Algo muy curioso ha ocurrido con esta película. Pese a la bestial campaña de publicidad de la Fox –para nada satisfactoria, sobre todo al principio con una serie de carteles y teaser’s muy mal hechos- ni los asiduos al cine de acción y efectos especiales ni los aficionados a las aventuras de sus homónimos en las viñetas –un buen ejemplo de ello, aquí mismo- estaban prestándole la debida atención.
Y es que seamos francos: los últimos productos parecidos de la Fox no acababan de funcionar y rozaban más el ridículo que el entretenimiento, como el último capítulo de la franquicia protagonizado en solitario por Lobezno (X-Men Orígenes:Lobezno).
Y la verdad es que hay que reconocer que la película no es solo entretenida y un gran espectáculo pirotécnico de efectos y buenas escenas; sino que está bastante conseguida su historia y aporta bastante a la saga cinematográfica de la Patrulla-X.
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Sin duda el gran acierto de esta nueva intentona ha sido recuperar a Bryan Singer, aquel que nos obsequió con las dos primeras películas de X-Men, lo mejor sin duda que se ha producido fuera de Marvel Studios (Iron Man, Iron Man II, Thor) junto con el Spider-Man de Sam Raimi. Centrándose en labores de producción y de guión, supone un movimiento muy inteligente situar la acción en un momento de la historia bien conocido por todos que casa muy bien con la paranoia mutante: los años sesenta en plena Guerra Fría entre los Estados Unidos de América y Rusia, que con el incidente de los misiles cubanos estuvieron a punto de desencadenar la III Guerra Mundial. Un mundo temeroso de su propia sombra donde empiezan a aparecer los primeros mutantes, despertando el recelo y el temor a su alrededor.
Un poderoso mutante, Sebastian Shaw (genial Kevin Bacon, uno de los pilares de la película) pretende acelerar el enfrentamiento entre las dos grandes superpotencias para así hacer que su raza se convierta en dominante. Solo la alianza de un joven idealista, Charles Xavier, cuyos poderes mentales le han valido la oportunidad de procurarse grandes recursos; junto con un superviviente del holocausto nazi, Erik Lehnsherr, amo de los campos magnéticos; podrá hacer frente a Shaw y su ejército de mutantes, en cuyas filas milita Emma Frost, Azazel o Riptide, interpretado por el actor español Álex González –salía en La señora, de TVE- aunque no pronuncie ni una sola línea de diálogo.
Una entretenida historia de acción y aventura que sabe sacar partido de la franquicia ya creada, por ejemplo echando mano de viejos actores conocidos, como Rebecca Romijn Stamos. En esta línea no solo tenemos otro cameo espectacular, sino probablemente el mejor que he visto en todas las películas de superhéroes del momento –eso sí, seguido muy de cerca por el de Stan Lee en El increíble Hulk-. Concesiones a los viejos conocedores de los cómics, con chistes y situaciones pensados solo para ellos y de ahí y para todos los públicos una vertiginosa historia de acción con un trasfondo mucho más intenso de lo que suelen ser los blockbusters veraniegos.
Hay que destacar también la presencia del director Vaughn, de carrera más que curiosa. Centrado por igual en la producción, la escritura de guión y la dirección: a priori no parecía el más indicado, sobre todo si tenemos en cuenta que ya rechazó encargarse del cierre de la anterior trilogía. Sin embargo, su carrera como director sí que era esperanzadora. Layer Cake, su debut, es una pequeña joya con Daniel Craig (Casino Royale, Munich, Resistencia, La brújula dorada) como protagonista. A esa siguió una historia de Neil Gaiman, Stardust, de fantasía y que ya contaba con un presupuesto más holgado y alguna estrella famosa. Su siguiente proyecto fue todavía más raro: Kick-Ass fue producida y rodada por él mismo casi sin financiación y tras sus primeros visionados se dedicó a venderla al mejor postor, saliéndole bastante bien la jugada.
Quedaba entonces por ver cómo reaccionaría trabajando para una mayor sin escrúpulos como la Fox, acostumbrada a mover las historias según su propio interés y que en este caso, al igual que hizo con Watchmen, decidió otorgar plenos poderes a una sola persona: Bryan Singer, el cual confió en la mano de Vaughn para la cámara. Algo que al final ha salido bastante bien.
Vaughn no llega a superar a su predecesor en la primera y sobre todo en la segunda parte de X-Men; pero saca partido de su holgado presupuesto y nos ofrece alguna que otra escena espectacular. Destacar el enfrentamiento final Erik-Shaw, tras la pesca del submarino y en especial dos momentos estilo videoclip donde se nos cuentan dos tópicos del cómic de superhéroes: la captación de los nuevos reclutas –y presentación de personajes- y la secuencia de los primeros entrenamientos.
Finalmente hay que comentar una buena elección de casting. Michael Fassbender (Centurión, Malditosbastardos, Eden Lake) como Magneto es lo mejor de la película, pero seguido muy de cerca por el despreocupado y confiado James McAvoy (Wanted), muy british todo lo que lo rodea, pese a que me parece un actor muy blandito. Entre todos los demás secundarios –los jóvenes mutantes Bestia, Mística, Banshee, Kaos o Alas también aparecen- destacan las bellezas femeninas. January Jones (Mad Men, Sin identidad) sale espectacular como la Reina Blanca –y se le echa de menos cuando desaparece- seguida muy de cerca por Jennifer Lawrence y su cuerpo maquillado de azul. Rose Byrne como la agente de la CIA MacTaggert (Insidious) también aporta su palmito.
Con tantos personajes hay un montón de espacio para pequeños papeles que se prestan a caras conocidas como las de Oliver Platt (Cartas a Julieta, El desafío: Frost contraNixon), Jason Flemyng (Furia detitanes, Benjamin Button), Edi Gathegi (apareció durante una temporada como uno de los aspirantes a ayudantes de House), Matt Craven o Michael Ironside (Desafíototal, Starship Troopers).
Habría que matizar que esta First Class no es una película perfecta, aunque el adjetivo redonda le sienta bien. Hay algunas concesiones a la franquicia en forma de personajes mutantes que no aportan casi nada –en especial el de Alas o Darwin, seguidos muy de cerca por los acólitos de Shaw-. Esto hace que los 132 minutos de metraje, que se pasan en un suspiro, no estén todo lo bien repartidos que deberían, de forma que demasiadas cosas ocurren porque sí sin mediar mucha explicación, como el paulatino cambio de bando de Mística o la decisión final de la Bestia. Sin duda lo que más he echado en falta es un poco más de profundidad en la amistad entre Xavier y Erik, que todos sabemos es muy grande, enorme, pero que en pantalla no acaba de verse reflejada del todo. De repente son compañeros inseparables, lo que le resta algo de épica a su final. De hecho, lo que considero casi imperdonable es que nos escatimaran un enfrentamiento más directo entre ambos, de poder contra poder.
Y es que, una vez más, se ha demostrado que el personaje de Charles Xavier es el más difícil de perfilar y de escribir, exactamente igual a como lleva sucediendo en los cómics desde hace muchos años.
Lo que nos resta por saber es si esta X-Men se convertirá en la primera de una buena y diferente saga, donde todavía quedan muchos personajes jugosos por aparecer, en especial el núcleo duro de la Patrulla-X –Jen y Scott sin duda, junto con Tormenta y alguno más-.










Excelente pelicula para rescatar la franquisia de los mutantes y con una muy buena historia logrando el balance de drama y accion con una publicidad increible que logro el interes de todos sus fans, saludos
ResponderEliminarEs cierto; el equilibrio acción drama está bastante conseguido.
ResponderEliminarAunque la publicidad, aunque efectiva, no acabó de convencerme.