Lo primero que quiero decir es que el reciente caos que se ha vivido en los aeropuertos españoles me ha pillado muy de refilón, siguiéndolo vía noticiarios y sobre todo por el móvil, que sí que tenía a alguien cercano atrapado literalmente en Barajas.
Lo segundo es que lo siguiente que voy a escribir no trata en ningún momento de justificar lo que hicieron los controladores, que de verdad han metido la pata hasta el fondo, se han colocado a la opinión pública en contra –no es que antes estuviera muy de su parte, pero algo han empeorado la situación- y se han enemistado con los diferentes sindicatos y con los partidos políticos cualesquiera que sean sus ideales. Vamos, que se han quedado solos y lo tienen merecido por no saber hacer las cosas bien.
Lo tercero, que andaba yo todo el día de ayer repitiendo en mi mente todo el batiburrillo de improperios que se vertían contra los controladores y que se ponían en boca de todas esas personas que tan solo querían coger un avión, cuando empezó a reconcomerme algo. Y es que, aunque los controladores no fueron a la huelga oficialmente –y ahí estuvo uno de sus mayores errores- el resultado es el mismo si hubiesen ido y no hubieran respetado los servicios mínimos, como ocurrió con el Metro de Madrid hace unos meses. Lo cual me llevó a pensar que, en el fondo, estaba poniéndome en el lugar de la empresa y no de los trabajadores. Y lo más grave es que no tenía muy claro el porqué. Quiso la casualidad que me llegara un mail de un amigo afectado directamente, que me pasaba un link a un blog de uno que andaba en parecida situación, abandonado en una terminal extranjera y que se puso a analizar el tema. Lo dejo a continuación porque es muy revelador todo lo que dice y dudo que yo pueda hacerlo mejor.
Y tengo que reconocer que tras sopesarlo un poco, eso era exactamente lo que me extrañaba. Y es que ningún medio de comunicación de este país se preocupaba por el hecho de ofrecer la otra perspectiva del conflicto, que digo yo que haberla la habrá. Y además estaba todo ese bombardeo con los testimonios de los pobres aspirantes a viajeros, a cada cual más trágico. Y luego la declaración del estado de alarma y ni una sola voz discordante. Y digo yo que el estado de alarma es algo bastante importante como para pensarse mucho si está bien o no aplicado y si no se tendría que haber llegado a esta situación. Nunca.
Que resultó tremendamente curioso que por una vez todo el mundo en España estuviésemos de acuerdo en algo. Y eso hay que agradecérselo a los controladores. O a los medios de comunicación populistas y manipuladores que tenemos. ¿Cuántas veces se repitieron palabras como “chantaje” o “extorsión”? ¿Por qué nadie mostró las verdaderas condiciones laborales de los controladores y si es verdad lo que dicen que tienen que recuperar las horas de baja? Y antes de que nadie se cabree y empiece a mentarles el sueldo –lo primero que se dice en todos lados- ¿y qué tiene que ver? Puedo entender que si cobras mucho tengas que estar dispuesto a un sacrificio mayor, pero ahí a dejar que te atropellen y no luchar por tus derechos hay un abismo.
Todo lo que envuelve a AENA y su inminente privatización es algo muy turbio. ¿Y qué es lo primero que hacen las empresas cuando van a venderse? Aligerar lastre. Y los controladores suponen un lastre muy grande para los interesados.
Aquí ha habido un lío muy grande que tiene muchos responsables, empezando por el gobierno –éste y el anterior, los políticos en general en realidad, que son incapaces de solucionar ningún problema con un mínimo de garantías-, pasando por AENA que no sabe gestionar sus dominios ni lo ha sabido nunca y los controladores, que yo no se quién fue el listo que diseñó la estrategia de ayer porque es para matarlo, picó el anzuelo y bien y no ha hecho más que empeorar la situación de sus representados, que además hay que sumarlo a la gestión de su propio sindicato que nunca ha hecho otra cosa que favorecer su propio monopolio. En este juego las cartas podían estar marcadas de antemano, pero siempre hay que jugar según las reglas y puede que hoy se pierda y mañana ya veremos, que ahí está Bruselas. Y por último, nosotros. Sí, el público en general, la plebe. Los que permitimos la última reforma laboral y que de repente nos ponemos en contra de unos trabajadores y a favor de la empresa. Porque vamos, siendo sinceros, que ahora hay mucha gente trabajando bajo mínimos en España, sobreexplotado: si vuestro poder de presión fuera tan grande como el de los controladores, ¿no lo usaríais? Y sobre todo cuando nos tragamos lo que nos venden, sea pequeño o grande o venga envasado al vacío, aquí nadie se extraña de que solo haya un punto de vista. Lo que queremos es irnos de vacaciones y que se juegue el Osasuna – Barcelona. Y lo demás nos importa muy poco, al menos hasta que nos toque a nosotros. Que nos tocará. A mi, por ejemplo, ya me tocó.
Dejo aquí otro punto de vista, esta vez desde dentro de las “torres de control”.
Esto todavía está lejos de acabar. Veremos a ver qué ocurre en navidades.


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