viernes, 4 de diciembre de 2009

Arrugas, de Paco Roca


Aprovechando que el autor valenciano estuvo ayer jueves 3 de diciembre en la FNAC –junto a Miguel Gallardo presentando Emotional World Tour- he decidido releer sin duda su obra más famosa hasta la fecha, que desde que ganó el Premio Nacional del Cómic 2008 ha trascendido el mundo del tebeo y se ha convertido en un auténtico bestseller de la industria –ya va por la quinta edición-.

Esta historia realista cuyos protagonistas son una serie de ancianos que viven recluidos en una residencia resultó tan conmovedora que se ha ganado el cariño inmediato de los aficionados. Como cuenta el propio Roca al final del maravilloso volumen editado por Astiberri, las anécdotas que fue recopilando sobre nuestros mayores le dieron la piedra de toque necesaria para crear una serie de historias en torno a Emilio, un recién llegado a la residencia donde tendrá que convivir con el resto de ancianos a la vez que se enfrenta a la terrible enfermedad que comienza a hacerle mella: el Alzheimer.

Ahí reside para mí el mayor acierto de Roca. Valiéndose de Miguel, solitario, sin familia ni hijos –al menos que él sepa- pero pícaro y entrañable, capaz de hacer cualquier cosa por sisarle algunos eurillos a sus compañeros; nos presenta al resto de ancianos y sus diferentes manías, muchas de las cuales son simpáticas e incluso pueden arrancarnos una sonrisa. Pero en el fondo hay un poso trágico, debido a las distintas enfermedades y limitaciones que sufren los pobres ya sea debido a su avanzada edad o al abandono que sufren por parte de sus seres queridos.

Emilio y Miguel son compañeros de cuarto. Pronto serán amigos aunque en un principio no tengan nada en común. Y por mucho miedo que le tengan al piso de arriba, donde van a parar aquellos que no pueden valerse por sí mismos, sus vidas quedarán unidas desde el mismo momento –una de las mejores partes de la historia- en que Emilio es consciente de que tiene la enfermedad y vislumbra en qué puede acabar convertido. La súplica de ayuda hecha por un anciano temeroso a su más reciente amigo estrechará los lazos entre ambos y llevará Miguel a una transformación interior asombrosa, pero en todo momento creíble y esperanzadora.

Paco Roca posee un estilo de dibujo claro y muy detallado. Se toma su tiempo para narrar las secuencias. Usa viñetas de diferente tamaño pero siempre cuadradas, llenas de detalles en los primeros planos –sus personajes son muy expresivos- y en los fondos, los cuales no abandona nunca. Hace uso de los bocadillos de diálogo exclusivamente, por lo que al no haber cuadros de texto le quedan muchas viñetas o secuencias prácticamente mudas, pero donde la historia y los sentimientos de los personajes pueden sentirse como si nos lo estuvieran contando. Es de lo más destacable el uso especial que hace Roca, ayudándose de las explicaciones de los médicos, de los recuerdos y fantasías de los viejitos que pueblan estas páginas.

Además el propio autor es muy amable y en los años que lleva yendo y viniendo a innumerables presentaciones de su obra nunca ha dudado en compartir con los aficionados su forma de trabajar, sus anécdotas más graciosas o sus dedicatorias y dibujos. Espero que todavía le queden muchos más Arrugas por firmar, porque sin duda es una obra que merece la pena encontrarse en cualquier tebeoteca y en cualquier tienda, tal es su emotiva mezcla de ternura y tragedia en torno a una situación que nos toca de cerca a muchos de nosotros.

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