viernes, 23 de julio de 2010

Las vidas posibles de Mr. Nobody, de Jaco Van Dormael


Duda. Eso es lo que queda a uno tras ver la película del director belga: por si se ha entendido o no lo que éste ha intentado contar en sus algo más de dos horas de metraje; si ha gustado o no y, además, por la propia temática de la historia y las dudas que generan determinadas decisiones que pueden llevarnos a un lugar concreto de nuestra vida o a otro bien diferente.

Jared Leto interpreta al desconocido protagonista que con más de cien años se ha convertido en el último ser humano de la tierra que va a morir de muerte natural, ya que la inmortalidad de la raza hace tiempo que se ha alcanzado. Demasiado viejo y a punto de sucumbir al tiempo, sus recuerdos de su vida pasada no son nada claros, por lo que varias historias con él de protagonista nos serán siendo presentadas por el director sin que quede claro en ningún momento qué es realidad y qué ficción. Diane Kruger (Malditos bastardos) y Sarah Polley son dos de las mujeres con las que compartirá sus sueños, las únicas caras conocidas del reparto.

Por momentos me ha recordado a La fuente de la vida por la habilidad para narrar diferentes historias a la vez y cómo relacionarlas entre ellas. Sin embargo, el trabajo de Aronofsky (El luchador) me pareció mucho más acertado y entretenido. En Mr. Nobody hay demasiados personajes diferentes y cambios bruscos, difíciles de diferenciar los unos de los otros en un intento de mostrar las diferentes posibilidades que tenemos en la vida tras tomar una decisión u otra. Ambientada en algunos pasajes en el futuro, aquí los efectos especiales están muy bien logrados, siempre al servicio de la historia, ya sea la metrópolis futurista o el primer viaje tripulado a Marte.

Lo que ocurre es que a la larga duración de la cinta se añade un gusto por el video musical y el uso de las cámaras lentas –a veces en contraste con otras cámaras a toda velocidad- que si bien es cierto que crea algunas imágenes muy bonitas, también afecta al ritmo de la película. Algunos elementos comunes se van repitiendo de historia en historia, como la presencia del agua en casi todos ellos, lo que hace que nos preguntemos por su significado. Pero en definitiva tengo que reconocer que me aburrió bastante: su premisa parece a priori original, pero no es rompedora y no te atrapa lo suficiente como para tragarte más de dos horas de misterio que ya desde el principio tiene pinta de que su revelación no va a estar a la altura de las expectativas generadas.

Una película diferente, rara, que siembra la duda en el espectador; ciencia-ficción de producción europea de carácter existencialista. En Venecia o en Sitges cuajó buenas críticas y algún que otro premio y nominaciones bien merecidos, porque está muy bien realizada y es ambiciosa. Eso sí, exige toda la atención por parte de los que vayan a verla: ni un momento de duda.

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