
La recta final del último proyecto para televisión de Josh Whedon – ¡ay, qué altas dejaste las expectativas con Firefly!- sufre una aceleración significativa que nos ha dejado sus cosas buenas, pero también mucho que olvidar. Sin ya nada que perder y con la serie cancelada, al menos se ha podido dedicar a contar lo que quería: una lucha final entre Echo y sus aliados contra la compañía Rossum, dueña de la tecnología capaz de crear las Muñecas. Si bien una de las críticas que han acompañado a la serie desde su comienzo era la imposibilidad de empatizar lo más mínimo con el personaje protagonista, desde la incursión de Alpha y sus manipulaciones esto se ha ido arreglando poco a poco y perfeccionado en estos últimos capítulos: por fin Echo tiene entidad propia, creada a partir de la suma de todas las personalidades que la integran, única de su especie junto con Alpha, que por cierto volverá con un nuevo plan malévolo de conquista. Otra clara mejoría, la incursión de una trama central que avanza y retrocede y que ofrece al espectador continuos giros de guión y sorpresas al finalizar cada entrega semanal: la lucha permanente por mantener la dirección de La Casa de Muñecas donde se desarrolla la mayoría de la acción al principio de las garras de la Rossum al principio; y como todo esto va derivando en una lucha desesperada por el control total de una tecnología que permitiría a su dueño gobernar el mundo.

Sin embargo, los puntos oscuros han estado ahí. El mayor tiempo para desarrollar más personajes ha restado minutos a la hora de planificar y desarrollar la propia acción, que ha sido embarullada y muchas veces confusa. Todo pasa demasiado rápido y por que sí y se recurre muchas veces a la solución fácil: teniendo en cuenta con lo que estamos tratando, usar demasiado al giro que te proporciona que un personaje de repente sea una muñeca o no se antoja algo tramposo. Por no hablar de los continuos cambios de personalidad de algunos de los personajes, como DeWitt o Boyd, provocando la risa en el espectador ante algunas de sus decisiones: ahora soy malo y permanezco fiel a la compañía; ahora bueno y me revelo contra el opresor.
Echo se convierte en el punto central de una conspiración repleta de acción donde nadie es lo que parece y que conforme se van desenredando sus hilos, peor lo tienen los protagonistas ante el imparable avance de la Rossum. El sentido del humor está presente en un final donde aparecen todos y cada uno de los personajes que han ido apareciendo desde el primer capítulo, la mayoría para roles insignificantes.
El colofón a la serie viene de la mano del último capítulo, titulado Epitaph Two y que continúa directamente del incluido en DVD con motivo del lanzamiento de la Primera Temporada. Aquí se disipan todas las dudas sobre el destino final de las muñecas y sus guardianes, así como de la humanidad entera. Ha sido entretenido en algunos momentos, pero no pasará a la historia esta nueva aventura de Whedon, narrada en dos temporadas con más pena que gloria, pero de forma original en algunos momentos, sobre todo en su planteamiento.
Todo Dollhouse, aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario