viernes, 16 de abril de 2010

Las uvas de la ira, de John Steinbeck


El escritor californiano, Premio Nobel de Literatura en 1962, siempre tuvo un lugar especial para el sitio donde nació en su literatura. Incluso aunque no fuera de forma placentera, la enorme extensión de tierra en el oeste norteamericano apareció en muchas de sus historias, convirtiéndose en testigo de excepción de todos los hombres que la atravesaron. Es el caso de una de sus novelas más famosas, que ayudada por la fama que le deparó su adaptación al cine de la mano del maestro John Ford y por la consecución del Premio Pulitzer en 1940, coincidiendo con el estreno de la película y un año después de su publicación, ha llegado a ser considerada como su mejor y más emblemática obra.

Rodeada de polémica desde su estreno –llegó incluso a estar prohibida en California- narra la odisea vital de la familia Joad, granjeros de Oklahoma que son echados de sus tierras por el progreso y la ambición del hombre y que junto con miles de familias se ven obligados a emigrar hacia el Oeste en busca de una nueva forma de ganarse la vida. Ambientada en la mayor crisis norteamericana de su historia en plena década de los años 30, Steinbeck narra con precisión los sentimientos de una familia amplia americana que se ven despojados de todo lo que tenían y que tienen que renunciar a aquello que dan por sentado en busca de un nuevo comienzo. Pero el viaje es largo, el dinero escasea y los habitantes de los estados que reciben a los inmigrantes no están dispuestos a hacerlo con los brazos abiertos: condiciones denigrantes donde los trabajadores son explotados debido a su gran necesidad, mientras las familias viven en campamentos hacinados –los famosos hooverville, que se extendieron por toda Norteamérica tras el crack del 29-; amenazas e intimidaciones como moneda de cambio, ya que todo inicio de sindicalización o de organización es cortada de raíz con extraña violencia al grito de rojos. Steinbeck alterna los capítulos centrados en la familia Joad –los de mayor extensión- con otros donde expande su visión a la situación general de la sociedad americana en esos momentos en muchas de sus diferentes capas: los aprovechados, los solidarios, los predicadores, los simples o los intelectuales; todos acaban en las páginas de la inmensa novela del escritor, que vivió y conoció esa época.

Un novelón tanto en extensión como en profundidad que produce en el lector un pesado sentimiento de desasosiego al tener conocimiento sobre los terribles hechos que se producen en una sociedad al borde del caos y cómo los hombres se vuelven unos contra otros, insolidarios unos o ignorantes los otros, incapaces de organizarse por un bien común. Reserva Steinbeck algunas líneas centradas en los fuertes lazos familiares de los protagonistas para la esperanza: los pilares que forman el matrimonio Joad y que soportan a sus hijos y demás familiares o la camarería que nace entre desconocidos en momentos de necesidad, incluso sentimientos de honor y amor en gente que ya no tiene nada y cuyo futuro pinta peor que nunca. Un resquicio para la esperanza en medio de una gran tragedia, una historia terrible que, sobre todo hoy en día, no ha perdido nada de actualidad, máxime cuando muchos de los problemas narrados son reconocibles de forma fácil en la sociedad de nuestros días: la inmigración, el papel de los sindicatos o de los empresarios y su responsabilidad en la situación económica; la desesperación de las familias que la sufren y cómo se enfrentan a ella. Son más de seiscientas páginas, pero valen mucho la pena.

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