jueves, 7 de octubre de 2010

Deadwood. Segunda temporada


Apenas han transcurrido unos meses desde que el poblado de Deadwood empezara a sonar como posible nueva anexión del territorio de Dakota. Son muchas y variadas las personas que han decidido instalarse en esta ciudad fronteriza cuyo atractivo más importante son las concesiones mineras que van apareciendo a su alrededor. Eso no quiere decir que todos los recién llegados codicien el oro: en este lugar apartado del oeste americano residen proxenetas y asesinos al lado de comerciantes honrados; dueños de establecimientos donde se bebe y se juega; empresarios hoteleros y demás profesiones típicas de cualquier ciudad, como un médico o un periodista. Lo único que le faltaba era un sheriff que se ocupara de mantener el orden en Deadwood y eso es algo que acaba de conseguir.

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La segunda tanda de episodios de Deadwood comienza con un trepidante capítulo doble cuya parte central es el enfrentamiento físico y psicológico entre Al Swearengen y Seth Bullock, el nuevo sheriff –aunque tenga que dejar su placa de lado para tales negocios-. Aunque ambos antagonistas habían conseguido llegar a un acuerdo entre ellos al finalizar la anterior temporada, un comentario jocoso del primero hacia el segundo, mofándose de su relación con la viuda Garret –que lo nombró su representante legal y defensor de sus intereses, en especial de la explotación de su rica concesión minera-. Bullock no es de los que aguantan mofas –en realidad se siente algo culpable porque en realidad está casado con la viuda de su hermano. Cuando éste murió Bullock se hizo cargo de su esposa y de su sobrino, al que adoptó como propio-. La paliza que le da el sheriff al dueño de La Gema es antológica y sólo le salva la intervención de sus secuaces, que dejan a Bullock bastante malherido. Justo en el momento en que peligra su vida llega la diligencia a Deadwood, donde viajan su mujer y su hijo, acompañadas de unas nuevas prostitutas que van a establecerse al otro lado del campamento –ya serían el tercer grupo en el lugar-.

La pelea entre ambos trae graves consecuencias: por un lado Bullock tendrá que cortar su relación con la señora Garret de raíz, por respeto a su esposa, con la que va a vivir en la casa que ha construido –el tío es un manitas increíble-. Poco a poco irá acostumbrándose a su nueva familia, ganándose la confianza de su hijo y el amor, o al menos el respeto, de su mujer. Por otro lado, Swearengen es el que ha recibido más y está para el arrastre. Para colmo se le diagnostica piedra en el riñón que le impide evacuar por lo que pasa varios capítulos en cama apunto de morir, pese a todos los cuidados del doctor y de sus secuaces.

Tanto la convalecencia de uno como los intereses del otro harán que por un tiempo la situación en Deadwood cambie radicalmente. Un nuevo hombre de negocios ha llegado al pueblo: Francis Wolcott, un geólogo que representa los intereses de un poderoso gangster de Chicago llamado Hearts. Para ello se asociará en el campamento con Cy Tolliver –el dueño de The Bella Union-, que recurrirá a cualquier método con tal de hacerse con las escrituras de todas las minas de la zona. Todo esto cuando se está en plena negociación con el gobierno de Dakota por la anexión de los territorios de Deadwood, lo que preocupa mucho a los vecinos, ya que no saben si podrán conservar sus posesiones y negocios.

La asociación entre Bullock y Swearengen será indispensable para realizar una pantomima necesaria para que Dakota asegure ciertas garantías a los vecinos de la comunidad. Para ello utilizarán ciertos rumores sobre algunos conocidos que tenía el sheriff cuando desempeñaba el cargo en Montana, que también lucha por la anexión de los territorios.

Deadwood se sigue desenvolviendo como un drama coral de mucha altura, con gran desarrollo de personajes y unas tramas que avanzan lentas pero seguras, en un intento de mostrar el crecimiento de una ciudad del oeste americana en plena fiebre del oro y ante las puertas de su unión a los Estados Unidos. Los conflictos entre los diferentes chulos y proxenetas; entre las diferentes mafias chinas que habitan en el pueblo y las relaciones entre sus habitantes: Sol, compañero y socio de Bullock, ha conseguido apartar a Trixie, una prostitutas, de las garras de Swearengen y atraerla a trabajar en la ferretería, que pronto será un banco tras su asociación con Alma Garret, a la que los negocios le van muy bien, gracias a la colaboración de su capataz Ellsworth (Jim Beaver, el mejor amigo de los hermanos Winchester en Supernatural). Jane y Utter intentan soportarse el uno al otro –la primera con sus problemas con el alcohol y el segundo prendado de una madame: Joanie Stubbs (Kim Dickens, Lost, The Blind Side), que no ha tenido suerte precisamente desde su llegada al campamento-.

La trama urdida por algunos de las personalidades de la ciudad para atraer a Dakota y conseguir ciertas preferencias es muy buena y no sólo engloba al sheriff y a Swearengen, sino que cuentan con el beneplácito del editor del The Deadwood Pioneer, por ejemplo. También hay que destacar que junto con el crecimiento de la ciudad –que tiene un fiel reflejo en el aumento de decorados y de extras pululando por las gastadas calles- la tensión va aumentando por igual. Deadwood cuenta con algunos capítulos de gran nivel y aunque muchos de sus personajes tiendan a los monólogos interiores, en muy pocas ocasiones se aburre uno aunque no pasa nada especial. Claro que, cuando esto ocurre, que pasa algo, entonces es una delicia.

Los capítulos finales donde se decide el destino final del pueblo son espectaculares, ya que esto apenas es una trama en segundo plano. La familia Bullock va a sufrir un mazazo sin igual que va a trastocar a toda la ciudad y la tensión que se vive en esos momentos es ideal. Durante muchos momentos el espectador que empatice con el sheriff estará deseando que éste desenfunde de una vez y se quede solo en el campamento, matando a todos a su alrededor. Claro que eso sólo ocurre en las películas y esto es una serie de HBO, real como la vida misma.

Por otro lado, si el capítulo final de la primera temporada acababa con un extraño baile entre el médico y una mujer deformada de nacimiento a la que había ayudado a andar correctamente –trabaja como limpiadora en La Gema-; la conclusión de la segunda temporada, pese a la tragedia de los Bullock, se da con un baile multitudinario en las calles de Deadwood, que celebran la boda de dos de sus más famosos y prósperos habitantes: Alma Garret y Ellsworth. 

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