Desde que John Lasseter y los suyos se hicieran cargo de la decadente compañía, recuperar la mejor tradición de películas de animación fue una prioridad. Si ya con Tiana y el sapo volvían a la animación tradicional en 2D y a la conocida senda del éxito -y al mejor jazz-, para su proyecto número 50 debían de seguir en el mismo camino.
La pareja de directores tras la divertidísma Bolt cambian de estilo para acercarse más a la tradición que ha marcado la mayoría de películas de la compañía, con muchos elementos comunes a anteriores producciones y una vaga sensación de ya visto, sobre todo si recordamos Aladdin. De ese modo volvemos a una historia con una nueva princesa Disney, joven y guapa, presa sin ella saberlo en una torre oculta a los ojos curiosos y con una larga cabellera de más de veinte metros de pelo rubio exquisitamente generado por ordenador y del que se saca mucho partido. La inocente chiquilla solo tiene un anhelo: escapar por un día de la vigilancia de su madre y correr a averiguar qué son unas extrañas luces que pueblan la noche cada vez que cumple años. Para ello contará con la ayuda involuntaria de un ladronzuelo en plena huida, al que persiguen tanto la ley como sus compañeros de fechorías. Y detrás de todo ello, el cuento de los hermanos Grimm, auténticos artífices detrás de muchas de las historias más famosas de la Disney.
Territorios comunes pero igual de efectivos, con sus contados momentos musicales, sus secuencias de acción -cada vez son más espectaculares e inverosímiles- y esos personajes animales, esas mascotas que sin poder hablar son igual de expresivas que los seres humanos y que tienen los mejores momentos de humor: en este caso un caballo con extraordinarias habilidades, capaz de seguir el rastro como el mejor de los sabuesos o de luchar a espada; y un camaleón bastante graciosillo.
Destacan la secuencia donde Rapunzel no acaba de estar convencida si ha hecho bien o no en dejar su casa a hurtadillas y el posterior encuentro con los malechores en la taberna, el mejor número musical de todos.
Enredados ha tenido un presupuesto por todo lo alto, tratándose de la película número 50 de la factoría, que ha unido a grandes profesionales en un intento de conjugar lo antiguo con lo nuevo. De hecho el diseñador de los personajes tiene a sus espaldas varias de las princesas Disney más famosas y lleva toda una vida dibujando para la compañía, renovada desde hace un tiempo gracias a los de Pixar. Su éxito, como casi siempre, ha estado a la altura al nivel de taquilla, pero no nos confundamos: estas películas están varios peldaños por debajo de sus hermanas de Pixar, son más infantiles, con una moraleja más evidente y mucho menos profundas y complicadas. Pero los críos seguro que las siguen disfrutando.
Nominada a los Globos de Oro (Mejor Película de Animación y Mejor Canción) y a los Oscars (Canción Original), se hace a sí mismo la competencia, ya que Toy Story 3 es la segura triunfadora.
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