cuadros de texto. Se le llamó el mes mudo y toda la responsabilidad de narrar la historia recaía en el dibujante. Quitely se sale en estos números en un paisaje onírico dentro de la mente de un Xavier moribundo. Acaba la gran saga con la venida y posterior enfrentamiento con los Xiar, que pretenden erradicar a la raza mutante. Quitely se encarga también del especial con el que se clausura esta primera gran aventura del grupo.
Introspección y Arma XII (New X-Men 127 – 131 USA)
Morrison decide conceder un respiro al lector con uno de esos números dedicados a un personaje en concreto: a su nueva creación, el superpoderoso Xorn. Descanso que dura poco, ya que el siguiente paso tras los eventos narrados parece evidente.
El profesor Xavier, que ha recuperado el uso de las piernas, ha decidido expandirse a lo largo y ancho del globo, creando corporaciones de su escuela en las principales capitales mundiales. En París, junto con Jean, que ha recuperado sus poderes de Fénix, se toparán con Fantomex, nueva creación del guionista y nueva revisitación de un clásico de la franquicia: lo que todos creíamos que era una X en el proyecto que vio nacer a Lobezno no era una letra, sino un número romano. En el Eurotúnel, Factor-X tendrá que enfrentarse a una de estas armas desarrolladas por el gobierno mientras Xavier y Jean intentan encontrar una solución. Uno de los integrantes del grupo morirá y nuevas preguntas serán planteadas. Por otro lado, se une al elenco de dibujantes John Paul Leon, que se ocupa de los números dedicados a Xorn y de un epílogo, con funeral incluido, donde Scott y Emma tendrán algo más que palabras.

Breve interludio con nuevos dibujantes (New X-Men 132 – 134 USA)
Phil Jimenez se encarga del primer número ambientado en la destrozada Genosha, donde palmaron 16 millones de mutantes. Mercurio, Lorna, Sabra, Tormenta, el profesor Xavier y Jean se encuentran en la isla por una serie de anomalías magnéticas inexplicables. Buen dibujo de Jimenez. Que por cierto, en la edición española en grapa de Forum aparecieron varias páginas cambiadas de orden.
Van Sciver sigue los pasos de Lobezno en el rescate de un nuevo y enigmático mutante: Polvo. Un encontronazo con el nuevo Fantomex, con los Xiar y con el grupo de mutantes encargados de la delegación-X de Bombay. Sigue Morrison plantando semillitas que irán germinando con el tiempo.

Keron Grant –enésimo dibujante de la serie- se encarga de este especie de prólogo a lo que será la última colaboración de Quitely en la serie. El asesinato de un famoso modisto mutante en las calles del Distrito-X afecta a los estudiantes de la escuela. Vemos un poco de cómo se relacionan y conoceremos a Quentin, un mutante con pinta normal, algo anodino, que parece tiene una superinteligencia acompañada de una serie de opiniones algo extremistas. Morrison aprovecha para seguir dando cuerda a algunos temas, como el dúo Scott-Emma o la pretendida falsa homosexualidad de la Bestia, que ha saltado al dominio público. Dibujo correcto, demasiado para lo que viene siendo la parte gráfica de la serie. Vamos, que no pega ni con cola.

Revuelta en la escuela de Xavier: adiós a Quitely (New X-Men 135 – 138 USA)
Saga en cuatro partes dibujada en su totalidad por el, en un principio, dibujante titular de la serie. 10 números en total para la estrella británica que al menos ha ofrecido un gran nivel en sus aportaciones.

En esta última, Morrison nos introduce en la escuela, que no sólo tiene los problemas que cualquier instituto normal, sino que hay que añadirle el plus de que sus integrantes tienen los más variopintos poderes. Dentro de la propia escuela, el uso de una droga sintética que afecta expresamente al gen mutante empieza a extenderse. Se crean grupos marginales y en concreto uno de ellos tiene como objetivo retomar las ideas del difunto Magneto y llevarlas al extremo. Para ello no durarán en tomar la mansión justo en el día de Puertas Abiertas, aunque para ello tengan que enfrentarse a los propios profesores. Una historia de drogas, venganza y violencia escolar donde Morrison sigue probando los límites de su “carta blanca” para hacer y deshacer a su antojo. Como no podía ser de otra manera, la cosa acabará con varias muertes, alguna de las cuales afectará de forma crucial a todos los hombres-x. Morrison da cierto protagonismo a los alumnos, incluidos aquellos en clases especiales con el profesor Xorn, aquellos más raritos y marginados, incluso para ser mutantes. Quitely, como siempre, a un gran nivel. Ese Lobezno con perilla...
Asesinato en la mansión (New X-Men 139 – 141 USA)
¿Qué ocurre cuando tu mujer, una de las mutantes más poderosas del planeta, que además anda tonteando últimamente con la fuerza Fénix, descubre cierto lío adúltero entre su maridito y Emma Frost? Que se produce un enfrentamiento donde una de las partes tiene todas las de perder y que, algo previsible, acabe más muerta que viva. El asesinato de Emma Frost hace que Bishop y Sabia clausuren la mansión, con todos sus habitantes dentro e inicien una investigación en busca del asesino. A todo el lío que ha montado Morrison en la Escuela ahora no sólo hay que añadirle el adulterio –o la sospecha del mismo- sino alguna que otra idea de lo más grotesca: si apoyado en los diseños de su anterior colaborador, Frank Quitely, el guionista llenó la escuela de extraños seres mutantes, ¿qué ocurriría si dos de ellos, cada uno con su propia mutación y deformidad, procrearan?

Regresa Phil Jimenez para encargarse de esta saga, que dista mucho de contestar todas las incógnitas. Y es que parece ser que en la editorial se dieron cuenta, algo tarde quizás demasiado, de la utilidad que tiene realizar arcos argumentales con un solo dibujante. El siguiente elegido sería Chris Bachalo que, como es obvio, tampoco ayudó mucho a la unidad gráfica de la serie.
Asalto a Arma Plus (New X-Men 142 – 145 USA)
Cede el protagonismo el guionista a Lobezno, que la verdad es que lo tenía como mera comparsa de los demás mutantes. Logan se encuentra con Cíclope en el Club Fuego Infernal, más un club de alterne que otra cosa en manos de Morrison, un lugar donde los mutantes pueden ir a emborracharse y echar una canita al aire. Scott se encuentra en pleno momento “no soy un hombre x y no valgo para nada”. Logan ha ido a reunirse con Fantomex, que le ha prometido los secretos de su pasado a cambio de su ayuda para atacar el Proyecto Arma Plus, responsable de la creación de los dos mutantes y que lleva años intentando crear el soldado perfecto que decline la inminente guerra genética que se avecina a favor de la humanidad. A Logan no se le ocurre otra cosa que emborrachar a Cíclope y llevárselo de misión. Cuatro números muy intensos llenos de sorpresas donde Bachalo hace gala de sus mejores composiciones de página y cuyo estilo está más contenido que de costumbre, por lo que se le entiende bastante bien, ya que suele ser confuso a veces.
Planeta X (New X-Men 146 – 150 USA)
Vuelve Jimenez para contarnos qué fue de la misión suicida de los números anteriores al tiempo que Morrison desvela una de sus sorpresas mayúsculas: la verdadera identidad tras la calavera de Xorn. Al guionista se le acaba el tiempo en la serie y ya sólo tiene planteadas dos sagas antes de su marcha, para cerrar los cabos sueltos y dejar un buen sabor de boca a su público. En estos episodios muchos misterios obtendrán su solución, ya que en la mansión se ha escondido un traidor cuyas maquinaciones van a acabar con todo lo que Xavier ha construido en su vida, sus propios sueños incluidos. El hecho de que detrás de todo se encuentre Magneto es una apuesta arriesgada, al igual que su comportamiento, más megalómano que nunca y con graves consecuencias. Muchos serán los hombres-x que verán peligrar su vida –y alguno que otro la perderá- en una ciudad de Nueva York que es devastada y donde millones de personas mueren sin remedio. Pero a Morrison todavía le quedan cuatro episodios para seguir profundizando en la mitología mutante.

Bienvenidos al mañana (New X-Men 151- 154 USA)
Historia postapocalíptica ambientada 150 años en el futuro donde mucho de lo expuesto por el guionista ha llegado a su fin: la guerra genética entre humanos y mutantes ha llegado a un punto muerto. Ambas especies se encuentran al borde de la extinción y libran una cruenta lucha entre ellos. Pocos son los mutantes pertenecientes al Instituto Xavier que han sobrevivido. Pero queda un último mal al que hacer frente: la renacida Fuerza Fénix. Cuatro números que cuenta con la vuelta de un viejo conocido de la franquicia a los lápices: un Marc Silvestri que ha perdido mucho del toque que hizo que tanto sus números con Claremont como los realizados con Larry Hama en Lobezno –hablé de ellos aquí- llamaran tanto la atención en su momento.
Edición española
Los primeros números de Morrison se publicaron en España dentro de la colección regular de los X-Men que por aquellos momentos editaba Forum (Planeta). En sus últimas entregas los derechos de Marvel cambiaron de manos y fue Panini la encargada de publicar estos números. Algunos meses después decidió cancelar la colección y volver a relanzarla desde un número uno (aquí es donde comenzó la nueva andadura de Claremont y Davis, como ya comenté más arriba).

También existe la posibilidad de obtener esta serie en tomos de lujo. Panini los editó hace poco tiempo en seis o siete volúmenes demasiado caros para su contenido en el enésimo intento fallido de recuperar etapas míticas de colecciones Marvel. Los mal llamados Best Of Marvel Essential han desaparecido hoy en día prácticamente del mercado y se están explorando otros formatos de publicación.
Los X-Men de Van Sciver
Valoración personal
Una etapa rupturista que a muchos les pudo parecer demasiado rupturista. Alejado completamente de lo que se había visto hasta entonces en la serie, los amantes de los mejores números del tándem Claremont-Byrne quizás no queden contentos con la labor de Morrison en la colección, pero si situamos a esta en su contexto, podemos obtener un punto de vista mucho más benévolo.

Claremont había abandonado la colección hacía ya varios años –y en sus últimos momentos se vio superado por la labor gráfica de Jim Lee- había vuelto a los guiones y nunca llegó a recuperar el toque que consiguiera en sus mejores momentos. La mayoría de artistas que trabajaron en la colección se limitaron a repetir esquemas clásicos y fueron muy pocos los personajes creados nuevos que se ganaran un hueco en el corazón de los lectores. En resumen, las ideas en torno al cosmos mutante estaban estancadas en el pasado y sus historias cada vez incidían más en la mediocridad. El cambio drástico que introdujo Morrison tanto en el concepto gráfico de la serie como en la psicología de los personajes que la poblaban supuso su soplo de aire fresco en una franquicia agotada que, de principio trajo dos grande acierto: la novedad en sí misma y el contraste con la etapa más clásica, a la que tarde o temprano se podría volver –como de hecho ocurrió, con el propio Claremont a los guiones y Alan Davis a los lápices-.
Ruinosos lápices de Kordey
Las primeras sagas de Morrison están muy bien presentadas y si no fuera por el baile de dibujantes y la nula calidad de muchos de ellos, hoy en día Nuevos X-Men sería recordada de mejor forma. La cantidad de ideas nuevas, de puntos de vista novedosos sobre temas que siempre habían estado ahí; el modo más adulto e inteligente que tienen los protagonistas de hablar y de interactuar entre ellos. Son algunas de los aciertos de Morrison que contaba con una libertad inusitada en un cómic de superhéroes de la Marvel. Si incluso llegó a recordarme a los primeros números de The Authority: drogas, adulterio, bandas organizadas, asesinatos, relaciones sexuales… Morrison también aprovecha para renovar algún que otro personaje como Emma Frost y su relación con Cíclope o la revelación final sobre el programa que vio nacer a Lobezno. Introduce nuevos y buenos personajes con potencial, como Xorn, Cassandra Nova o Fantomex, algunos de los cuales se siguen usando hoy en día. La labor en los secundarios también es muy lograda, con innumerables mutantes a cada cual más raro pululando por los pasillos de la Escuela Xavier, que por fin es un colegio.

De todas formas no todo fue perfecto en su etapa. Ya he comentado varias veces lo nefasto que supuso el baile de dibujantes, pero Morrison también falló en algunas de sus propuestas, sobre todo al final, quién sabe si ya más centrado en su futuro contrato con DC. Los dos últimos arcos argumentales de la serie son sin duda los peores. El dibujado por Phil Jimenez ensambla varias subtramas como las de Xorn o la de la renacida Fuerza Fénix, pero hay que reconocer que en este arco no hay nada prácticamente lógico, ni el comportamiento de Magneto ni la sorpresa final de la identidad de Xorn. No se si algún guionista posterior ha intentado explicar esto, pero leyendo la serie queda cojo y sin sentido.
Los X-Men de Phil Jimenez
La última aventura de los mutantes a cargo de Morrison es una especie de Días del Futuro Pasado pero que contiene muchas de las idas de cabeza tan habituales que tiene el guionista. Pocas son las cosas que quedan claras y muchas de sus decisiones no se entienden. Por desgracia, es un fin de fiesta muy inferior a lo que venía siendo la colección, algo que acaba por afectarla en su totalidad, ya que se intuye que todo lo narrado por Morrison está interconectado de alguna manera, aunque no quede claro cuál.

Al final, Nuevos X-Men pudo ser mucho más de lo que fue si se hubieran cuidado ciertos detalles, pero durante muchos números fue una serie interesante y novedosa, rompedora y atractiva y que dejó para el recuerdo muchas de sus sagas como varias de las mejores historias de la franquicia mutante, que tantos años lleva ya publicándose.

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