Intenta recuperar la cadena privada el género policiaco que
tan buen resultado ha dado a la parrilla televisiva española, algo en el olvido
los últimos años ante el auge de otros géneros como el histórico.
Lo más notable de la propuesta sin duda es el papel de
Eduardo Noriega (Blackthorn,
Transsiberian), dando vida al protagonista de la serie, el psicólogo Tomás
Soller, experto en psicopatologías y atravesando el tan manido bache
profesional y personal que todos estos caracteres tienen en sus series. Cuando
un alumno de la Facultad donde da clase asesina a sangre fría a varios de sus
compañeros, entrará en contacto con la policía, a la que ofrecerá sus servicios
como consultor. Para más inri la detective encargada del caso es un antiguo
amor del pasado del protagonista, interpretado por Celia Freijeiro.
No creo que haga falta mucha imaginación para comparar esta
serie con El mentalista
protagonizado por otro guapo del cine como Simon Baker. Por desgracia los
resultados finales son bien diferentes: si en El mentalista, sin ser ninguna maravilla, al menos nos encontramos
con un procedimental de manual, con Homicidios
también podríamos echar mano del manual, pero el de despropósitos en las series
españolas.
El nuevo policiaco nacional apuesta por lo clásico, lo ya
conocido y mil veces visto: una persona inteligente apartada de su deber por
una tragedia de su pasado, que se reencuentra con su trabajo y con una antigua
relación al mismo tiempo; rencillas en la policía entre departamentos; la
novata que acaba de llegar… Son algunos tópicos que de tan manidos sorprenda
que no acaben de funcionar. Y es que en Telecinco no parecen haber aprendido la
lección y caen en los mismos errores de siempre.
Si Noriega podía atraer algunas malas críticas por su
limitado talento como actor, aquí va a destacar porque el resto del reparto no
lo hace nada bien. Además no acabo de entender esa forma de recitar los diálogos,
tan antinatural y que no acabo de ver si es un problema de sonido y realización
o de simple actuación. Durante gran parte del capítulo se echa incluso de menos
a Noriega, centrándose demasiado la atención en el policial, algo que no va a
funcionar. O se entrega el protagonismo a uno u a otro, pero ambos van a ser
imposible que lo compartan.
Por otro lado las 22:30 de la noche es tarde para empezar un
capítulo que dura más de hora y media y que con el último anuncio –metido con
calzador, a deshora, sin avisar y sin comunicar su duración, rompiendo uno de
los pocos momentos de tensión- nos deja cerca de las 00:15 al acabar, algo que
es inadmisible.
Así que más de lo mismo: un Piloto muy flojo, alargado en
exceso, donde te lo explican todo -¿no podían dejar algo para capítulos
sucesivos? ¿Tenemos que conocer los principales detalles de los protagonistas
tan pronto y de forma tan clara?-, que se hace cansino al poco tiempo y que no
augura muchos éxitos a la cadena ni a su actor. Parece que la cosa puede ir de
asesino psicópata difícil de coger, en vez de casos particulares
autoconclusivos, pero ya veremos cómo se desenvuelve la cosa. Eso si suscita el
interés suficiente para seguirla.

He tenido la suerte de no verla. A que todas las policías están de buen ver, y lo mismo con el género masculino, pero yo no me fijo. A que sí, el gremio de policía es realmente aparente.
ResponderEliminarCualquier comparación con The Wire es una crueldad inhumana.
Hombre, he comentado lo de El mentalista, pero si no resiste comparaciones con otras series tipo CSI o Mentes criminales ni se me ocurre el traer a The Wire a la palestra.
ResponderEliminarPor cierto que se trata de una de mis series favoritas.