Pero Lee estaba inquieto y todavía le quedaban algunos desafíos por plantear; nuevas revoluciones que lo llevarían más alto si cabe. Una nueva propuesta donde, por esta vez, no podría ir acompañado de su fiel amigo Kirby. Después de todo, tal y como su jefe Martin Goodman le dijo –el dueño de la Marvel ni más y menos- ¿quién iba a leer historias basadas en algo tan repugnante como las arañas?
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| Portada de Amazing Fantasy #15 USA, obra de Jack Kirby |
El resto, como se dice, es historia y está tan solo a un click para irla mostrando poco a poco.
Las insistencias de Lee consiguieron que se le asignara un poco de espacio en una publicación llamada Amazing Fantasy, de la que se habían visto catorce entregas y que estaba a punto de ser cancelada. Steve Ditko era un dibujante que trabajaba en Marvel y que se había especializado en historias de terror y de ciencia-ficción. Hacía ya varios números que venía encargándose de los dibujos de Amazing Fantasy, de la que tan solo quedaba un número, el cual vería la primera aparición de Peter Parker y su alter ego.
Amazing Fantasy
Lee siguió fielmente su método de trabajo y pasó sus ideas a Jack Kirby para que se encargara de diseñar al personaje. El Spiderman de Jack Kirby era un joven adolescente que por medio de un anillo mágico se transformaba en un superhombre de dos metros y mandíbula cuadrada –fiel al estilo de El Rey- cuyo disfraz recordaba demasiado al de otras creaciones anteriores del propio Kirby, siendo la del Capitán América la más evidente, con una máscara que dejaba la boca y la barbilla al descubierto y unas botas de bucanero. Además llevaría una pistola que dispararía telarañas al cinto.
Ni que decir tiene, visto el resultado final, que Lee no acabó nada convencido y le ofreció a Steve Ditko las mismas ideas que a Kirby. El estilo de dibujo de Ditko no podía ser más alejado del de Kirby. Donde El Rey era fuerza y épica y grandiosidad en los diseños y fondos, Ditko era más anodino y sus figuras eran delgadas y menos imponentes. En una palabra: feísta. Y todas estas diferencias se vieron finalmente en el diseño de Spiderman a cargo de Ditko: un traje rompedor –de feo-, repleto de telarañas por todo el cuerpo –con el paso del tiempo estas han ido disminuyendo; al contrario que los ojos, que han ido aumentando su espacio en la máscara-; en dos colores: rojo y azul y con unas telarañas que no servían para nada pero que aparecían siempre que Spiderman abría los brazos; el rostro totalmente cubierto, para dotar de mayor misterio a su criatura que ni sería de constitución fuerte ni mediría dos metros. Y cuyo intelecto le había valido para fabricarse una serie de dispositivos que, camuflados bajo el disfraz uno en cada muñeca, disparaban la telaraña también creada por nuestro joven protagonista.
Cuando Lee comprendió que Ditko no solo había asimilado completamente sus propuestas sino que había hecho el personaje suyo, decidió continuar con él para la primera aparición del arácnido –curiosamente para la portada contó con Kirby, que por supuesto usó el nuevo diseño. Esta no sería la última vez que El Rey dibujara a Spiderman: en una historia corta perteneciente al primer Annual de Los Cuatro Fantásticos y en una historia de 72 páginas en el segundo Annual de Strange Tales, junto con Johnny Storm como protagonista -.
Peter Parker era un joven adolescente que iba al instituto donde no era muy popular. Era el empollón de la clase, tímido y responsable, lo que le granjeaba ser ignorado por la mayoría de sus compañeros, cuando no humillado por algunos de ellos, en especial por parte de los deportistas, con Flash Thompson a la cabeza. Lee explotaba sus talentos: un joven como cualquier americano medio a excepción quizás de su orfandad, por lo que vivía con sus tíos desde que tenía uso de razón. Plasmado hábilmente por Ditko –todavía estamos en la época de muchas viñetas por página repletas de texto en todas sus formas: bocadillos de pensamiento y de habla; rectángulos con información- su Peter Parker es un joven anodino, vestido siempre con camisa, chaleco y corbata. Lee fue recurriendo a su método poco a poco: debido a un accidente atómico Peter es mordido por una araña radiactiva que le confiere sus poderes con los que pretende sacar algo de tajada en sus comienzos. Disfrazándose por miedo a que se rían de él, pronto hace algún dinero, con la única intención de dar una vida mejor a sus esforzados tíos. Pero pronto Lee introduce esos tintes de tragedia griega que tan bien funcionaban antes –y que según Grant Morrison han sido sustituidos hoy en día por el melodrama y el culebrón-: tras una actuación Spiderman deja escapar a un ladrón que huía de un policía (“no es mi problema”), el mismo ladrón que poco tiempo después allanaría su casa y mataría al pobre Tío Ben. Peter aprende una valiosa lección y Stan Lee acuñó una de las frases más conocidas del medio: que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad.
The Amazing Spider-Man
El increíble éxito del último número de una publicación moribunda como Amazing Fantasy acabó de convencer a Goodman de que Stan Lee había dado en el clavo de nuevo. Pero cuánto había acertado el guionista, todavía estaba por verse. Junto con Ditko, ambos lanzaron una nueva serie cada dos meses al principio, dividida cada una de ellas en dos aventuras diferentes en sus primeros números. Lee, zorro viejo, se aseguraba el éxito de su nuevo lanzamiento recurriendo a sus trucos de siempre y resulta de lo más revelador comprobar todos los inicios de sus diferentes series y comparar los resultados de unas y de otras.
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| Portada de The Amazing Spider-Man #1 USA, también de Jack Krby |
Como no podía ser de otra forma, también resulta curioso ver en estos números las diferentes propuestas de los autores que han ido perdurando tras décadas de publicación y que han llegado a nuestros días –y que no es hablar precisamente bien de muchos de los profesionales del medio que los sustituyeron-. De ese modo, en los primeros números de Amazing ya tenemos algunas constantes en la vida de Peter Parker: sus problemas con la mala prensa, principalmente de la mano de Jonah Jameson –quitando algunos niños, Spiderman siempre tiene a la opinión pública en su contra-; los villanos con “nombre de animal”, muy socorridos para el guionista; la lucha por mantener su identidad secreta a salvo debido a los problemas de salud de su tía –y muchos otros más problemas mundanos que se irán mezclando hábilmente con las tramas superheroicas: la familia Parker no tiene mucho dinero, a Peter le siguen pasando por encima en el instituto y un largo etcétera-. Así, Spiderman salvará al hijo de Jameson de un accidente en una cápsula especial; se enfrentará al Camaleón y realizara una visita amistosa a Los Cuatro Fantásticos –otro truco hábil por parte de Lee, meter a los personajes más famosos de la editorial en el primer número de la colección, con una portada espectacular, por cierto-; peleará contra el Buitre y contra un científico loco llamado El Chapucero acompañado de extraterrestres –la influencia de las antiguas historias de monstruos, de terror y de ciencia-ficción que se publicaban por la época, amén de a las que se dedicaba Ditko, no podía faltar en la serie del arácnido. De hecho, Lee recurrió a ellas de igual forma en los primeros números de Los Cuatro Fantásticos-. Pocos números después, Spiderman se enfrentaría incluso a un robot loco.
Variados enemigos nacidos de la ciencia atómica y de la radiactividad fueron probando las asombrosas habilidades de nuestro protagonista, que fue poco a poco y número a número ganándose la admiración de los lectores: el Doctor Octopus, el Hombre de Arena, el Lagarto, Electro o el cuarteto de criminales llamados Los Forzadores con el Gran Hombre a la cabeza. Por otro lado, Lee no renuncia a utilizar a otros personajes de sobra conocidos por el gran público: la Antorcha humana haría varias apariciones y el Doctor Muerte acapararía el protagonismo durante un número. Pero no todo consiste en inventar un villano nuevo por número; en los primeros doce episodios de Amazing Spider-Man –que desde su novena entrega ya había pasado a publicarse mensualmente- el Buitre y el doctor Octopus reaparecerían, éste último protagonizando una mini saga de dos números para conmemorar el primer aniversario de la colección.
También es reseñable la cantidad de secundarios que van apareciendo poco a poco y que van enredándose en la red de nuestro protagonista. Lo que en principio parecen dos vidas separadas –tímido adolescente por un lado, intrépido superhéroe por el otro- se juntan y se mezclan más veces de lo que la lógica podría dictar, pero es un recurso bien utilizado por el guionista y una de las señas de identidad del personaje. Si en el instituto ya hemos empezado a encariñarnos con Flash Thompson y la guapa Liz Allan, en el periódico Daily Bugle –o la revista Now, indistintamente- ya se nos hacen familiares el editor Jameson y su secretaria Betty Brant (el primer amor de Peter Parker). Amén de la omnipresente tía May, pese a sus innumerables problemas de salud. Por eso no nos extraña que Flash sea raptado por el doctor Muerte en persona; que el Hombre de Arena interrumpa una clase en el instituto de Peter Parker; que el Buitre decida atracar el Daily Bugle, periódico relacionado de forma misteriosa con el Gran Hombre (¿es en realidad Jameson disfrazado? ¿Qué oscuro secreto esconde Betty Brant?).
El primer año de la colección finalizará de forma espectacular en una mini saga en dos partes que tiene como villano al Doctor Octopus, cuyo único anhelo es la venganza contra Spiderman. Stan Lee teje una historia poderosa que engloba a Betty Brant y su secreto, al Daily Bugle y a Spiderman que, por fin, es desenmascarado delante de todos. A estas alturas Ditko ya le ha cogido el truco al personaje y sus páginas son espectaculares, lo mismo enfrente al alter ego de Peter Parker contra mafiosos, supervillanos o animales salvajes. Especial mención merece la portada del doceavo número, una de las más espectaculares por parte de Ditko.
Valoración personal
Hablar de estos cómics con un poco de objetividad es del todo imposible para mí. Spiderman no es sólo mi personaje favorito de siempre, sino que gracias a él descubrí el asombroso mundo del cómic y desde entonces siempre le he sido fiel. Pero esto no quita que, pese a que habré leído sus historias incontables veces, no dejen de sorprenderme y gustarme cada nueva vez que me acerco a ellas. Y estos primeros números, con Stan Lee y Steve Ditko en estado de gracia, son sin duda de los mejores.
Tanto la habilidad para la tragedia griega como para relacionar los argumentos superheroicos con los más mundanos –de nuevo el realismo que hizo famoso a la Marvel- como la capacidad de Ditko para sorprender poco a poco en el tablero de dibujo, teniendo en verdad una evolución en su dibujo fácil de describir, hacen de estos cómics de lo mejor de la industria, dejado muchas veces de lado por obras más modernas y rompedoras pero con muchísimo menos contenido.
Se trata sin dudarlo de una obra maestra del género y lo mejor es que todavía les quedaba a la pareja de autores mucho más por alcanzar.








Gracias por este excelente artículo acerca del famoso trepamuros.
ResponderEliminarEl Hombre-Araña tambien fue uno de los primeros comics de super-heroes con los que me enganché siendo niño y ciertamente una de las razones fue los monólogos de Peter incluyendo su sentido del humor negro o sus comentarios irónicos en momentos trágicos o simplemente "desfavorables" para el, muchas veces mientras hacia alguna asombrosa pirueta en el aire.
Por cierto, se te agradece el detalle de no develar los misterios o desenlaces de las historias, colocando preguntas acerca del personaje clave. De verdad que estimula la curiosidad.
Saludos desde Venezuela.
Gracias por tu comentario, Nelson.
ResponderEliminarSiempre me maravilló esa dicotonomía entre Peter Parker, callado y típido y su locuaz alter-ego.
Con el paso del tiempo Peter iría perdiendo parte de esa timidez e incorporando algunas características de Spiderman. En fin, iría evolucionando.