sábado, 8 de enero de 2011

Los Miserables, el musical más exitoso de la historia llega al Lope de Vega de Madrid


Con motivo del 25 aniversario de una de las producciones más exitosas de todos los teatros del mundo -ahí estará peleándose por tal honor con El fantasma de la ópera o con Cats-, el experimentado productor Cameron Mackintosh renueva el escenario y lo actualiza con los dibujos originales del autor francés Victor Hugo, que publicó una de las historias inmortales de la literatura mundial en el año 1861.

Gracias a la compañía Stage Entertainment nos llega ahora este musical a Madrid y el éxito está siendo indiscutible. El Lope de Vega, situado en la Gran Via se ha convertido en el sitio ideal para tales espectáculos, sobre todo desde la renovación que sufrió hace más de diez años con motivo del estreno del también musical La bella y la bestia. De hecho, Los miserables ha llegado a estrenarse en la capital española antes que en muchas otras de habla inglesa, como Nueva York, por ejemplo.

Centrándonos en la obra en cuestión, esta adapta de una forma bastante fiel el original literario. Por lo tanto estamos ante una de las historias más emocionantes de todos los tiempos y ante uno de los personajes inmortales de la literatura: ese prófugo resentido y luego reconvertido llamado Jean Valjean y a una huida que dura toda una vida, siempre con el policía Javert tras sus pasos y, durante la segunda parte de la historia, menos interesante que la primera para mi gusto, en el marco inigualable de las revoluciones callejeras que tuvieron lugar en París en el año 1832.

Lo primero que llama la atención en el musical español es sin duda el continuo cambio de escenografía y de atrezzo, con una rapidez y ejecución perfectas. El inicio del relato, hasta la impresión del título en pantalla, es muy emocionante. Todo ello acompañado por las letras y voces de los protagonistas, que cuentan con algunos momentos en los que deben defenderse solos en el escenario y de los que salen de modo airoso. Entre estas intervenciones destacan aquellos momentos en los que participan más artistas y hay más movimiento en el escenario, ya sea representando una ciudad portuaria, una taberna o las calles de París, lo mejor sin duda todo el juego de luces que existe con los fondos y decorados -los dibujos de Hugo- una vez finalizado el asalto a las barricadas, con la huida por las cloacas y la escena y canto final de Javert. Las voces se escuchan muy bien y se entienden sin problemas las letras.

Sin embargo, no todos son aciertos a mi parecer. Dejando de lado el musical en sí, el Lope de Vega me parece un lugar adecuado para su representación y poco se puede achacar, quizás la estrechez de las butacas, el asfixiante calor que comienza a sentirse tras una hora más o menos de representación o las colas que se forman en los baños, especialmente el de las mujeres. El alto coste de algunos servicios adicionales como el guardarropa o las bebidas y comidas se puede entender, son pequeños fallos que dependerán a veces de en qué sitio se encuentre uno sentado, por ejemplo, por lo que es disculpable. Lo que no tiene perdón es que te cobren el programa por un euro adicional, algo que debería de venir incluido en la entrada que no es para nada barata.

Y en lo referente a la obra, a mí personalmente me gusta mucho más la primera parte y se me hizo más cuesta arriba la culminación del primer acto -también es verdad que tras algo más de hora y media de programa- y se recupera de nuevo la emoción al inicio del segundo acto. Y un aviso para navegantes: nos encontramos ante un musical de estilo moderno, donde la tecnología juega un papel fundamental, pasando totalmente desapercibida, donde todos los diálogos son cantados. Sin embargo, no se baila y eso es algo que eché mucho de menos. Por eso disfruté especialmente las escenas más movidas con multitud de personajes pululando, lo que ocurre es que estas suelen ser cómicas y formar pequeños paréntesis en la historia principal de Jean Valjean.

Por lo demás, sigue sorprendiendo al espectador en muchos de sus momentos, es emocionante la mayoría de las veces, por lo que no puedo dejar de recomendarla. Ahora sí, mi preferencia en los musicales es más clásica, con cante y baile y más sentido del humor. 

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