martes, 24 de noviembre de 2009

Buscando a Eric, de Ken Loach


El director del Reino Unido junto con su guionista habitual Paul Laverty presentaron en la última Sección Oficial de Cannes esta película que sorprendió a los seguidores de ambos artistas, debido a su tema alejado del cine reciente que venían desarrollando ambos: comprometido, con grandes dosis políticas y bastante crudo.

Looking For Eric mezcla hábilmente el drama con la comedia. Ambientada en la Manchester actual, esta coproducción de varios países europeos está protagonizada por Eric, un cartero que está atravesando una grave crisis personal y familiar. Vive con dos hijos adoptados de su segundo matrimonio, cuya mujer le abandonó. Al tiempo intenta dedicarles la mayor atención posible a su hija biológica y a su nieta recién nacida. Pero el hecho de que tenga que coincidir con Lilly, su primera mujer y a la que abandonó sin dar explicación el día del bautizo veinte años atrás, es mucho más de lo que puede soportar.

En los primeros minutos de la cinta, Loach consigue que todos sentamos pena de Eric y de su patética existencia y tras un frustrado intento de suicidio conduciendo en una rotonda en sentido contrario. Tras presentarnos su situación familiar, el drama queda salpicado con algunas notas de comedia gracias a los amigos de Eric, en su mayoría compañeros en Correos y todos aficionados al fútbol, que tratarán de animarle por medio de todos los medios posibles, por muy peregrinos que sean.

Pero el verdadero punto de inflexión ocurre cuando el ídolo del protagonista, el mismísimo Eric Cantona, se le aparece y aconseja cual ángel guardián con delirios filosóficos. De esa manera, la película está repleta de continuas secuencias del gran jugador francés en sus mejores momentos, llegando a tener intervenciones bastante surrealistas, marcándose un solo de trompeta o llegando a bailar un Rock con su mayor fan. El propio Eric, sabiamente aconsejado, y con ayuda de sus mejores amigos, hará todo lo posible por reconducir su vida; ofrecer las explicaciones necesarias a la mujer que nunca dejó de amar; volver a ganarse a sus hijos y en definitiva, intentar salir del pozo y alcanzar un mínimo de felicidad.

Pese a tener un final algo increíble, más propio de un cuento de hadas que de la realidad, la película es entretenida, con muchos diálogos y situaciones graciosas en medio de una trama algo trágica por momentos y que amenaza con destruir a la familia sino se hace algo drástico. Quizás algo larga, unas dos horas de duración, ya que en el fondo sólo son diálogos. Pero vale la pena por disfrutar de ese genio carismático del mundo del fútbol que fue Eric Cantona.

4 comentarios:

  1. hombre, a mí me parece que este es un Ken Loach menor... ya no es el de antes, pero creo que el resultado no está mal del todo. Buscando a Eric tiene una bonita historia, una cosa sencilla, ya no lucha los derechos de los trabajadores pero cuenta una historia que merece la pena y que da gusto ver. Creo que es conmovedora, incluso, y la crítica... así lo ha hecho saber. A mí me parece que este tipo de películas enriquece mucho al cine.

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  2. Estos cambios de registro me parecen positivos. Si bien la idea no es original en sí -muy de película de Frank Capra- toda la ambientación y los personajes o el retrato de esa clase social trabajadora sí que pueden asociarse con el cine de Loach.

    Es una historia sencilla sí, pero también merece la pena, como muy bien señalas tú mismo.

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  3. En mi opinión Ken Loach habla fundamentalmente de la experiencia de delirar y de lo constructiva que puede ser, habla de la fuerza de la amistad para superar los malos momentos, y de alternativas creativas en la resolución de conflictos. También hay una crítica a la incapacidad de la mayoría de los profesionales psiquiátricos para resolver problemas, y explica muy bien que la mayoría de los problemas mentales tienen su origen en conflictos afectivos, y sólo la resolución de tales conflictos permite superar el problema.
    Es un tema muy actual,y su cine sigue siendo combativo al tratar este tema de una forma tan lúcida y tan sabia (el que flipa es un tío normal y corriente, le puede pasar a cualquiera). Si pensáis lo que se hace habitualmente con una persona que tiene delirios, os daréis cuénta de por qué sigue siendo cine de denuncia.
    Lola

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  4. Sí que tiene parte de denuncia, aunque yo lo veo más como un retrato de una clase social.

    Aquí el protagonista ha sufrido lo suyo, pero tampoco nada especial que no le pueda pasar a cualquiera. Mientras otros deciden seguir con sus vidas, él se refugia en la autocompasión e imagina charlas con su ídolo futbolístico.

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