miércoles, 15 de junio de 2011

Los X-Men de Roy Thomas & Neal Adams: Graduación


La colección conocida como The X-Men, nacida en septiembre de 1963 gracias de nuevo a la colaboración entre Stan Lee y Jack Kirby –etapareseñada brevemente por aquí- se vio relegada a un segundo plano tras la marcha de sus principales artistas, cayendo en el olvido de los lectores y coqueteando con la cancelación. Roy Thomas, sucesor natural de Stan Lee en todas sus labores, se encontraba en ese momento ejerciendo de guionista y sus trucos y giros de guión –el cambio de uniforme o la muerte del profesor Xavier- no acababan de funcionar.

Curiosamente, todavía le quedarían unos pocos números para demostrar todo su potencial, esta vez junto con el dibujante norteamericano Neal Adams –primera de sus colaboraciones; después continuaron en los Vengadores, en la guerra Kree-Skrull, también reseñada aquí-. Y es que Lee se hizo con los servicios de una de las estrellas de la época, que venía de triunfar en la competencia y al que ofreció literalmente la colección que él quisiera. Y aquí se encuentra lo más inverosímil de la historia: Adams eligió la colección peor vendida y esa eran los mutantes.

Pese a llegar en medio de una aventura, guionista y dibujante dan lo mejor de sí mismos, aumentando el número de la Patrulla-X en dos miembros: Alex Summers, hermano de Cíclope y conocido como Kaos y Lorna, cuyos poderes magnéticos la asemejaban a Magneto, que andaba muerto por entonces. Junto al ya comentado Cíclope, el Ángel, la Bestia, el Hombre de Hielo y la Chica Maravillosa se embarcaron en una de esas aventuras río en la que los personajes van saltando de un peligro a otro sin apenas descanso, fórmula que explotaría hasta la saciedad Chris Claremont (etapa junto con Alan Davis, aquí) en un futuro próximo en la mejor etapa de los mutantes, a los que dotaría de un desarrollo de tramas y personajes que por desgracia todavía faltaba por ver en la colección.

Sin apenas descanso, los mutantes se enfrentarán al Faraón Viviente en su primera aparición; la segunda venida de los Centinelas; la vuelta a la Tierra Salvaje junto con Ka-Zar, enfrentados a un nuevo villano con forma de pterosaurio llamado Saurón, homenaje de Thomas al malvado de El señor de los anillos; o la creación de los mutantes de la Tierra Salvaje, a manos del peor villano de la Patrulla-X.

Tras ocho números sin descanso -Adams llegaría a la mesa de dibujo en mayo de 1969, en The X-Men #56 USA y permanecería en la colección de forma ininterrumpida hasta The X-Men #63USA (Diciembre de 1969)- llega la primera pausa dramática, donde Don Heck, imitando el estilo de la estrella, nos presentaría otro nuevo mutante, Fuego Solar, sacado directamente de la paranoia americana con las armas nucleares, esta vez las lanzadas en Japón en la II Guerra Mundial.

La última saga de la colección tiene lugar en los números #65 y #66 americano, donde se nos narraría la vuelta del profesor X y la amenaza alienígena para la que ha estado preparándose, con enfrentamiento entre Hulk y la Patrulla incluido. Adams realizaría los lápices del primer número, claramente inferiores a los anteriores; y la conclusión recaería en manos de Sal Buscema, un auténtico todoterreno de la editorial.

Lo que aportó Adams a Thomas, además de cierta valentía en los planteamientos de las historias, fue toda una revolución gráfica. El drama y la tragedia del que el guionista era tan amigo encuentran en las poses del dibujante de Nueva York y en las expresiones de sus personajes la forma perfecta. El efecto de tragedia griega inminente nunca había estado tan presente y los protagonistas se mueven al borde del colapso y el agotamiento, mental y físico, plasmado a la perfección por Adams, que reinventa la forma de narrar que venía siguiendo la serie, bastante clásica y deudora del trabajo de Kirby. Adams se carga la estructura de la página y la adapta a sus gustos, con viñetas de diferentes tamaños y puntos de vista novedosos. A veces el conjunto queda un poco sobrecargado, pero sin duda es un avance con lo que venían siendo los lápices de la serie. En el diseño de criaturas nuevas o poderes espectaculares tampoco se queda atrás. Las tintas y el color de Thom Palmer le van como anillo al dedo.

Desgraciadamente para los aficionados, la colección The X-Men sería cancelada como tal y reconvertida en una revista de reediciones de anteriores aventuras. No sería hasta cinco años después que llegaría la auténtica revolución a la colección, de la mano de Wein y Claremont con la conocida Segunda Génesis mutante, en 1975. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario