En el año 2000 se publicó el tercer volumen de esta saga
todavía inconclusa en Estados Unidos. En España hubo que esperar unos cinco
años para poder disfrutarlo traducido, un retraso que no dejó apreciar que en
tan apenas seis años Martin había revolucionado la fantasía heroica con su obra
más ambiciosa, hasta ese momento repartida en tres volúmenes de algo más de mil
páginas cada uno de letra menuda y apretada.
Tormenta de espadas
es el capítulo más extenso de la historia hasta ahora y de los tres primeros
sin duda el mejor, el más dinámico, épico y el que cuenta con más momentos
memorables. Llegando a ocupar el sexto puesto en la prestigiosa lista de más
vendidos del New York Times, fue
candidato de nuevo a varios prestigiosos premios -Nébula 2002 y Hugo 2001-
haciéndose merecedor del Locus 2001, Geffen
2002 y el Ignotus 2006.
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Martin va asentando poco a poco su personal universo y al
mismo tiempo su personal forma de narrar, sirviéndose de los diferentes puntos
de vista de un extenso puñado de personajes pero sin recurrir a la primera
persona, si bien de vez en cuando nos deja entrever los pensamientos más
íntimos de sus criaturas.
Como ya ocurriera en los dos anteriores libros, el
desdichado elegido para presentarnos el Prólogo no pasará del mismo, algo que
también ocurrirá en el Epílogo, dejando un grandísimo cliffhanger para la siguiente novela. Martin tiene un especial
toque para cautivar al lector con tan solo unas pocas páginas, aunque después
vuelva de inmediato a un ritmo más pausado y detallista. Martin no tiene prisa
y a veces parece que la cosa no avanza, pero con un poco de paciencia por parte
del lector se pueden descubrir grandes sorpresas y giros de guión muy bien
elaborados.
De nuevo son la familia Stark mayoría a la hora de narrarnos
La Guerra de los Cinco Reyes que asola el continente de Westeros: Catelyn Stark, sus hijas Sansa y Arya y el pequeño Bran;
Jon Snow, hijo bastardo del difunto Ned Stark; a los que se unen de anteriores
volúmenes Tyrion, el enano y deforme hijo de la casa de los Lannister; Daenerys
Targaryen, heredera al Trono de Hierro en el exilio y Davos Seaworth, el
contrabandista elevado a rango de caballero que vivió en primera persona la
derrota de su ejército y de su rey –Stannis Baratheon-. Se unen aportando
nuevos puntos de vista del relato Jaime Lannister, hermano mayor de Tyrion y
heredero de Casterly Rock y Samwell Tardy, un simpático gordito, cobarde y
bonachón miembro de la Guardia de la Noche y uno de los mejores amigos de Jon
Snow.
A través de estos diez personajes nos llevará el autor a lo
largo y ancho del continente ficticio cuyos mapas dibuja James Sinclair –más
largo que ancho, en realidad- e incluso a las lejanas tierras más allá de los
inmensos mares. Antes de comentar brevemente el nudo principal de la historia
–más bien un intento, porque la complejidad es muy grande; son muchas las
piezas sobre el tablero y la velocidad a la que desaparecen unas y aparecen
otras nuevas es alta-, quisiera hacer notar la primera vez que Martin hace uso
de una nota a principio del libro para dejar claros algunos conceptos sobre la
cronología de lo que se está contando: que no todo es lineal y que hay que
comprender que lo que cuenta cada personaje puede suceder durante lapsos de
tiempo diferentes: días, meses o incluso horas. Teniendo en cuenta además la
gran distancia física que existe entre muchos de ellos es normal que algunos
capítulos se desarrollen en la misma línea temporal y otros la precedan o la
continúen. Aun así esto no añade ninguna dificultad a la comprensión de la
historia, si bien a veces desespera porque se puede llegar a tener la sensación
de que la cosa no avanza.
Jaime ha conseguido escapar de su cautiverio –fue hecho
prisionero por el Robb Stark al final del primer volumen- gracias a las
bondades de Catelyn Stark, que desea intercambiarlo por sus hijas, a las que
cree presas en la capital del reino, más al sur. Acompañando a Jaime se halla
la mujer caballero Brienne de Tarth, que tras la muerte de su amado rey en el
volumen anterior –Renly era asesinado de forma misteriosa por la magia de la
sacerdotisa roja Melisandre- ha pasado a servir a Lady Catelyn. Ambos
personajes forman una de las parejas más atípicas de todo la saga y no será
fácil su carrera hacia el sur sorteando una gran cantidad de peligros.
Catelyn queda sola en Riverrun,
ofreciéndonos el punto de vista del ejército de su hijo Robb Stark,
autoproclamado Rey del Norte y que veía como sus dos hermanos pequeños y el
hogar de sus ancestros, Winterfell,
eran reducidos a cenizas por los Greyjoy. Las esperanzas de vengar la muerte de
su padre son cada vez menores: aunque Robb cuenta sus batallas por victorias la
necesaria alianza con la casa de los Frey no va por buen camino, algo que las
bodas entre diferentes miembros importantes de la familia podría remediar. Toda
esta secuencia de hechos que tienen lugar a medio camino entre las tierras del
Norte y del Sur nos llevará en volandas hasta una increíble boda de
consecuencias imprevisibles, uno de los mejores momentos de la novela.
Arya Stark sigue deambulando por esas mismas tierras –dos
volúmenes ya, más de 2000 páginas en uno de los ejemplos más claros en que hay
que ser paciente con un personaje- saltando de un grupo a otro y cambiando de
compañeros cada cierto tiempo, destacando la presencia de dos subtramas con
elementos fantásticos y mágicos: por un lado la presencia de un sacerdote rojo
del culto de R’hllor capaz de las más
singulares proezas y por otro la extraña moneda que le dio un enigmático
personaje en el libro anterior junto con una frase que iremos oyendo de vez en
cuando en los más apartados lugares: valar
morghulis. Aunque llegamos a conocer su traducción literal, todavía estamos
lejos de alcanzar su verdadero significado.
Bran Stark logró engañar a la muerte y son muy pocos los que
saben que el joven príncipe sigue vivo. Sus extraños poderes mágicos –es capaz
de colarse dentro de su enorme lobo y controlarlo- le llevan junto con unos
fieles compañeros hacia el Norte, en busca de una serie de augurios y profecías
que podrían llevarle a controlar por entero su don mágico. Casi a finales de
esta historia encontrarán un nuevo y enigmático personaje del que apenas
conocemos nada todavía y que promete nuevas emociones.
La espectacular batalla que tuvo lugar en la Puerta Negra en
la capital del reino casi acabó con el ejército de Stannis, que se vio obligado
a retirarse a su isla. Hasta allí consigue llegar Davos tras sobrevivir a lo
peor de la lucha, habiendo sin embargo perdido a la gran mayoría de sus hijos. Su
corazón se debate entre la venganza contra la sacerdotisa que los llevó a la
ruina y el amor y fidelidad a su rey. Davos Seaworth es uno de mis personajes
preferidos, sin duda gracias a cierto idealismo que posee. Esto no sería una
cualidad destacable si no se tratase de esta saga, donde las mayores
atrocidades ocurren muy a menudo y donde el realismo de Martin lo impregna
todo. Hay mucha violencia y malas acciones y temo sin duda por el pobre Davos,
ya que esta clase de personajes suelen acabar mal. Ned Stark es un claro
ejemplo de ello –traicionado y decapitado al final de Juego de tronos- y Tyrion, el más idealista de los Lannister y toda
su troupe paga un alto precio a lo largo de estas páginas: desfigurado en
batalla, sus méritos a la hora de defender la ciudad caen en saco roto y se ve
obligado a sobrevivir bajo el yugo de su padre –el verdadero regidor del reino-
y ante el odio de su hermana mayor Cersei, cuya única preocupación es el
bienestar de su hijo y rey.
Mientras que en la isla de Dragonstone, hogar de Stannis,
gracias a Davos tenemos más datos de esa religión de la Luz que parece muy
poderosa; en la capital Tyrion se encarga de mostrarnos las intrigas
palaciegas, las alianzas entre los diferentes bandos –aunque para ello sean
necesarias las más peregrinas bodas- y el débil equilibrio entre las diferentes
facciones que pueden permitir a los Lannister mantener a su príncipe en el
Trono de Hierro.
Sufre mucho Tyrion en este libro. Y resulta paradójico que
siendo uno de los mejores personajes de todos su participación en el mejor
libro sea algo anecdótica, dejando los momentos finales donde vuelve a cobrar
un merecido protagonismo –precisamente tras la tercera o cuarta boda del libro,
perdí la cuenta llegado un momento-. Porque si el primer volumen era de Eddard
Stark y el segundo del propio Tyrion, Tormenta
de espadas pertenece a Jon Snow y a Daenerys.
Aquellos que más lejos se encuentran viven las más
sorprendentes aventuras y las más trepidantes y épicas hazañas. Daenerys ha
sobrevivido a una serie de peligrosas pruebas y arrastra tras de sí a varios de
los mejores guerreros jinetes, así como Jorah Mormont, otro de mis favoritos,
un caballero que la protegerá hasta la muerte. Daenerys emprenderá una cruzada
para conseguir ensamblar un ejército lo suficientemente poderoso como para
asaltar el continente de Westeros,
aunque para ello tenga que conquistar todas las tierras a su paso. La hueste de
guerreros que la sigue es de lo más interesante del libro.
Finalmente queda Jon Snow –ayudado de forma breve por Sam-,
que desertó de sus deberes en el anterior volumen y se pasó a los salvajes de
más allá del Muro, convirtiéndose en una especie de agente doble perdido tras
las líneas enemigas. Una de las grandes batallas en lo que llevamos de saga va
a tener lugar en el Muro y Jon Snow jugará un papel clave en su resolución.
Queda Sansa por comentar, otro de los personajes que parecen
más anodinos pero que en el fondo lo pasan peor. Al principio es otro punto de
vista diferente sobre las intrigas de palacio, pero pronto se separará del
mismo y viajará hasta el norte, de la mano de un personaje que ha ido haciendo
acto de presencia desde el comienzo y que ahora cobra un merecido protagonismo.
Un claro ejemplo de que Martin no solo no tiene prisa por ir cerrando tramas,
sino que es del gusto de ir abriendo nuevas.
He aquí uno de los problemas del libro. Pese a tratarse del
mejor de los tres –por emocionante y por decisivo en la historia- a veces es
difícil seguirle el ritmo al autor. No puedo evitar la sensación, cuando leo a
algún personaje, de que hace mucho que comenzó la historia y que han
evolucionado muy poco. Otros sin embargo se han movido mucho más y han hecho
demasiadas cosas y no tengo claro los tiempos. Y es que hay demasiado detalle,
todo está muy bien contado y pese al cierre de tramas –normalmente con la
sorprendente muerte de principales personajes, aquí no está nadie a salvo-
otras nuevas toman su lugar. Dan ganas de que la historia vaya más al grano, de
que concrete hacia dónde va a ir, porque todavía quedan cuatro volúmenes más.
Y dejando de lado uno de las cosas que más me molestan: que
en más de mil páginas no sepamos nada de algunos personajes de anteriores
volúmenes, como el pequeño Rickon, por ejemplo. ¿Qué será de él?
Con el quinto volumen recién publicado en inglés –todavía no
ha llegado a España traducido- se antoja una larga espera hasta poder ver el
final de la serie. Me quedan dos para ponerme al día, pero a veces me resulta
agotador y necesito intercalar la lectura con otro tipo de género. Poco a poco,
si algo tenemos es tiempo.








Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola. He leído tu reseña antes de leerme el libro y después. Y te quería decir que, desde mi punto de vista, la has clavado. Los dos primeros libros me gustaron mucho, y los leí con entusiasmo, pero lo de este tercero ha sido distinto; he leído sin parar, incluso a pesar de los sobresaltos en la trama (que te quitaban hasta las ganas de seguir leyendo por un tiempo, por miedo a tantos cambios), y es que creo que en este volumen George R.R. Martin ya nos muestra bastante de hasta donde quiere llegar, donde la magia y lo sobrehumano va teniendo mas importancia en los personajes y no sólo las intrigas palaciegas, aunque también. También he echado de menos mas sobre algún personaje y me he cabreado con tanto nuevo, pero rápido te haces con ellos y te van dando mas sorpresas agradables. Como bien has dicho, yo también me cogeré un descanso, un par de libros distintos de descanso, y volveré con ganas a por Festín de Cuervos, esperando que salga en castellano Danza de dragones, que creo que me gustará mas.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarAcabo de terminar Festín de cuervos y debo añadir que supone un cambio sobre lo que venimos leyendo, ya me dirás si te gustó o no.
Pero lo que sí te puedo garantizar es que no supera a Tormenta de espadas y que Martin va a tener muy difícil mejorar su tercer volumen.