viernes, 3 de septiembre de 2010

Sherlock, la BBC adapta a Conan Doyle

La sensación de este verano en la televisión británica ha sido esta actualización del inmortal detective, así como de todos los que le rodean. Una miniserie de tres episodios de 90 minutos de metraje cada uno que recuerda en la forma a cómo se adaptó hace un tiempo otro famoso detective, aunque más moderno: Wallander. Al igual que la estupenda serie protagonizada por Kenneth Branagh, Sherlock también contará con segunda temporada.


Tras esta hábil traslación de los personajes victorianos a la Londres contemporánea se encuentran dos profesionales de la propia cadena, amigos y compañeros de trabajo en la serie Dr. Who: Steven Moffat y Mark Gatiss. Del primero hay una buena muestra de su trabajo en este mismo blog cuando realizó un proyecto muy parecido en el año 2007 teniendo como centro de la aventura televisiva al Doctor Jekyll, personaje de Robert L. Stevenson –la serie, de seis episodios, se tituló Jekyll, a secas-.


Como no podía ser de otra manera, la historia comienza cuando el doctor John Watson, que acaba de volver de Afganistán trayéndose consigo una cojera psicosomática, necesita de un compañero para poder costearse una habitación en el centro de Londres. Pronto es introducido a Sherlock Holmes, joven e intrigante personaje que desempeña una profesión única: detective consultor. Pronto Watson se verá arrastrado a las investigaciones de Holmes, que es requerido por la policía de Scotland Yard para que preste sus vastos conocimientos y sus increíbles capacidades lógicas y deductivas.

Hasta aquí todo es terreno conocido. La gran novedad de esta serie se encuentra en que son los personajes de siempre en el mundo actual, donde la tecnología desempeña un papel esencial. Teléfonos móviles, Internet, las bases de datos de la policía; todas herramientas usadas por el detective para ayudarse a resolver sus casos. De hecho, lo que más llama la atención en un principio es encontrar los viejos tics en su nueva forma: la lupa portátil; el consumo masivo de parches de nicotina; el diario de Watson convertido en un blog público de éxito. Del mismo modo, la ciudad de Londres se erige en secundaria de lujo. Son muchas las escenas que suceden en exteriores y que nos permiten ver la capital –donde siempre hace mucho frío, por cómo van vestidos los personajes- en un juego muy interesante de reflejos y luces, sin duda una labor muy destacable por parte del director y del cuerpo técnico. Los famosos taxis londinenses, la comisaría de policía, el 221B de Baker Street son los lugares comunes donde se desarrolla la acción. Muy original me ha parecido la manera de mostrar en pantalla los complejos procesos mentales de Holmes, haciendo que aparezcan sobreimpresos. También se usa esta técnica para mostrar los SMS que se reciben en los móviles, por ejemplo, y en casos parecidos.


Interpretando a Sherlock tenemos a Benedict Cumberbatch, nacido en la propia Londres y que construye un detective que raya en la neurosis y que se debate entre los estados de apatía y la excitación más asombrosa cuando se encuentra trabajando en un caso (“I’m On Fire!”). Prepotente, frío, misterioso, despectivo la mayoría de las veces, hereda de su versión moderna –el House televisivo- una necesidad imperiosa de reto intelectual: lo importante es el juego, el puzzle, el enigma. Todo lo demás, incluido las personas que le rodean, es secundario; el también inglés Martin Freeman se encarga del rol de Watson, tan activo como su contrapartida literaria, igual de deslumbrado por las habilidades de Holmes pero mucho más crítico con su forma de vida y de tratar a sus semejantes. Al principio tendrá que vencer sus traumas internos y poco a poco irá evolucionando al lado de su nuevo compañero, que lo arrastrará a las aventuras más peligrosas cada vez con más frecuencia. En general la pareja de actores demuestra buena química y ambos hacen suyos a los personajes, lo que es algo de agradecer. La serie no abunda mucho en sentido del humor, pero es en la relación de pareja de ambos cuando mejor funciona. Constantemente los confunden con homosexuales y entre ellos a veces se juegan malas pasadas –Sherlock es un caprichoso de cojones y parece que disfruta teniendo a John de recadero-. El hecho de que el detective no supiera que la Tierra gira alrededor del Sol no sólo asombra a su compañero, sino que es la comidilla de los lectores del blog del Dr. Watson. Aparecen también Lastrade, la señora Hudson y Sarah. Pero si hay una aparición que merezca la pena, es la de Mycroft Holmes.

He disfrutado de esta miniserie como gran aficionado que soy a las novelas de Conan Doyle. Sin embargo me ha quedado un regusto amargo. Quizás sea porque el primer capitulo está bien, pero más allá de la presentación de los personajes no me pareció gran cosa; la segunda entrega es la más floja de todas sin duda y aunque la tercera es la más trepidante –Sherlock tendrá que enfrentarse contra un enemigo que le iguala en destreza y que le somete hasta a cinco enigmas diferentes que deberá ir resolviendo si no quiere que personas inocentes vuelen por los aires- me ha parecido que quizás el formato elegido no haya sido el más adecuado. Tomando como ejemplo las miniseries arriba mencionadas, creo que el formato de telefilmes funcionó muy bien con Wallander porque eran historia auto conclusivas sin apenas continuidad entre ellas –en la segunda temporada se potenció este aspecto y quizás por eso no les quedó tan redonda como la primera-; con Jekyll se optó por capítulos de una hora porque desde un principio era una historia cerrada, su continuación no tenía sentido más allá de su final y el componente de continuará de una entrega a otra era muy importante, por lo que me pareció del todo adecuado; pero con Sherlock esto no me acaba de funcionar. No es que esté mal hecha, su realización es impecable en todos los aspectos –dirección, actuación, iluminación, banda sonora- pero es que hubiese preferido una serie con más capítulos –y estos de menos duración- siguiendo el estilo de House pero dándole más importancia a la subtrama del enemigo en la sombra, que es prácticamente, junto con el celebrado blog, el único punto de conexión entre los tres capítulos.

Aún así ha sido toda una sorpresa esta miniserie, de gran calidad, centrada en dos personajes inmortales que parece están volviendo de nuevo a recibir la atención del público –sobre todo después de la desastrosa película de Guy Ritchie-. Destacar que su final es abierto y deja al espectador con un palmo –dudosa costumbre que se está poniendo de moda, con Luther hicieron uso del mismo truco- ya que viene precedido por una poderosa secuencia donde aparece un personaje hasta entonces sólo mencionado que deja a Sherlock y a John en una posición de lo más delicada. Y es que, con todos los demás conocidos haciendo acto de presencia, ¿alguien dudaba de que no fuera a aparecer?

2 comentarios:

  1. Yo creo que aunque la serie sea corta es una gran serie porque consigue desde el primer momento que reviva el grandioso detective Sherlock Holmes y eso es muy importante no se puede comparar con otras series porque cada serie es distinta y pienso que Benedict Cumberbatch ha conseguido que veamos al autentico Sherlock en directo :)

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  2. Se trata de una gran actualización del personaje clásico a los tiempos modernos.

    En su segunda temporada ha seguido en esa línea, lo que es de agradecer. Tiene mucha calidad y ya ha sido renovada para una tercera, por lo que tendremos nuevas aventuras de Holmes y Watson.

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