jueves, 20 de enero de 2011

Monsters, de Gareth Edwards

Producción británica de ciencia-ficción y de bajo presupuesto que guarda muchos puntos en común con este estilo de hacer películas que se ha puesto de moda hace unos años, en especial protagonizada por todos aquellos dedicados a los efectos especiales y de postproducción que deciden dar el siguiente paso en sus carreras, asumiendo cargos de guión y de dirección. El éxito que han cosechado películas como Monstruoso o la genial Distric 9 dan alas a un montón de nuevos creadores que se lanzan al ruedo con la esperanza de llamar la suficiente atención por parte de algún productor de Hollywood que les permita dar el salto a la mayor industria del entretenimiento del mundo.

Y la verdad es que esta película, cuya autoría de guión también pertenece al director, no esta nada mal en el sentido de que es muy comedida y tiene una serie de ideas interesantes, si bien la forma en que las lleva a cabo no destaca por nada y en especial los efectos especiales, que se reservan para los instantes finales de la película, no son especialmente reseñables.

La historia se sitúa en México, donde seis años atrás cayó un satélite espacial que portaba una serie de criaturas extraterrestres que se han expandido por la zona, contagiando todo a su paso. Se levanta una zona de cuarentena que separa la frontera americaca y la parte sur de México donde se encuentran nuestros dos protagonistas: la hija de un importante hombre de negocios norteamericano que ordena a uno de sus subordinados, un fotógrafo profesional, que la traiga a casa lo antes posible, por lo que tendrán que atravesar la zona en cuarentena para poder llegar a los Estados Unidos.

En el fondo se trata de de dos inmigrantes que quieren entrar en Estados Unidos y que para ello tienen que pasar las más duras peripecias, enmarcado todo en un ambiente de ciencia-fición. Edwards sugiere mucho y enseña poco y se basa en los diálogos y la relación de la inesperada pareja. Es lo mejor de una historia que le ha quedado algo insípida y que si bien se deja ver sin problemas no aporta nada al género, notándose demasiado su bajo presupuesto pero muy lejos de ese tipo de cine de serie B que existía antes y que tenía mucha más alma. Y no lo neguemos, era muchísimo más divertido. De hecho, las peripecias del director para grabar su historia en México son más interesantes que la propia película. 

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