Machete Kills, de Robert Rodriguez

Ha pasado demasiado tiempo desde que el director texano rodara un cine más serio, desde el estreno en 2005 de Sin City. Tanto la saga de Spy Kids como el cine extremo de serie B que comenzó en Planet Terror lo ha mantenido ocupado estos últimos años, pero el batacazo comercial de su último trabajo le ha hecho centrarse en otros proyectos, como la serie de Abierto hasta el amanecer o la segunda parte de la adaptación del cómic de Frank Miller.

Cuando Rodriguez y Tarantino trabajaron juntos en el proyecto Grindhouse, uno de los tráileres falsos que adornaban la doble sesión de cine casposo estaba protagonizado por Danny Trejo, uno de los actores fetiche de Rodriguez, que decidió llevar el experimento un poco más allá con una película protagonizada por un agente especial mexicano llamado Machete, que se estrenaba en 2010. Machete Kills repite la misma fórmula que su predecesora, pero funciona mucho peor simplemente porque ya lo hemos visto y no aporta nada nuevo. La historia es delirante, pero las escenas graciosas necesarias para darle un poco de empaque a la cinta son más difíciles de encontrar que en la primera parte. Así que Rodriguez se limita a filmar algún que otro tiroteo y a llenar la pantalla de pibones con escasa ropa y caras conocidas de la televisión y el cine, lo que no deja de ser curioso, cómo hará el director para convencer a gente como Antonio Banderas (Crónica de un engaño), Cuba Gooding Jr., Lady Gaga, Mel Gibson (Vacaciones en el infierno) o Charlie Sheen haciendo de él mismo pero en la presidencia de los Estados Unidos, para realizar papeles tan ridículos. Sofía Vergara, Amber Heard (The Ward) o Michelle Rodriguez (Avatar) también aparecen.

Lo dicho anteriormente: es una fórmula agotada que no da más de sí y que mantiene alejado a Rodriguez de otras producciones que podrían resultar más interesantes y que sin abandonar su particular estilo ha conseguido ganarse al público, aunque siga amenazando con una tercera parte en el espacio que parodia no a Star Wars, sino a aquellas películas que salieron al calor de su éxito y que tenían de todo menos presupuesto.