La AMC cedió a Frank Darabont el control sobre la producción de una miniserie de seis episodios –no llegan a la hora de duración cada uno- cuyo éxito ha pillado desprevenido a los propios responsables de la cadena, que concedieron la renovación para una segunda temporada de 13 capítulos incluso antes de que acabaran las primeras emisiones, tal ha sido la respuesta del público.
Darabont (La niebla) adapta de una manera muy buena la historia perpetrada por Robert Kirkman a los guiones y Tony Moore primero y Charlie Adlar después a los lápices, un cómic publicado por Image que lleva varios años a un altísimo nivel de calidad. Y alabo la forma de adaptar la historia del guionista –y director del capítulo Piloto- porque partiendo de los personajes conocidos por los aficionados y de los comienzos ideados por los profesionales del cómic, Darabont se va alejando poco a poco de las páginas dibujadas para contar sus propias historias, de modo que siendo fiel a la esencia nos relata algo nuevo.
Por si alguien todavía desconoce de qué va The Walking Dead, Rick Grimes (Andrew Lincoln) es un sheriff que tras despertar de un coma se encuentra con que el mundo ha cambiado a peor: un apocalipsis zombie ha tenido lugar y los muertos caminan para alimentarse de los vivos. Su primera prioridad es encontrar a su mujer y su hijo y para ello se dirigirá hacia Atlanta, donde tomará contacto con diferentes grupos de supervivientes a cada cual más extraño y peligroso, ya que no sólo de los zombies tiene que protegerse. La sociedad como la conocíamos hasta ahora ha desaparecido y las nuevas prioridades de los supervivientes son la comida, el refugio y protegerse de los ataques del exterior.
El reparto lo componen los diferentes supervivientes que van agrupándose: Shane (Jon Bernthal, El escritor) es otro policía amigo de Rick; su mujer Lori está interpretada por Sarah Wayne Callies (Prison Break) y Laurie Holden, que ya había trabajado con Darabont en La niebla interpreta a una muchacha llamada Andrea. Tiene un breve papel Emma Bell, que ya había aparecido en otras series como Supernatural o Dollhouse.
Darabont ha conseguido una producción muy personal y que bebe del propio estilo AMC que podemos apreciar en la serie estrella de la cadena: Mad Men; un drama coral con personajes muy diferentes entre sí y con una soberbia ambientación. Además la segunda temporada ya iguala en metraje a la serie protagonizada por Don Draper, con sus 13 entregas. El Piloto fue muy bueno y quizás eso ha propiciado que la conclusión de la primera temporada no fuera tan rompedora como se esperaba. Y es que aquí no se trata de dar golpes de efecto y acabar los capítulos con grandes cliffhanger, sino en ir desarrollando la acción poco a poco y dejar que la tensión vaya creciendo en el espectador. Eso no quita que tenga momentos donde la adrenalina se dispara, como las diferentes veces que tienen que escapar de la ciudad de Atlanta.
En definitiva, nos encontramos ante una serie muy cuidada y muy bien hecha, cuyo resultado final no puede ser otro que positivo pero que quizás le haya perjudicado el tremendo hype con el que empezó todo. Un caso parecido al de Boardwalk Empire, otra gran serie que se sigue sin problemas pero que en algún momento que otro nos queda la sensación de que esperábamos más de ella.
Por lo demás creo que son grandes aciertos tanto el desarrollo de ideas propias de la serie, no necesariamente sacadas del cómic al pie de la letra –adaptación antes que traslación, siempre- y en especial ese momento científico en el último episodio, una vuelta de tuerca interesante al tema zombie. Y además que seis episodios han sabido a muy poco.
El trailer, aquí.




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