
La AMC es una de las numerosas teles por cable americanas, responsable de algunos éxitos recientes como Mad Men –y la que está trabajando en llevar The Walking Dead a la pequeña pantalla-. En 2009 emitió una miniserie de seis capítulos a razón de dos diarios durante tres días consecutivos, reinterpretando a priori una serie británica mítica de los años ’60 donde un espía era recluido en un sitio especial y del que le era imposible escapar.
Ante todo no he visto la serie original y no creo que me ponga a ello. Por eso sólo puedo juzgar esta nueva versión –de los comentarios que hay en Internet, el único punto en común es que no es un remake al uso, sino una reimaginación, un partir de una idea común para explorar nuevos horizontes-.
Jim Caviezel se despierta en medio de un desierto. Pronto llega a una especie de aldea llamada La Villa donde parecen reconocerle: su nombre es Número 6. Pese a que 6 tiene recuerdos de una vida anterior –acaba de presentar su dimisión en una importante compañía- ninguno de sus vecinos parece saber nada de lo que está hablando, llegando a desconocer conceptos tan claros como Nueva York o el propio océano. Sólo existe La Villa. Todo el mundo trabaja y es más o menos feliz. De que este perfecto mundo funcione se encarga Número 2 (interpretado por Sir Ian McKellen, sin duda lo mejor de la producción) cuyo nuevo objetivo será “curar” al Número 6 e integrarlo de nuevo en la idílica comunidad, rodeada por áridas montañas y kilómetros de desierto.

El planteamiento se realiza rápido y siembra las suficientes dudas en el espectador como para que este se plantee qué está ocurriendo y qué posibles soluciones hallará 6 a las innumerables pruebas a las que lo somete 2. ¿Logrará escapar? ¿Escapar a dónde? El gran problema que yo le veo a la serie es que, quitando los primeros capítulos y la revelación final narrada en el último, el viaje intermedio se hace algo difícil de entender, cuando no pesado y aburrido. El montaje y el estilo es confuso, mezclando imágenes de La Villa con retazos del pasado del protagonista que no sabes si han ocurrido, si son un sueño o si están pasando en ese mismo instante. Tiene demasiados momentos oníricos y llegué a pensar que siempre ocurría lo mismo, dada la cantidad de veces que Número 6 realiza una acción para acto seguido levantarse en su cómoda cama, en su casita en La Villa.
Reconozco que el final me gustó, explica casi todo –se podían haber dado algunos detalles más técnicos, en especial hay algunos puntos que no he llegado a entender- y algunos duelos interpretativos entre ambos personajes valen la pena, teniendo en cuenta sobre todo la conclusión en la que sólo uno de ellos gana –aunque parezca lo contrario-. De todas maneras creo que se les fue la mano con el misterio y el rollo paranoico que llega a producir que el espectador desenchufe durante bastante tiempo. La idea me ha parecido buena, pero creo que han fallado en el desarrollo de la misma.
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