viernes, 2 de julio de 2010

Un debut referencial: Reservoir Dogs, una película de Quentin Tarantino

En 1992 debutó como director Quentin Tarantino, oriundo de Tennessee, hoy en día uno de los artistas de culto más seguidos por los aficionados y durante bastante tiempo después del estreno de su ópera prima –incluso hoy todavía- imitado hasta la saciedad por otros colegas de profesión, aunque muy pocas veces igualado y casi ninguna superado.

Tarantino ya llevaba tiempo coqueteando con el mundo de Hollywood. Desde siempre había sido un enamorado del cine y sus diferentes versiones, ya sea la más clásica e icónica o las menos populares y pobres, con producciones de serie B o Z como sus favoritas. Tampoco se le escapa el cine europeo u oriental y es que el joven Tarantino en sus inicios trabajó en un videoclub. Su primera intentona nació de la autoproducción, una especie de corto en tono de comedia que no consiguió llevar a buen puerto y es que parece ser que no hay duda de su pésima calidad, además de estar incompleto por culpa de un certero incendio. De todas formas le sirvió para crear su primer gran guión convertido en superproducción hollywoodiense: Amor a quemarropa, que fue dirigida por Tony Scott, cuando a lo que hacía entonces se le podía llamar dirigir.

Unos días en prisión por un asunto de multas de coche le valió cierta experiencia para su siguiente trabajo: Asesinos natos, que acabó siendo dirigido por Oliver Stone. Tarantino reniega bastante de esta historia, cuyo resultado final no debía de ser como él lo planeó en su momento. El caso es que todo esto le sirvió para curtirse en la industria y trabajarse a fondo su siguiente proyecto, cuyos protagonistas serían unos ladrones de bancos. Y es que Tarantino no había renunciado a su sueño de ser el director de sus propias historias.

Click para continuar.


Siendo como es una película de bajo presupuesto –pudo costar un millón y medio de dólares- fue gracias a la atención que llamó el guión de Tarantino en los circuitos independientes –la película se estrenaría por primera vez al público en el Festival de Sundance- y a la ayuda de Harvey Keitel, a la postre uno de los protagonistas –el Señor Blanco- y al apoyo del productor Lawrence Bender que Tarantino pudo finalmente en tan sólo un año de trabajo entregar su ópera prima. Y el resto, como se suele decir, es historia.

La película creó un hype tremendo para la época y tras su estreno en diferentes festivales todas las expectativas se vieron superadas. Recibió elogios allá donde se emitió y, lo que es más importante, situó a su director y creador en el olimpo de los directores de culto. Tiempo después Tarantino se haría tanto con la Palma de Oro en Cannes gracias a Pulp Fiction como con un Oscar y un Globo de Oro al Mejor Guión Original por la misma película. También ha sido nominado dos veces a Mejor Director, de nuevo con Pulp Fiction y hace muy poco con Malditos bastardos.

Pero si por algo hay que recordar a Reservoir Dogs es porque creó escuela. Tarantino sentó las bases de un nuevo tipo de cine, ultra violento y de un humor negro, que salpicó casi todas las producciones de acción de finales de los noventa. Todavía hoy en día es fácil oír describir una película como “es muy de Tarantino”, sea cual sea su procedencia.

Tarantino inicia su película con una graciosa escena de varios tipos desayunando en una cafetería. Sostienen varias conversaciones a la vez: música, un videoclip de Madonna, si es adecuado o no dejar propina a las camareras… Finalmente se levantan y se marchan. Menos dos de ellos, los demás van trajeados iguales, de negro, camisa blanca y corbata negra estrecha. Se dirigen a realizar un trabajo y todos se llaman a sí mismos por colores. Señor Blanco, Rosa, Rubio, Marrón, Azul y Naranja. En tan sólo esta primera secuencia, tenemos varias de las claves del cine de Tarantino.

Lo primero que nos llama la atención son los diálogos. Nadie había imaginado antes que estos tipos, de profesión atracadores de bancos, asesinos sin escrúpulos, gente violenta que vive al margen de la ley hable como cualquiera de nosotros. De hecho, Tarantino es muy dado a representar algún papel secundario en sus películas y aquí se reserva esta entrada inicial para ser el primero que habla y contar su particular versión del significado oculto tras Like A Virgin. Como también le encanta la música de los 70, aquí no sólo se habla mucho de ella, sino que en los momentos principales es la música que escuchamos y que forma parte de su banda sonora. No hay apenas música original en las películas de Tarantino. Estamos por lo tanto ante una propuesta muy referenciada a elementos de la cultura norteamericana, ya sea a su música o a su cine o a sus cómics –el Señor Naranja, interpretado por un genial Tim Roth (Miénteme) tiene un póster de Estela Plateada decorando su habitación-.

La mayoría de actores con Tarantino son buenos actores, aunque casi nunca pertenecen a la primera línea de estrellas de Hollywood –Brad Pitt sería la excepción en su última película-. De hecho, Tarantino ha demostrado cierta preferencia por llamar a actores que ya han pasado su momento de gloria, estrellas en declive que casi siempre ven de nuevo su carrera relanzarse de forma momentánea al volver a trabajar con él.

Toda esta mixtura de elementos se nota mucho más cuando hablamos de cine. Tarantino no le teme a la palabra copiar o inspiración y no duda en tomar prestados elementos de cientos de películas diferentes para juntarlos a su manera y rodarlos según su gusto. De Pelham 1, 2, 3 (nota a los incautos: no confundir con el decepcionante remake) toma los nombres clave; de una película de Hong Kong rodada por John Woo la idea de los trajes -que por cierto, el equipo de producción solo facilitó las corbatas. Fueron los actores los que tuvieron que presentarse en el set con sus propios trajes negros. Por eso vemos a Buscemi con vaqueros o a Madsen con botas de cuero negras en vez de zapatos-. Por no hablar de que toda la producción tiene cierto aire a Atraco perfecto, de Stanley Kubrick, película cien veces alabada por Quentin.

Sin embargo, aparte de un tratamiento de la violencia directo –pero no siempre explícito, de hecho la película tiene momentos en los que la cámara no nos muestra lo que ocurre, tan sólo lo intuimos, aunque sea algo tan desagradable como cortarle a uno la oreja con una cuchilla- y de un lenguaje bestia o soez, las situaciones suelen rozar el surrealismo y hay cierto humor absurdo y negro en muchos momentos. Por no mencionar la forma fragmentada de contar las historias, auténtica aportación y señal de identidad de este director. Escenas que se dirigen seguidas en una situación o en otra y que de repente saltan en el tiempo para contarnos otra cosa, que quizás ha pasado ya o todavía está por venir. Tras la salida del restaurante, acompañados por una pegadiza melodía, lo siguiente que vemos es al Señor Blanco conduciendo como un loco con el Señor Naranja gritando y desangrándose en el asiento trasero. Algo ha salido mal.

El resto de la película transcurre en un almacén. Un punto de encuentro donde los ladrones deben llegar tras dar el golpe y reunirse. Lo que ocurre es que el atraco ha resultado ser una trampa de la policía y mientras los demás van llegando no sólo cada uno cuenta su historia –por lo que volvemos atrás en el tiempo- sino que de alguno de ellos se nos cuenta cómo fueron reclutados para este trabajo por Joe y su hijo Eddie El Amable.

Tarantino realiza aquí un trabajo muy bueno de caracterización. En el fondo no es más que la historia de una serie de asesinos y ladrones que de repente ya no confían los unos en los otros porque algo –nunca lo vemos- ha salido mal y ahora tienen que lidiar con ello. La amenaza de que haya un soplón entre ellos es suficiente para que empiecen a enfrentarse entre ellos. Con tanto salto en la historia es difícil retratar un personaje, pero Tarantino lo logra apenas sin esfuerzo, caracterizando muy bien a los personajes gracias a los diálogos y a la forma en que fueron reclutados. Gran labor también la de los actores: Steve Buscemi (Interview) –el profesional- o Michael Madsen –el psicópata, cuyo baile, una de las escenas más míticas de la película tuvo que improvisar sin saber bailar y sin nada más que un escueto baila como un maníaco-. También aparecen Chris Penn (Eddie), Lawrence Tierney (Joe) o Edward Bunker (Señor Azul).

Un trabajo electrizante, dinámico y original –si no en el contenido, sí en el continente- contada de forma no lineal, con grandes interpretaciones repletas de largos diálogos –la mayoría de ellos llenos a su vez de tacos y maldiciones- donde se nos cuenta la realidad de una serie de personas peligrosas y violentas, unas asaltadores de bancos puestos en una situación límite, que han sido traicionados y que tienen que salir de allí como sea. De hecho, como comprobamos al final de la cinta, estaban condenados desde el principio.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado tu reseña de la película, mucho. Sin duda esta es una de mis películas favoritas.

    Además, como tú dices... la historia no aparece de manera lineal, si no que va acompañada de esas analepsis tan características de Tarantino. Es algo que me gusta mucho.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Resulta curioso que esta película llamara mucho la atención por lo que comentas. Sin embargo no es que fuera algo realmente original -como luego sí lo fue la manera desordenada de narrar en Pulp Fiction- ya que en el fondo Tarantino cuenta una historia concreta que es interrumpida por diversos flashbacks de los protagonistas.

    ResponderEliminar