martes, 26 de octubre de 2010

Serie B de ciencia-ficción de alto presupuesto: Starship Troopers, una película de Paul Verhoeven

En 1997, cuando se estrenó esta película –llamada Las brigadas del espacio en España, como años antes se había traducido la novela de ciencia-ficción en que se basa, escrita por Robert A. Heinlein, ganadora del Premio Hugo en 1960- su director venía de sobrevivir a un estruendoso fracaso tras algunas películas muy buenas que habían llamado la atención del público americano. El director neerlandés quería probar suerte en Estados Unidos, donde fue produciendo películas de lo más interesantes: Los señores del acero (1985); Robocop (1987); Desafío total (1990) e Instinto Básico (1992) fueron su consagración en el medio. Algo que no fue suficiente para que casi tirara por la borda todo su trabajo anterior, con la producción y dirección de Showgirls (1995) un despropósito que no tenía nada de sus señas de identidad.

Polémico director amante de la violencia y con un sentido del humor muy propio, Verhoeven se caracterizó en muchos de estos trabajos por el uso de grandes presupuestos en historias de ciencia-ficción cuajadas de efectos especiales y de poderosas secuencias de acción. Al mismo tiempo sabe dotar a sus películas de una cierta gracia, como si no se tomara muy en serio las sociedades –futuristas o no- que retrata en la pantalla. De ahí el epíteto de serie B, cuando en realidad es una gran superproducción cuyos efectos especiales –realizados por la compañía de George Lucas, Light & Magic- fueron nominados a los Oscars en 1998.


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Verhoeven comienza muy fuerte, demostrando porqué la película alcanzó una calificación por edades de mayores de 18 años, en una secuencia como si de un telediario se tratase. El Federal Network es un canal de televisión propagandístico en el que se pide a la población que se una al ejército en la guerra contra una raza alienígena de insectos que amenazan a la humanidad –sí, muy en la línea de El juego de Ender-. Entre otras cosas vemos imágenes muy edulcoradas en el que los soldados son muy felices y los niños quieren ser como ellos, ya que el servicio otorga la ciudadanía y con ella una serie de derechos de los que carecen los meros civiles, como tener hijos o estudiar una carrera universitaria si no tienes dinero. El mismo programa conecta en directo con una cámara en un planeta de bichos donde tiene lugar un ataque. Hay mucho caos con soldados de infantería corriendo por todas partes. De repente aparece un arácnido en pantalla, un bicho enorme de muchas patas que se merienda al presentador, al cámara, a varios soldados y hiere en primer plano a uno de ellos, el cual resulta ser el protagonista de la historia. El programa acaba repentinamente y nos encontramos en Buenos Aires tan sólo un año antes.


Ya tenemos bastante polémica. Aunque todo está revestido de un tono evidente de crítica, la película recuerda en muchos momentos a aquellas con tono propagandístico. En el momento del estreno fue calificada no sólo de peli violenta de ciencia-ficción, sino de sátira política o de fascista, ya que todo el metraje está impregnado por el gusto militar, desde sus protagonistas hasta la banda sonora, realizada por el genial Basil Poledouris y llena de fanfarrias militares. De hecho, gran parte de la indumentaria utilizada, sobre todo la de los altos mandos, recuerdan un poco a las usadas por los nazis.


Verhoeven cambia un poco de tercio y se dedica a presentar a los protagonistas en la idílica ciudad de Buenos Aires. Todos son ricos y guapos, afortunados y sin ningún tipo de preocupación. Las aulas cuentan con lo último en tecnología y el deporte preferido es una especie de rugby ultra violento y moderno donde, además, pueden jugar mujeres y hombres a la vez. Cuatro son los amigos que van a alistarse, algunos en contra de los deseos de sus padres. Dependiendo de sus notas, cada uno de ellos irá destinado a una unidad adecuada a sus características: Johnny Rico (Casper Van Dien) y su amiga Dizzy Flores (Dina Mayer) van a la Infantería armada. Aunque Dizzy siente algo por Rico, éste sólo la considera una amiga, ya que está enamorado de Carmen Ibáñez (Denise Richards), que ha ido a la academia de vuelo para convertirse en piloto de nave espacial. El último es Carl Jenkins, que como posee habilidades psíquicas irá al servicio de Inteligencia. Este personaje está interpretado por Neil Patrick Harris, famoso en la actualidad por su papel de Barney en la serie Cómo conocí a vuestra madre.


Verhoeven se centra en Rico y en Dizzy en su formación en la academia militar, un lugar que recuerda a esos campamentos donde se juega al pint-ball o con esas pistolas de rayos rojos y azules a conquistar la bandera. Con la diferencia de que en la ficción de la película es un lugar donde impera la violencia y donde los instructores aplican el castigo físico a la menor oportunidad, ya sea rompiendo huesos o apuñalando a los futuros soldados de infantería. El grito de ¡médico! Es el que más se escucha en el campamento. Es en este corte de la película cuando tiene lugar una de las secuencias más curiosas: tras un arduo ejercicio, los jóvenes soldados van a las duchas que, como todo en esta película, son mixtas. Con todos los integrantes en pelotas tomando una ducha, sólo accedieron a rodar la toma si Verhoeven también lo hacía desnudo. Ahí está la toma para asegurarlo: el director la rodó en pelotas.


A través de los constantes anuncios del canal Federal –da un poco de asco tanta propaganda derechista, pero ahí está la crítica- los soldados se enteran de la destrucción de Buenos Aires y alrededores y es que los bichos son capaces de desviar asteroides desde su planeta y lanzarlos contra la Tierra. El gobierno toma la decisión de lanzar una ofensiva contra el planeta de los bichos y es aquí donde comienza el verdadero festival de efectos espaciales -un cambio de registro drástico en el devenir de la película- con un espacio repleto de naves espaciales de gran tamaño y una cruenta guerra con miles de criaturas de diferentes tamaños a cada cual más salvaje en las llanuras del planeta. No sólo caen los bichos arácnidos como moscas, los seres humanos también pierden miles de vidas en una ofensiva sin sentido y que acaba en un rotundo fracaso. Con la dimisión del gobierno en Ginebra, la nueva política es más cautelosa que la anterior: estudiar y comprender a los bichos.


La película se mueve por estos derroteros, en misiones suicidas en los planetas de los bichos con mucha lucha y constantes escenas de acción. Un mínimo de relación entre personajes que se comportan de forma muy estereotipada y cuyos diálogos dejan muchísimo que desear. Apenas destaca ninguno en la interpretación –decisión del director mostrar que en la clase social alta en la que se movían, todos son guapos y perfectos, mientras que aquellos que han vuelto del ejército están mutilados y llevan brazos y piernas ortopédicos de metal-.  Destacar un breve papel de Michael Ironside (Terminator Salvation, Desafío total) que ya había trabajado con Verhoeven en varias ocasiones y que es sin duda el más carismático de los actores, todos bastante limitados y dedicados más a posar y correr los unos y a sonreír y a pilotar los otros. El director ofrece momentos de acción sin igual, de violencia, secuencias graciosas y muchas con un punto desagradable, sobre todo cuando se acerca su cámara a los insectos, bastante bien representados en pantalla gracias a los efectos especiales.


En resumen, Verhoeven se encontraba en caída libre artística cuando filmó esta película que no fue bien recibida ni por la crítica ni por el público, por lo que no triunfó en taquilla, ergo otro fracaso más –así es como se mide esto en Hollywood, no nos engañemos-. Una buena parte de las críticas negativas venía por la poca relación que tenía con la novela en la que se basaba, pero como no la he leído no puedo opinar sobre ello. Claro que el hecho de que fuera acusada de fascista cuando en verdad era una especie de sátira sobre los propios Estados Unidos es bastante revelador. Era una broma, una pataleta del director –crítica a los medios de comunicación incluida- disfrazada de película de acción que cuenta con unos efectos muy dignos para el momento en que se rodó y que cuenta con la mano maestra del director de Ámsterdam que, por muchas críticas que reciba, ha demostrad con creces que sabe cómo ocuparse de escenas de acción –y que nos enteremos de lo que pasa en pantalla-. . El guión fue escrito por Edward Neumeier, cuya único trabajo destacable había sido el de Robocop, con el propio Verhoeven.


Y es que, siendo claros, poco importan que sea una entretenida película de ciencia-ficción de trasfondo bélico, que sea graciosa o que esté bien realizada: en el fondo es una patada en las partes bajas de una industria de un país concreto que, para colmo, son los que tenían que ir a ver la película a los cines. Si añadimos la calificación por edades –que en Estados Unidos tiene mucho más sentido que en España- debido a la violencia, mutilaciones abundantes, muertes sangrientas y escenas de desnudos que existen en el metraje; no resulta difícil aventurar porqué no triunfó ésta película. En su momento al menos.

Como curiosidad, Starship Troopers ha contado con dos secuelas, la última de las cuales se lanzó en DVD en 2008 y que contaba con la presencia de Casper Van Dien retomando su personaje central de Rico. Y ya como vuelta de tuerca sin igual, los trajes acorazados que usan los soldados de infantería en la película fueron reutilizados después como parte del vestuario de los soldados de la Alianza en la serie de televisión de Firefly, de Joss Whedon. 


2 comentarios:

  1. Pues es una de mis películas favortias, tanto en lo técnico como en la historia llena de burla y humor negro, además por una vez esta bien que el mundo no lo salven los yankis XD

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  2. Pues la verdad es que sí, los protagonistas son argentinos o lo que sean en ese futuro irónico ideado por Verhoeven.

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