viernes, 9 de abril de 2010

Sólo ellos, de Scott Hicks


Clive Owen se empeña en demostrar su versatilidad como actor –tendrá que intentarlo con más empeño la próxima vez- dando vida a un periodista deportivo, Joe Warr, cuya repentina viudedad lo deja como único responsable de su hijo de seis años. Warr ha sido un padre ausente debido a sus continuos viajes y apenas conoce a su hijo, lo que le llevará a un intento desesperado por reencontrarse con él. Las cosas se le complicarán un poquito más cuando el hijo adolescente de su anterior matrimonio decida hacerle una visita desde Londres hasta Australia.

Drama intimista donde el comportamiento de los protagonistas es del todo extraño. El pequeño de la familia no se sabe muy bien si ha quedado algo tocado o no por la desaparición de su madre o es responsabilidad de su padre por malcriarlo y no saberlo educar. El caso es que cuando aparece el hermanastro la cosa no se arregla, sino que va empeorando poco a poco debido a las pocas luces del chaval. Todo me ha parecido poco creíble, por muy desesperado que un padre pueda estar.

El comportamiento del crío me parece algo repelente, no me acaba de gustar. Me ocurrió esto también con Donde viven los monstruos, algo que al final me impide disfrutar de algo de la película. Ni siquiera salvo a Clive Owen, cuyo personaje tampoco es que parezca encontrarse en sus trece. Que es un desastre queda demostrado en incontables ocasiones, pero algunas de las decisiones que toma no tienen excusa, son sólo dejadez y vagueza. Y para colmo sigue viendo durante todo el metraje a su esposa muerta, con la que tiene hasta conversaciones.

Extraña película de la que poco más se puede decir. Un drama bastante atípico. Como curiosidad, uno de los eventos que debe de cubrir el periodista es la ya famosa final de Melbourne donde Rafa Nadal se hizo con el torneo y Roger Federer rompió a llorar como un niño.

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