lunes, 17 de enero de 2011

La red social, de David Fincher

El guionista Aaron Sorkin ya era conocido por ser el creador de las series El ala oeste de la Casa Blanca y Estudio 60; así como los guiones de algunas películas bien conocidas como Algunos hombres buenos, La lista de Schindler o La guerra de Charlie Wilson. Ahora adapta para la gran pantalla el libro titulado Multimillonarios por accidente, de un escritor americano graduado en Harvard –donde se gestó Facebook, precisamente- y que ya había triunfado en esto del cine al recoger en un libro anterior las peripecias de una serie de estudiantes del MIT que se dedicaban a asaltar las mesas de póker de Las Vegas –y que se adaptó a su vez al cine en 2008: 21: Blackjack-.

David Fincher (El curioso caso de Benjamin Button) dirige con ese peculiar estilo casi documental que tantos elogios le valió cuando se encargó de llevar otra historia real a la pantalla: la de un asesino en serie en Zodiac y la investigación periodística de la que era objeto por parte de dos sujetos. La pericia técnica de Fincher se hace patente en cada plano, así como la fiel ambientación del Harvard universitario donde comienza nuestra historia, justo en el momento en el que nuestro protagonista, Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg: Zombieland, Adventureland ) decide fundar Facebook con la ayuda de su mejor amigo Eduardo Saverin –interpretado por Andrew Garfield, el próximo Peter Parker-. En una hábil maniobra de montaje, Fincher nos va contando el nacimiento de la red social más famosa de todas y que hoy en día ha convertido a su creador en el billonario más joven de la historia junto con una vista oral previa a juicio donde el propio Zuckerberg tiene que hacer frente a dos importantes demandas: una por robar la idea de su genial creación a unos compañeros de Universidad y la otra por expulsar de la compañía a Eduardo.

La película tiene varias capas de lectura de lo más interesantes. La primera podría ser el juicio moral al que se somete a Zuckerberg, en un principio retratado como alguien no muy social que no es mal tipo pero que conforme ve crecer su sueño va cambiando poco a poco hasta llegar a hacerse un personaje bastante odioso, cuando no sentimos pena directamente por él. Claro que con la fortuna que hace tampoco es un sentimiento que dure. La relación entre su mejor amigo y su gradual destrucción tiene mucho que ver con dos formas diferentes de ver el negocio en el que ambos andan metidos y con la aparición de otro personaje histórico interpretado por Justin Timberlake que se meterá de lleno entre los dos amigos: Sean Parker, el creador original de Napster y desde 2004 parte de la presidencia de Facebook.

Otra idea interesante es sin duda la creación de Zuckerberg y todo lo que esta tiene que ver con las relaciones sociales que tanto parecen costarle, sobre todo con la vida universitaria americana donde lo más importante es la fraternidad a la que perteneces y tu popularidad. De hecho, una de las palabras que más se repiten a lo largo del metraje es el término cool, referido siempre al Facebook. La escena inicial de diálogos rapidísimos con que Fincher comienza la película –Zuckerberg siendo abandonado por su novia en un bar repleto- contrasta con esa escena final con el protagonista sumido en un incómodo silencio, solo y abandonado, refrescando cada pocos instantes la pantalla del ordenador y así comprobar si le han aceptado una solicitud de amistad. ¿Cómo se puede sentir uno solo con tantos millones de amigos?

Fincher ha entregado una película que sorprende porque en ningún momento baja el ritmo ni se hace aburrida, si bien no creo que sea su mejor contribución al mundo del cine. Fincher es uno de esos directores que todo lo hace bien, pero que no acaba de emocionarme y que aquí se le ve muy tranquilo y clásico, si exceptuamos un momento en el que tiene lugar una regata de remo. La red social está bien, ha tenido buenas críticas y el público ha respondido en masa de manera más que positiva, gracias a la actualidad del tema que trata; al prestigio de su director; al trabajo de sus actores, convincentes todos ellos y a sus impecables apartados técnicos con especial atención a su banda sonora, cuajada de éxitos de la música.


Pero más allá veo difícil que se trate de la mejor película del año, pese a sus seis candidaturas a los Globos de Oro (Película dramática, Director, Actor, Actor de reparto, Banda Sonora y Guión) de las cuales se ha hecho con varias de las más importantes: Mejor Película, Director, Guión y Banda Sonora
 

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