sábado, 10 de octubre de 2009

Ágora, de Alejandro Amenábar


La quinta película del niño prodigio del cine español supone un nuevo cambio de rumbo en su cinematografía; un nuevo reto en forma de superproducción millonaria que da vida a un drama histórico ambientado en Alejandría en el siglo IV, donde la expansión del cristianismo está tomando unos tintes cada vez más violentos y fanáticos. El choque con los cultos paganos del Egipto de la época y con el propio judaísmo es inminente. Ignorante de los importantes cambios que se avecinan vive Hipatia (Rachel Weisz), maestra amante de la sabiduría y la filosofía y particularmente cautivada por la astronomía y el devenir de los astros en el cielo. Dos hombres vivirán estos años de guerras y cambios, ambos enamorados de ella: su antiguo esclavo Davos –liberado cuando los cristianos toman el poder por la fuerza- y Orestes, ahora al servicio de Roma y antiguo alumno suyo.

La crítica al fanatismo y a la expansión violenta de las religiones –con todo lo que ello supone: imposición de ideas, racismo, destrucción de la cultura anterior- y sosteniendo el foco principalmente en el cristianismo es evidente en una historia donde conforme van pasando los minutos la situación es cada vez más desesperada para todos aquellos que no forman parte del bando vencedor o no quieren aceptar sus creencias. Primero son los cultos paganos y sus innumerables deidades; luego le seguirán los judíos y finalmente caerán aquellas personas individuales, personalizadas aquí en una mujer adelantada a su época que no tuvo manera de comprobar si sus teorías eran ciertas y que no supo vivir de otra manera que fiel a sus propios principios.

Amenábar teje de nuevo una historia crítica, con personajes interesantes que no caen en el olvido ante el increíble diseño de producción: la decoración, el vestuario, el maquillaje y la peluquería... El director de origen chileno nos regala unos cuantos planos con la ciudad de Alejandría en toda su magnitud, planos amplios y valientes, incluso acercándose desde los mismos confines del espacio. El nivel de detalle de los fondos es muy rico y son secuencias de gran belleza. También destaca esa primera hora donde tiene lugar una cruenta batalla, con miles de personas corriendo y pululando por ahí, luchando y matando y que tiene su final en la destrucción de gran parte de la famosa biblioteca, con un plano, por lo menos, original e inesperado.

Amenábar aprovecha las teorías astronómicas antiguas para, durante las más de dos horas de metraje, posarse con su cámara en innumerables círculos –y todos sus derivados- para ir poco a poco descubriendo la elipsis. Ya sean los aparatos científicos de la propia Hipatia, sus dibujos en la arena o la propia arquitectura de la ciudad, Amenábar plantea un interesante juego de formas y geometría a medida que avanza la historia.

En su conjunto la película ha recibido buenas críticas –alguna mala o incluso pésima también he leído- sin llegar a entusiasmar. No estamos ante un género épico como lo fueron en su día Gladiator o El reino de los cielos y por supuesto nos encontramos a años luz del bonito envoltorio –pero vacío de contenido- de producciones como Troya. La película de Amenábar es más reflexiva. También posee escenas de lucha espectaculares y veraces, pero no se recrea en ella –el famoso uso de la cámara lenta de Scott brilla especialmente por su ausencia-. En definitiva es una película valiente y, no lo olvidemos, es española. Aunque no cuente con rostros conocidos de nuestro cine, gran parte del equipo técnico sí lo es, aparte del dinero de la producción. Y esto es bueno para nuestro cine: que se hagan películas arriesgadas y difíciles y, en definitiva, películas distintas, que llamen la atención del público patrio y extranjero.

Comentario final para la música de Dario Marianelli, correcta aunque no la destacaría. Hasta poder escuchar el score por separado, las bandas sonoras compuestas por el propio director me habían llamado más la atención.

2 comentarios:

  1. Amenábar quiere dejar su opinión crítica con la religión en general, y con el cristianismo en particular. Y lo hace mitificando a la protagonista (atea, obviamente) y demonizando a los cristianos, pintándolos como fanáticos.

    ¿No es una pena que una película tan aceptable, incluso buena, se desfigura ante la manipulación guionística de Amenábar?

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  2. Es una característica que ya ha estado presente en varias de sus películas y sí, es verdad que, siempre desde mi punto de vista, resta calidad al resultado final de sus obras.

    De todas maneras, como puntualización, no creo que Hipatia fuese atea. Ya que pertenecía a la corriente neoplatónica, tampoco es que difiera mucho de la creencia en un Dios único.

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