lunes, 23 de noviembre de 2009

El lector, de Bernhard Schlink


Novela de 1995 de una extensión moderada –unas 200 páginas- publicada por un profesor de derecho y escritor que actualmente ejerce un papel de juez en Alemania. La repercusión de El lector ha sido amplia: traducida a muchos idiomas y premiada en los diferentes países en los que se ha editado. En la última ceremonia de los Oscars la adaptación que de ella realizó Stephen Daldry tuvo un papel predominante y se fue a casa con algún oscar.

El autor usa la primera persona –remarca de esta forma su aseveración de que se trata de una historia parcialmente autobiográfica- para narrar la vida de Michael Berg, un joven alemán que a sus 15 años de edad y por una casualidad conoce a una mujer de 36, Hanna, que lo cautiva y con la que empieza una relación erótica tan educadora para él como curiosa: por expresa petición de su amante, Michael llega a acostumbrarse a leerle en voz alta diversos pasajes literarios en sus previas amorosas.

Schlink divide a su vez la novela en tres partes bien diferenciadas. En su primera mitad se nos narra la relación entre el chiquillo y la madura mujer, que trabaja de revisora en un tranvía. Desde que se conocen hasta que, de repente, ella desaparece misteriosamente. Las emociones que todo esto provocan en el chaval están descritas de forma directa y amena.

En su segunda parte el reencuentro entre ambos se produce en un escenario inesperado: debido a los estudios que está realizando, Michael decide asistir a una serie de procesos donde antiguos simpatizantes o colaboradores del régimen nazi van a ser juzgados. Es aquí donde el autor facilita un retrato más vívido de la época en la que se desarrolla la historia, años después de la guerra y cómo las nuevas generaciones alemanas vuelven la vista atrás y juzgan a sus mayores. La sorpresa es mayúscula tanto para el joven estudiante de derecho como para el propio lector de la obra: Hanna es una de las acusadas debido a su pasado como carcelera en un campo de concentración.

El lector finaliza varios años después con un Michael que, tras un matrimonio fallido y una profesión que no le depara muchas alegrías, decide volver a retomar el contacto con su antigua amante de una forma de lo más peculiar, ya que la pena a la que fue condenada era perpetua.

De esta forma asistimos a la vida de un joven alemán de postguerra y cómo esta ha ido desarrollándose a través de su relación con una mujer y la imborrable huella que le dejó en su juventud y que sin duda marcó su posterior devenir vital. Un relato interesante situado en un periodo de la historia alemana igual de interesante que atrapa al lector de la primera a la última página y que gracias a un estilo realista y directo se acaba en pocas sesiones.

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