Saga que se desarrolla entre los números americanos #21 y 25 de la serie X-Force, más dos especiales necesarios para entender la trama y otras historias paralelas que se desarrollan en otras series como X-Men Legacy (guionizada todavía por Mike Carey) o Los Nuevos Mutantes, que recién estrenan cabecera.
Centrándonos en los números realizados por los autores mencionados en el título, se trata de una aventura que acaba una serie de tramas que los guionistas han ido desarrollando desde que se hicieran cargo de la colección en su nuevo lanzamiento. Para situarnos, los últimos acontecimientos que han sacudido a la comunidad mutante han propiciado que Cíclope, su líder actual, tome una drástica decisión: crear un grupo de fuerzas especiales capaz de realizar aquello para lo que ningún mutante está preparado, que actúe en la sombra y utilizando tácticas de guerrilla ir atacando y eliminando sistemáticamente a sus enemigos más poderosos, sin necesidad de que medie un ataque primero. Liderados por Lobezno, en sus filas militan el Ángel –que es capaz de cambiar a voluntad a su alter ego de Arcángel-; X-23, el clon de Lobezno que Claremont incluyó en su segunda etapa junto con Alan Davis y de la que ya hablé aquí; Dominó, el Desvanecedor, Elixir, Loba Venenosa y Sendero de Guerra.
Click para continuar.
En estos números, Selene, una mutante capaz de absorber la energía vital de los que la rodean, lanza su ataque definitivo: tras reclutar a una serie de mutantes superpoderosos capaces de asesinar en su nombre –Ruina, Destello, Eli Bard, Senyaka y Mortis- se hace con el control de un virus –que tiene algo de la Falange, visto por última vez en Aniquilación Conquista- capaz de resucitar a los mutantes muertos y controlarlos mentalmente. La isla en la bahía de San Francisco, Utopía, donde los mutantes tienen su refugio es atacada ferozmente, mientras Selene pone en marcha un plan que la elevará a la divinidad.
Los guionistas, tanto en su etapa en Nuevos X-Men como en esta X-Force, se han caracterizado por ofrecer un enfoque moderno a la franquicia mutante en colecciones menores al tiempo que tenían muy presente las etapas pasadas de sus protagonistas, recuperando viejos conceptos y personajes tiempo ha olvidados. De esa forma no es raro encontrarse con situaciones que el propio Chris Claremont ideó en sus mejores momentos.
Clayton Crain es un artista norteamericano que ha destacado en tiempos recientes por su estilo digital en el dibujo, de tono oscuro. Capaz de dotar de abundantes detalles en ocasiones, destaca en portadas e ilustraciones a toda página, pero en mi opinión falla en la narrativa de sus páginas interiores, donde a veces me cuesta enterarme de qué es lo que está pasando y quiénes son los personajes implicados.
Una aventura de acción con unas dosis contadas de emoción que para mí tiene un serio problema: la mezcla de esos conceptos clásicos cantan muchísimo con un grupo que dentro de la filosofía de héroes Marvel no debería ni de existir. Que Cíclope de repente se vuelva loco y cree un grupo de asesinos y que todos sus componentes no tengan el más mínimo reparo en pasarse por la piedra a todo el que se les oponga me recuerda demasiado a los años oscuros del cómic americano en la década de los noventa. Me cuesta conectar con ellos, no son mis mutantes. Lobezno nunca ha sido un santo, ha matado antes; pero no era un loco sediento de sangre empeñado en eliminar todas las amenazas a su raza.
A lo que hay que sumar que, después de todo, lo que cuentan es bastante simple: de los seis números que componen la saga principal, los primeros cuatro narran una serie de luchas interminables en Utopía, entre los X-Men y los resucitados que la asedian, para finalizar la saga con el viaje a Genosha –que se encargó Grant Morrison de destruir en su etapa en Nuevos X-Men-, donde Selene planea llevar a cabo su ritual mágico, con X-Force como grupo de asalto.
En cuanto a los “lápices” de Crain, tampoco conecto con ellos. Gana muchos enteros cuando realiza ilustraciones grandes, sobre todo si son a toda página y cuando estructura algo más dicha página, usando viñetas de diferentes tamaños y posiciones. Pero en las escenas más movidas se vuelve mucho más confuso y caótico y la narrativa desaparece: sólo tenemos imágenes aisladas de diferentes golpes, pero no se entiende nada.
Al final les ha quedado un cómic entretenido, de acción y poco más, donde lo mejor han sido los homenajes a películas de vampiros en forma de portadas alternativas. No trascenderá lo más mínimo y ha quedado algo alargada –ideal para su recopilación en tomo, pero perjudicial para la historia-.





No hay comentarios:
Publicar un comentario