viernes, 13 de agosto de 2010

Origen, de Christopher Nolan

Cobb (Leonardo DiCaprio, Shutter Island, Revolutionary Road, Red de mentiras) es el mejor ladrón del mundo en su especialidad: robar los pensamientos más secretos de la gente, aquellos que sólo habitan en el subconsciente de la mente. Sin embargo, su situación actual es desesperada y vive aislado y perseguido, sin poder volver a los Estados Unidos a reunirse con sus hijos –su esposa se suicidó hace unos años, hecho del que se siente responsable-. Su última oportunidad es realizar un último trabajo, el más difícil de su carrera bajo encargo de un poderoso hombre de negocios (Ken Watanabe, Cirque du Freak): en vez de robar un pensamiento, Cobb deberá de profundizar en la mente humana más que nunca en toda su carrera con la intención de plantar una idea externa y que arraigue allí. Para ello reclutará a un equipo de especialistas en diferentes campos que le ayudarán en su misión.

Nolan (El caballero oscuro) vuelve a dar en la diana, contentando prácticamente a todo el mundo con esta propuesta muy personal en la que se responsabiliza no sólo de la dirección, sino también del guión y de la producción. Para ello nos entrega una película de alto presupuesto -160 millones de dólares y unas dos horas y media de duración-, un thriller de ciencia-ficción y acción con grandes dosis de emoción y suspense. Nolan plantea su historia como una más de tantas dedicadas a narrar robos y golpes perfectos y se desmarca de los tópicos llenando todo el metraje de grandes secuencias de acción cuajadas de efectos especiales espectaculares y sumergiendo al espectador en un complicado juego de muñecas rusas, un más difícil todavía que atrae la atención en cada momento. Para ello Nolan repite algunas de las claves que ya le han funcionado en anteriores blockbusters, como rodearse de caras conocidas, tan solventes en su actuación como de cara a la taquilla. A un gran DiCaprio le acompañan Joseph Gordon-Levitt (GIJOE, 500 días juntos), Ellen Page, Tom Hardy (The Code) y Dileep Rao (Avatar, Arrástrame al infierno) como el equipo especial. Si de algo peca Nolan es de tan sólo desarrollar el personaje de Cobb, dejando un poco al resto como meros ejecutores de sus actividades, con grandes secuencias –lo mejor sin duda son los minutos de Gordon-Levitt en el Hotel con la gravedad distorsionada-. Algo más de atención dedica al heredero de un imperio energético con algún que otro problema con su difunto padre, objeto de la arriesgada misión y que vuelve a repetir con el director por tercera vez: un solvente e inquietante Cillian Murphy. Completan los papeles secundarios un muy desmejorado Tom Berenguer, Pete Postlethwaite (Furia de titanes), Michael Caine y Marion Cotillard (Enemigos públicos) como la mujer fallecida de Cobb, tan peligrosa como hermosa.

Muchas nominaciones y algunos óscars en nómina para los actores y que se repite en los apartados técnicos, gran parte de ellos viejos amigos de la saga de Batman como Hans Zimmer y su potente banda sonora.

Todos los ingredientes de una gran superproducción pero supeditados al poder recién adquirido de Nolan con la Warner, dispuesta a darle todo lo que pida con tal de tenerlo contento para que siga dedicado en plena forma a la franquicia del hombre murciélago. Si con eso Nolan consigue además entregar otro taquillazo y además con una historia mucho más compleja de lo que normalmente se ve en este tipo de películas veraniegas, realizada con oficio y cuyos efectos especiales, para colmo, llegan a sorprender. Es una alegría ir al cine con altas expectativas, emocionado por la oportunidad de asistir a un gran espectáculo y que, al final, te resulte tan bueno como te habías imaginado. Para esto vamos al cine. Ni a por más, ni a por menos.

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