jueves, 8 de abril de 2010

Los Invisibles Vol. II: apocalipstick, de Grant Morrison

Segundo volumen recopilatorio, que contiene los números americanos The Invisibles Vol. I #9-16, plagados sus páginas de diferentes dibujantes –en nombre y en estilo- y dirigidos todos por la batuta maestra de Grant Morrison, en un esfuerzo muy personal por plasmar todas sus ideas y neuras en un medio tan particular como el cómic.

Jack Frost acaba de unirse a un grupo de lo más variopinto, para el que la magia, la violencia o la muerte son su día a día cotidiano. Un atajo de luchadores por la libertad del ser humano que no dudan en usar cualquier medio a su alcance para hacerle despertar del sopor en el que anda metido, enfrentados a poderosos enemigos que llevan siglos de lucha a sus espaldas. El joven Jack no ha hecho más que empezar a vislumbrar las maravillas del mundo a través de los ojos de sus nuevos compañeros. Y nosotros vamos con él.


Monstruos reales (#9-12 USA)
Continuamos directamente donde lo dejamos en el número anterior, esto es con Jack jurando en arameo –un demonio acaba de arrancarle uno de sus dedos y comérselo- y queriendo marcharse de la compañía de King Mob, el cabecilla del grupo, sabiondo, violento y experto en ocultismo; Robin, una pelirroja telépata y con la capacidad de vislumbrar hechos futuros; Boy, una ex policía negra salida de Harlem para la que las artes marciales no tienen ningún secreto y Lord Fanny, un travesti de origen brasileño que además es chamán. Todo apunta a que han sido traicionados, ya que están siendo emboscados por los Mirmidones, tropas de asalto fuertemente armadas al servicio de la Conspiración. Los responsables de la parte artística del anterior arco argumental –Arcadia- repiten en este número ultraviolento –Thompson a los lápices, Cramer a las tintas y Vozzo con los colores-, donde aprovecha Morrison para ir introduciendo al nuevo recluta en un mundo de pesadilla y cómo se va a ver afectado por todo lo que está sucediendo a su alrededor.

El siguiente capítulo viene narrado por Chris Weston –lápices y tinta- donde no aparece ningún Invisible conocido hasta ahora, sino uno nuevo: Jim Crow, que deberá lidiar con una serie de asesinatos de la comunidad negra perpetrados por una especie de zombies. Morrison se zambulle en la tradición criolla para contar una historia en paralelo donde dos atónitos policías observan impasibles mientras el nuevo protagonista realiza un viaje espiritual usando magia vudú para encontrarse con dioses insectos. Una historia de tributos, donde las drogas vuelven a tener un papel relevante –esta vez el crack- y que aprovecha el guionista para situar una nueva amenaza: el dios escorpión ha reconocido al miembro de Los Invisibles y le pide que localice a un compañero que todavía tiene que pagar por lo aprendido. Uno que nosotros ya sabemos donde está. Detallado dibujo del artista británico lleno de situaciones oníricas y monstruos humanoides, zombies y escenas espeluznantes.

Otro artista de las islas – John Ridgway, dibujo y tintas, con un estilo más oscuro de lo visto hasta ahora- para otra aventura auto conclusiva donde volvemos a echar en falta a la unidad de Los Invisibles que ya conocemos, para centrarnos un poco en los enemigos, es decir, los malos, simplificando mucho. Una historia de terror donde un grupo de aristócratas se lamenta de las dificultades que King Mob y su gente les están haciendo pasar, mientras disfrutan de una cacería humana en su hacienda. La presencia de un horrible y deforme monstruo añade los toques sobrenaturales que ya van siendo habituales en la serie. Como no podía ser de otra forma, hay un infiltrado en el castillo. Un Invisible. Ligero toque a lo Lovecraft para el decimoprimer número de la serie.

Steve Parkhouse ilustra el último experimento de Morrison. Aquí nos alejamos de cualquier tema sobrenatural para centrarnos en la vida de un chico inglés, Bobby y las vicisitudes que ha ido superando: su nacimiento, la convivencia con unos padres que no se soportan y un hermano mayor que lo odia; su huida de casa, su ingreso en el ejército; la guerra y su posterior matrimonio. Morrison aparta todo lo que venía haciendo en la serie hasta ahora y se centra en un personaje con apenas trascendencia pero que le permite usar un estilo diferente: cuenta la historia por partes, de forma no lineal, dando continuos saltos en el tiempo hacia delante y vuelta atrás, narrando los sucesos más importantes en pocas secuencias; a veces el cambio sucede en la misma página, en un par de viñetas. Hay que estar atento para unir las piezas hasta llegar al desenlace. El estilo de dibujo también ayuda a la hora de romper con lo que se venía presentando en la colección: más caricaturesco, pese a que lo que se cuenta no es nada divertido.

Monstruos reales es el nombre bajo el que se han agrupado estos relatos, aparentemente inconexos entre sí. Una serie de historias auto conclusivas donde Morrison juega con diferentes personajes y formas distintas de narrar. Aprovechando un dibujante para cada capítulo, lo que les añade un toque diferente. También es uno de los motivos por el cual la serie hacía aguas en su primer volumen. Las ventas no ayudan a Morrison –por muchos ritos mágicos que anduviese realizando en un intento de resucitar el título- y era necesario un cambio que iría instalándose gradualmente.

Apocalipstick (#13-16 USA)
En estos números vuelve Jill Thompson a los lápices –esta vez se ocupa también de las tintas- convirtiéndose en lo más parecido a un dibujante regular, ya que se cuenta una saga en tres partes que continúa directamente de lo narrado más arriba, tras el escape por los pelos del molino. King Mob debe hacer un viajecito hasta París a ver si puede recibir algo de ayuda para encontrar a Jack, que sigue desaparecido. Mientras, Morrison decide centrarse en Lord Fanny, que sin ella saberlo está siendo rastreada por otro asesino mandado por sus enemigos que busca desesperadamente al líder de Los Invisibles en Londres –que no es otro que King Mob-. Dando continuos saltos en el tiempo –recurso utilizado en el número anterior- se nos narra cómo Fanny recibió sus poderes en Brasil siguiendo la tradición de hechiceras de su familia –el hecho de que fuera un chico parece no importarle a sus parientes-, siendo los dioses aztecas en lo que centra Morrison su atención, para acercarnos a su mitología y sus cultos. Su rito de iniciación en México, enfrentada con diferentes espíritus; cómo y cuándo se unió a los Invisibles y el momento actual, perseguida y a punto de morir, se mezclan con la prosa del guionista que nos viene siendo ya familiar: viajes oníricos en un tiempo que no es lineal, violencia descarnada… El resultado final es un enfrentamiento a vida o muerte entre varios miembros de los Invisibles y sus enemigos, dejando para el siguiente volumen el destino final de varios de los protagonistas.

Ya en el número #16 USA –y último del segundo recopilatorio- volvemos a saber de Jack y qué ha estado haciendo para permanecer oculto en Londres sin ser detectado. Paul Johnson al dibujo –ya había debutado con Neil Gaiman para esas fechas; aunque ahora esté ya retirado del tablero, desencantado con la profesión- con un estilo muy rompedor en algunas páginas, aunque no le guste dibujar fondos. Jack comienza a tener nociones de que quizás es más importante de lo que él creía -¿es el Elegido?- aparte de las tentaciones a las que se ve sometido por la Conspiración. Un vistazo al verdadero poder del miembro más joven de Los Invisibles –y posiblemente de los que menos han durado en el grupo-.



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