Miniserie de tres números publicados a lo largo del año 2010 dentro del sello Marvel Knights de la editorial norteamericana destinado a productos más especiales, normalmente fuera de la continuidad y la mayoría de las veces pensados para lectores adultos.
Dejando de lado el protagonismo compartido de Spider-Man y el Doctor Extraño, la característica principal de este cómic es el arte de su autor completo, el nacido en Londres Brendan McCarthy. Con varias colaboraciones a sus espaldas en el mercado americano y con un par de nominaciones a los Premios Eisner por su labor de portadista; en el cine son varias las películas conocidas por el gran público que se han beneficiado de su personal arte –Los inmortales o Las tortugas ninja son dos ejemplos curiosos-.
Si ya desde su colaboración en la serie de Vertigo Shade, el hombre cambiante –con Peter Milligan a los guiones- no se dejaba de apreciar su enorme respeto y amor por el trabajo de Steve Ditko –el creador de Spider-Man y del Doctor Extraño, junto con Stan Lee-, en esta miniserie ha realizado un sentido homenaje a la figura del genial dibujante.
La trama, a priori sencilla, no deja de tener cierto interés, si bien es verdad que lo que destaca es el dibujo de McCarthy en la recreación de esos mundos oníricos habitados por originales personajes y extrañas criaturas. Spider-Man es, debido a su relación con las arañas, secuestrado en espíritu por una serie de dioses arácnidos dispuestos a desembarcar en nuestro plano de existencia y saciar su interminable apetito. El Doctor Extraño se convierte en la última oportunidad de Peter Parker de salir vivo de esta, para lo que contará con la ayuda de una serie de misteriosos seres que habitan esos paisajes de fantasía y magia.
Lo mejor, para mi gusto, lo interesante que hubiese estado esta trama un poco más desarrollada en la línea de lo ideado por J. M. Straczynski (Babylon 5, El intercambio, Thor) en su etapa en el Trepamuros, en especial con la vuelta de tuerca al origen del personaje y el concepto nuevo de los poderes totémicos. Y por último el sentido del humor que comprende toda la obra, a mitad de camino entre lo nuevo y lo viejo y con una serie de guiños evidentes para todos aquellos que hayan leído el Annual #2 de Spider-Man, publicado en 1965. Desde las palabras de despedida de uno de los secundarios al buen doctor hasta la broma final en la que ambos se dan cuenta de que realizan el mismo gesto con los dedos, ya sea para invocar hechizos o para expulsar telarañas.
Un tebeo entretenido, con un grafismo inusual en el medio y una historia sencilla y graciosa. Además, tanto en la edición americana como en la española la miniserie viene acompañada de dicho Annual de Spider-Man, el complemento perfecto sin duda para el mayor disfrute de la historia.



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