
McDonagh (Nicolas Cage) es detective de Homicidios en Nueva Orleans. Tras la catástrofe del Katrina y mientras salvaba a un preso de morir ahogado, se lesionó gravemente la espalda. Con dolor crónico, hoy el personaje interpretado por Cage vive dependiendo de analgésicos y drogas varias y está enfangado en mil y un líos: es el chulo de una bella prostituta de la que está más o menos enamorado, interpretada por Eva Mendes (The Spirit); debe dinero porque está metido en apuestas deportivas; y para colmo deberá resolver un caso de asesinato de una familia africana, para lo que no dudará en usar cualquier método necesario, aunque eso le enfrente con media ciudad.
Lo que empieza como una típica película de policías corruptos deriva en una parodia del género, teniendo en cuenta la interpretación histriónica de Cage, sus métodos y como la situación va degenerando poco a poco hasta un delirante final que situará a cada uno en su sitio. Todo es exagerado en esta película a la que le sobra metraje por todos lados, ya que llega a aburrir durante bastante tiempo para luego en los minutos finales pisar el acelerador. Un auténtico despropósito donde todos sus actores están en horas bajas –incluso tiene un papel secundario Val Kilmer-. Una mezcla estúpida de sexo, drogas, mafia y asesinatos que ni entretiene.
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