jueves, 3 de junio de 2010

Kick-Ass. Listo para machacar, de Matthew Vaughn


El tercer trabajo tras las cámaras de este director británico adapta el cómic creado por Mark Millar y John Romita Jr. –comentado hace muy poco en este blog, aquí mismo- y es una muestra más de tesón y dedicación a una historia que, si a priori parecía tener muchos ingredientes para triunfar –comedia alocada, acción a raudales y enmarcada en un ambiente de cómic de superhéroes- no acabó de tener el respaldo de ningún estudio, por lo que Vaughn se lanzó a la producción propia y, tras los resultados finales, venderla a la distribuidora.

Y ha salido muy bien esta aventura personal de Vaughn. Una mezcla hábil de comedia bestia y acción, que adapta de forma fiel la idea del original literario pero que no duda en cambiar alguna cosa aquí o allá para mejorar la historia. Las dos caras más conocidas del reparto, Nicholas Cage (Teniente corrupto) dando vida a Big Dady y Mark Strong (Robin Hood, Sherlock Holmes, Red de mentiras) como el mafioso antagonista de la función tienen más protagonismo que en el cómic y esto sirve para que la trama quede más completa y mejor hilvanada que el guión de Millar, que es un amante de los golpes de efecto, la mayoría de ellos sin sentido. Cumplen ambos actores con sus papeles, aunque si de verdad hay que mencionar una interpretación esa es la del dúo de niños: Chloë Grace Moretz ((500) días juntos) como Hit Girl y un desconocido para mí Aaron Johnson, figura central y narrador oficial con una molesta voz en off durante todo el metraje y al que el director trata de forma más digna que el guionista escocés.

Destacan algunos aspectos de la película por encima de otros. El uso de la música me ha parecido acertado, combinando algunas piezas muy cañeras con otras de sobra conocidas, como esa canción mítica del oeste creada hace más de veinte años por Morricone. Las secuencias de acción son dinámicas y se aprecia bastante bien lo que está pasando, algo cada vez más de agradecer en el cine de acción que nos llega estos días. A destacar también alguna incursión del director en el terreno del mejor Tarantino, con dos secuencias que destacan por encima del resto: la historia de Big Dady contada en forma de cómic con el arte del propio Romita Jr. y la resolución de las torturas a las que son sometidos varios de los protagonistas, en vivo a través de Internet y que finaliza con un recurso directamente sacado de los videojuegos tipo Doom, en modo shooting. Tampoco faltan las innumerables referencias tanto a los cómics como al cine contemporáneo –donde destaca ese monólogo interior de si el espectador está escuchando a un muerto o no, un recurso que me pareció de lo más original-.

Hay que reconocer que sobre todo al principio pasa por ser una película bastante ridícula –me ha parecido curioso que la sensación de estar viendo una tontería me resulta mayor en el cine que cuando la leí en cómic- pero si uno se olvida pronto de esto y se entrega a la montaña rusa propuesta por Vaughn, al final acabará echándose unas risas y disfrutando del espectáculo, que si algo no se le puede negar es que es entretenido.

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