jueves, 16 de septiembre de 2010

True Blood. Tercera Temporada

Cuanto más lee uno en la red sobre la serie creada por Alan Ball, más se pregunta cuál es el encanto oculto que le permite seguir siendo la perdedora en calidad frente a otras grandes propuestas de la televisión americana, pero que sin embargo siempre la mantiene entre las más vistas y comentadas. Y es que si algo se puede afirmar categóricamente sobre esta serie, es que es adictiva. Y casi con total seguridad, que es necesario tener estómago y mente abierta para disfrutar de esta mezcla de géneros sin igual, cuyo resultado final es muy difícil de describir.

Click para continuar



Son varias las tramas que se van contando en esta tercera temporada, que van juntándose y separándose en determinados puntos y que permiten que los finales de episodio tengan un clímax muy logrado. La situación actual es la que sigue: Sookie anda desesperada porque instantes antes de que aceptara casarse con Bill, éste es secuestrado misteriosamente. Una panda de colgados por la sangre de vampiro –es una droga muy poderosa y que engancha una pasada- se revela como una manada de hombres lobo a las órdenes de Russel (Denis O’Hare, Al límite) un vampiro con 3000 años de antigüedad, Rey de Missisipi y que considera muy beneficioso que Bill forme parte de su corte y traicione a la Reina de Louisiana (Evan Rachel Wood, Si la cosa funciona, El luchador). Entre estos personajes existe una rivalidad antigua. La situación desesperada de la Reina –al salir a la luz los vampiros deben responder ante el gobierno americano como el resto de ciudadanos, por lo que hay que tener en cuenta a hacienda- con sus problemas monetarios hace que obligue a Erik, el sheriff del lugar –pese a ser más anciano que ella y, por lo tanto, más poderoso- a proveer un mercado de V, cuyo principal traficante no es otro que Lafayette, que ya tiene sus propios problemas vigilando que Tara no cometa ninguna estupidez –como repetir su tentativa de suicidio- ya que no ha superado el asesinato de su novio en el último capítulo de la temporada anterior. Tara sufrirá de lo lindo cuando un nuevo vampiro llamado Franklin (James Frain) se encapriche de ella y se debata entre violarla, comérsela viva o convertirla en vampira y hacerla su compañera para siempre.

Pero mientras muchos de estos van de un lado a otro de la región, en el pueblecito de Bon Temps Sam acaba de terminar la búsqueda de sus padres biológicos y no es lo que esperaba. Sus problemas familiares son esta vez una de las tramas más flojas, en contraste con la temporada anterior, donde sin duda era la que más destacaba. No podía faltar el inocente de Jason, también bastante desaprovechado esta vez, perdido en la culpabilidad –él fue el que disparó contra Eggs, matándolo- y buscando desesperadamente compensarlo, bien convirtiéndose en policía o salvando a una misteriosa joven cuya familia posee ciertas habilidades. También ronda por ahí Jessica, que lejos de Bill, su creador, tendrá que aprender lo que significa ser un vampiro por ella misma.

En general las tramas van mezclándose las unas con las otras sin mucho sentido al principio, pero luego irán confluyendo poco a poco, sobre todo en sus capítulos finales, donde las cosas empezarán a ponerse movidas de verdad. Porque Russell no tiene pensado detenerse ante nada en sus propósitos y está dispuesto a plantarle cara incluso a la propia jerarquía vampira, aunque eso signifique declararle la guerra a la humanidad. Sin dejar de lado que, en medio de todo se encuentra Sookie, cuyos interrogantes sobre su persona ya han durado demasiado. Y es que averiguar qué es exactamente Sookie puede ser fundamental para los planes de unos y de otros.

Como en las anteriores entregas, tenemos escenas de todo tipo y situaciones a cada cual más sorprendentes. Diferentes flashbacks de los vampiros nos muestran su pasado más remoto –la era de los vikingos, por ejemplo, o la II Guerra Mundial con las SS-; escenas de violento sexo –hetero y homosexual, que aquí no se deja nada de lado-; acción a raudales, peleas sanguinarias entre diferentes criaturas sobrenaturales, momentos oníricos, sangre a chorros –sobre todo cada vez que acaban con algún vampiro-. El reencuentro entre Bill y Lorena y como el primero le retuerce la cabeza a la segunda es descacharrante y las pruebas que tiene que ir superando Tara son desesperantes. La aparición de Russell en televisión merece un punto y aparte y las revelaciones sobre Sookie ya no se sabe donde meterlas.

Lo comentado anteriormente: True Blood es eso; un festival del género absurdo, de acción a raudales y humor negrísimo, repleta de escenas que rozan lo grotesco y el gore –el momento de Franklin con la cabeza humana, por ejemplo, aunque todo lo que rodea a este personaje es exagerado, como lo de teclear en el teléfono móvil-. Por muchas de sus costuras hace aguas y aunque a veces amenaza con hundirse definitivamente, siempre se salva en un momento o en otro, dando más al sorprendido espectador que, como no sabe qué esperar, qué será lo siguiente, no puede dejar de preguntárselo y de asistir a su cita semanal con este violento culebrón de los tiempos modernos, ambientado en el sur de un Estados Unidos que, pese a haber cambiado drásticamente tras el descubrimiento de los seres sobrenaturales, sigue albergando a muchos de sus habitantes que conservan las viejas tradiciones y supersticiones de siempre.

Si comparamos con las emisiones anteriores, en esta temporada se baja el listón conseguido con la segunda, pese a que en esta ocasión sean varios los interrogantes pendientes de respuesta para el verano que viene. Veremos qué tal se resuelven, aunque lo que parece más claro es que la relación entre Bill y Sookie es más imposible que nunca.


Otras series de la HBO en este blog:
Roma
The Wire
Deadwood
Hermanos de sangre

3 comentarios:

  1. Se ha acabado la tercera de "True Blood". ¡Socorroooooooooooooo!
    Que cómo se me ha quedado el cuerpo: hecho trizas. ¿Y la mente? Destrozada. ¿Y el corazón? Resquebrajado. Y esto que afirmo no es hipérbole (recurso que adoro, como ya saben mis pocos, pero fieles, seguidores), sino realidad. Dramática, pero realidad al fin y al cabo.
    Y qué nos ha regalado "True Blood" en el último capítulo de su tercera temporada: belleza (dios, qué imágenes finales en casa de Bill, con él y la reina), mucha plasticidad (qué me decís de Bill y la reina levitando), unos planos hermosisímos (la reina en el espejo es genial), un juego de luces y sombras sensacional (la escena de Sookie en la tumba de su abuela es perfecta), una música que te traslada al más profundo sur estadounidense (no os perdáis la que acompaña a Sam cuando va por el Merlotte buscando a su hermano) y un montón de historias patas arriba.
    No voy a revisar aquí todo el capítulo, porque los seguidores de la serie ya lo habrán visto y a los que no les guste ni siquiera leerán la entrada, pero sí he de decir que no voy a tener miramiento con los spóilers…

    ResponderEliminar
  2. A mi me encanta True Blood, en serio que es adictiva.
    A veces, la trama se pasa... hadas, hadas??? WFT!!!
    Pero bueno, aún así seguiré viendo los capítulos todos los domingos religiosamente.
    Muy bueno tu post :)

    ResponderEliminar
  3. Gracias por los comentarios.

    Conozco tanto a gente que le encanta esta serie como a algunos que no quieren ni acercarse y que no pudieron pasar de los primeros episodios.

    Y sí, lo de las hadas era lo que faltaba.

    ResponderEliminar