miércoles, 26 de enero de 2011

Hulk: el retorno del monstruo, de Bruce Jones & John Romita Jr.

El Gigante Esmeralda no acababa de superar la marcha del mejor guionista con el que había contado nunca, Peter David. Tras un relanzamiento editorial a cargo de John Byrne (Iron Man, Capitán América) y Ron Garney (Lobezno) y una saga con cierto interés a cargo de Paul Jenkins, llegó la hora de un cambio drástico en la franquicia.

La Marvel de la época –nos encontramos en el año 2002- era una compañía regida por un Joe Quesada que no llevaba tanto en el cargo y que se encontraba desarrollando diferentes políticas rompedoras en sus publicaciones. Una de ellas era la contratación de guionistas de renombre que pudieran jugar con cierta libertad con los icónicos personajes de la editorial. Con Axel Alonso como el nuevo editor de la colección se inicia una apuesta por la aventura y la distancia con antiguas historias, así como con la continuidad oficial. Alonso se arriesga y contrata a Bruce Jones, un veterano guionista que andaba de capa caída en ese momento y que parece el ideal para imprimir un nuevo rumbo a la colección. Sin embargo decide apostar por lo seguro en la parte gráfica de la serie, contratando a John Romita Jr. (Los Eternos), uno de los artistas más cotizados de la editorial y con mayor prestigio entre los aficionados, que además había dibujado unos pocos números de la misma colección varios meses atrás.

Contando con la ayuda de Tom Palmer a las tintas y con las portadas de Kareen Andrews, que plasma un Hulk hipermusculado y no muy de mi agrado, el nuevo equipo permaneció junto durante los primeros seis meses, tras los cuales el dibujante se marchó a otros proyectos.

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El Hulk de Jones es, en verdad, diferente. Hermanado con la serie televisiva donde Banner recorría América en plan autoestopista, ahora el científico huye de sí mismo y de un pasado que lo persigue. Tan solo mantiene contacto con un misterioso personaje, Mr. Blue, con el que se comunica gracias a su ordenador y del que recibe una valiosa ayuda. Además estudia métodos de relajación como el yoga, en un intento de mantener a su otro yo bajo control. De hecho, lo más reseñable en estos primeros números es la ausencia del Monstruo Verde. Jones juega a insinuar y no mostrar, cediendo el protagonismo a un Bruce Banner tranquilo y calmado que se desplaza continuamente y malvive en hostales de mala muerte. A priori parece un desperdicio de un dibujante tan espectacular como Romita Jr., pero la verdad es que el artista norteamericano hace un trabajo muy bueno, muy detallista y de gran expresividad, ya que Jones no hace uso de cuadros de texto y de apenas bocadillos de diálogo. Es mucho lo que se insinúa y poco lo que se muestra. En el número de debut, Hulk no aparece en ninguna viñeta.

El segundo número debió de pertenecer a un experimento editorial que realizó Marvel y que consistía en el mes mudo, cediendo el protagonismo a sus dibujantes, que debían contar la historia sin ninguna palabra. Hay que reconocer que la historia de este número se entiende perfectamente, pero en el fondo es de una sencillez aplastante. Por fin aparece Hulk y cuando lo hace es de manera espectacular. El Hulk de Romita Jr. es enorme, salvaje y amenazador, rugiente todo el tiempo y peligroso. Aparece poco, pero cuando lo hace es a toda página.

Se podría decir que la trama que pretende desarrollar Bruce Jones comienza en su tercer episodio. Repleta de misterios y de extraños personajes, la cosa empieza pronto a dejar de tener sentido. Solo queda claro que alguien está muy interesado en encontrar y capturar a Bruce Banner, pero a partir de ahí, todo queda entre brumas. Doc Samson hace una breve aparición, pero aparte de eso tenemos agentes secretos, amenazas veladas, avisos de última hora y la huida constante del protagonista. Por otro lado, el punto que tiene más interés es la relación de Banner con su alter ego, al que parece influenciar en cierto modo, forzando a veces la transformación con solo pensarlo.

Valoración personal
La etapa de Bruce Jones en general es una etapa fallida. Alejado del cómic de superhéroes más clásico, realizó una apuesta por el misterio con un poquito de ciencia-ficción o terror, en la línea de esas series americanas que intentan generar atención con un gran misterio que van desarrollando capítulo a capítulo. Pero como ocurre también en la televisión –le ocurrió a FlashForward y la actual The Event va por el mismo camino- la incapacidad para dar respuestas satisfactorias a las continuas preguntas acaban por cansar al lector y al aficionado, que acabó demandando un cambio de rumbo. Jones al final se marchó con más pena que gloria por no poder dar ese broche de oro que necesitaba e incluso un tiempo después volvió el gran Peter David durante unos pocos números para deshacer casi todo lo hecho por Jones, con mayor o menor fortuna en la explicación.

Pero de momento, durante estos seis números, eso no nos importa. Aquí los misterios se van planteando y aunque para mi gusto no son suficientes como para seguir la serie, el dibujo de Romita Jr. los hace atractivos para su lectura y disfrute. Y la sensación de que se trata de algo diferente está ahí, que nos encontramos dentro de algo más grande. Aunque también es cierto que si por casualidad abrieras uno de estos números al azar, quitando el dibujo, poco te llamaría. Y es que la cosa se desarrolla de una forma muy lenta.

En resumen, Jones se queda a medio camino de nada, con un Hulk sin Hulk y en cierto modo desaprovecha el talento de su dibujante, al final único aliciente para hacerse con estos números, los comprendidos del tercer volumen de Incredible Hulk, entre los números 34 al 39 USA.

También hablé de la etapa de Javier Pulido en Hulk, aquí mismo

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