sábado, 5 de febrero de 2011

La trampa del mal, de John Erick Dowdle

Alguien se puede llevar a engaño con esta película. Su productor e ideólogo principal detrás de ella es el director de origen indio M. Night Shyamalan, desde hace un tiempo peleado con la crítica especializada y con el público tras sus dos últimos fracasos: El incidente y The Last Airbender.

Shyamalan se ha paseado por multitud de países promocionando esta historia sacada de su chistera sin darse cuenta tal vez de que en su persona se encuentra el mayor problema: que pese a poseer una trama muy personal, falta la dirección que sin duda alguien como él podría haberle dado y no la del director elegido que es bastante plana, si bien hay que reconocer que no comete errores de bulto: entrega un producto bien acabado y nada más.

En un rascacielos de oficinas un policía que acaba de superar una grave tragecia y su alcoholismo se encuentra investigando un suicidio en el momento en que un ascensor se estropea a mitad del edificio con cinco personas dentro -una anciana, uno de los responsables de la seguridad en el hall, una mujer y dos hombres más-. Pronto los nervios y la violencia empezarán a afectarles y el detective deberá de lidiar con un asesino entre ellos.

Sin duda para mí el gran chasco de esta propuesta de terror es revelar demasiado pronto quien se encuentra tras las desgracias de los pobres atrapados, incluso en los anuncios y traileres de la película. Creo que hubiese sido mucho más interesante un juego inicial donde no se esté seguro de que es lo que está ocurriendo. Pero eso sería otra película distinta, ya que aquí de lo que se trata es del juego del quien es quien y en averiguar quien es el susodicho innombrable.

Aún así hay que reconocer que debe de ser difícil rodar en un espacio pequeño sin resultar aburrido ni repetirse, de ahí quizás las filigranas iniciales con la imagen del revés y la duración ajustada de la historia. Con un final quizás demasiado blando, en sí es entretenida y basta. Lo peor vendrá cuando se comparé con el resto de películas rodadas por Shyamalan, al que hay que reconocer que pese a los últimos tropiezos sigue teniendo una forma de mostrar las cosas en pantalla muy personal, que puede gustar más o menos pero que sigue siendo diferente y superior a la media, un claro signo de estilo en contra de lo que se nos muestra aquí, un producto más de los muchos que llegan a lo largo del año. 

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